Nadie se atrevía a contrariar a aquella mujer. Tened cuidado, avisaban los más malévolos a cuantos llegaban al pueblo. Esa mujer habla con el fuego. ¿Le ha traicionado la mente?, preguntó un viajero, que desconfiaba de cuanto se dijera en una taberna. No, no está loca, se le respondió. Si lo estuviera, no habría problema. Sabemos cómo tratar a los locos, a quienes respetamos como miembros de nuestra sociedad. Pero esa mujer es algo distinto. Se sienta ante las fogatas o los hogares, ensimismada. Gesticula con las manos, danza o se retuerce. Para nadie es un secreto que habla con el fuego, le hace preguntas y pacta negocios con él. El viajero inquirió. ¿Cómo lo sabéis? ¿Acaso ella ha revelado lo que se trae con el fuego? No lo sabemos, pero lo sospechamos.
El viajero, avezado en experiencias, dudó de juicios tan poco consistentes. Pero no dijo nada, porque la duda, que le permitía tener cautela ante los comentarios ajenos, también le ponía vigilante ante cualquier manifestación extraordinaria. El viajero no pensaba hacer noche en el lugar, y no obstante se sintió agitado por la curiosidad. Contrató una habitación en la posada. Luego deambuló por la villa, asombrado por la herencia que la historia había depositado en ella. Un legado escasamente cuidado por los herederos. Gran parte de los edificios se encontraban ruinosos y tal incuria hería profundamente la sensibilidad del hombre. Empezó a sentir las horas frías. Pensaba ya en volver y descansar cuando divisó una hoguera en la zona del elevado mirador que daba al caudaloso río. Le reclamaba el calor y se acercó. Probablemente unos zíngaros de paso, luego una vivencia más, se dijo estimulado.
Sin embargo, cuando llegó hasta la hoguera no había nadie. Prendía altiva, trazando compases de baile, creciendo sobre sí misma. No se veían carromatos, ni se escuchaba griterío de niños, ni tentaban al aire los arpegios de un violín. El viento creciente trajo un nimbo de humo denso que le rodeó. Le cegaba la visión del paisaje en todas las direcciones y temió dar una mala pisada y caer al abismo. Un sentido agudo de la precaución lo detuvo. Entonces desde la hoguera se precipitó hacia él una llamarada voluptuosa. Sintió intenso calor, pero las llamas, caprichosas y audaces, no le rozaron. No temas, escuchó entre el crepitar. Soy del fuego pero no soy el fuego. Si has llegado hasta aquí tiene que ser porque buscabas calor o porque me buscabas a mí. Quien solo busca calor me desconoce. Pero quien me busca directamente a mí encuentra el calor. Este fuego es la razón de la vida. La sabiduría que emana del fuego que, una vez, hace mucho tiempo, permitió evolucionar a los humanos. Quien me busca se busca también a sí mismo. Persiguiéndome a mí conocerá el fuego verdadero.
El viajero se repuso de su propia perplejidad, sin saber si aquello era imaginación o realidad no soñada. Pensó en las revelaciones, de las que era tan descreído, y también en los símbolos que se ocultan en el propio pensamiento y obnubilan la razón. ¿Tú eres la mujer que dicen que habla y pacta con el fuego?, preguntó a la voz. Yo soy todo lo que el fuego quiere que sea. Yo respeto al fuego y él me corresponde. ¿Eso es lo que has acordado con él?, insistió el viajero. Las gentes te mencionan con temor y tratan de defenderse de sus miedos descalificándote. La voz se ofreció mansa, como si domeñase la llamarada. Mi pacto con el fuego no le incumbe a nadie. Solo a aquel que quiere saber más de sí mismo. Yo te ofrezco esa posibilidad si accedes conmigo al mundo ígneo que otros hombres no ven. El viajero pensó: todo conocimiento tiene algo de locura. Se lo transmitió a la voz. Sin duda, replicó esta. ¿No es locura el atrevimiento, el riesgo y la dedicación del propio tiempo personal a desentrañar lo que alimenta la vida? ¿No es locura, por la que se puede pagar un alto precio, la negación de interpretaciones anteriores que los hombres repiten sin comprobar su grado de verdad? ¿Y no es la peor de las locuras aceptar como verdad cuanto viene siendo desde épocas antiguas una gran mentira?
Al amanecer se extrañaron en la posada de que el viajero no se levantara temprano, como había comunicado la víspera. Lo encontraron tendido apacible, sereno, incluso arrogante. Durante varias horas nadie osó acercarse a aquel cuerpo. Tan intensa era la calidez que emanaba de él. Ventilaron la habitación hasta que el ambiente se fue enfriando.
(Fotografía de Willy Ronis)
Qué cuento tan misterioso. Al final no sé si el viajero muere, ha soñado su encuentro con la mujer que hablaba con el fuego, simplemente emanacalor. En fin... queme he quedado súper intrigada.
ResponderEliminarLa historia podría ser una alegoría o simplemente moverse en el terreno de lo mitológico. O ser una de esas leyendas que se transmiten oralmente en las zonas rurales.
Me ha gustado mucho...
Tal vez las leyendas parten de un dato original que es mal interpretado o se interpreta interesadamente y luego se hincha y se hincha hasta desfigurar cualquier atisbo de realidad inicial. Pasó con las brujas y con los santos. Ni aquellas eran perjudiciales -la maldad anidaba en las sociedades- ni los otros tan santos, ni por el forro. Gracias, Ana.
EliminarUn cuento cálido. Nunca mejor dicho. Cuántas historias han nacido en torno al fuego. ¿Será porque hogar viene de hoguera?
ResponderEliminarUn saludo.
Supongo que el primer hogar fue el entorno de la hoguera. Cumpliría diferentes funciones. Ahuyentar a las bestias, reunir al clan familiar, sentir calor, cocinar lo elemental que fueran descubriendo. De ahí a utilizar el fuego como energía para herramientas, útiles o armas solo hubo un paso...de miles o cientos de años (dejo las precisiones temporales para los arqueólogos y prehistoriadores)
EliminarTu imaginación aquí me ha resultado excelente, esa mujer, que es el propio fuego d eun ahoguera, es lo que la final nos mata. Porque los amores pasionales, si bien nunca acaban, acaban por matar.
ResponderEliminarUn abrazo
Por supuesto, pero todo depende de la capacidad de seducción de una parte y de la disposición receptiva de la otra. También es verdad que hay seducciones mutuas, coincidentes o no en el tiempo. Siempre me han parecido más interesantes los flechazos templados, que se toman su tiempo, pero hay que reconocer que la pasión es abrumadora, nada catártica, sí muy condenatoria. Pero acaso en este relato el viajero busca algo más.
EliminarEl viajero pensó: todo conocimiento tiene algo de locura.
ResponderEliminarVoy a tener que poner en marcha el mío, para poder llegar a alguna conclusión, sobre la validez de esta afirmación. Las preguntas que siguen a esa afirmación redondean el contexto. Sobre todo la última (aceptar como verdad...) Aún así dudo mucho que logre validar la afirmación inicial. Pero lo intentaré.
Nox. Hay verdades que se afirman y mentiras que se confirman. Ambas se deben a ese juego de desmonte de la capa de sebo que arrastramos, pero eso no significa que nos lleve a ningún estado de pureza -imposible- mas sí a una actitud que consolide su rebeldía. Uno debe responder por sí mismo. La construcción cultural milenaria no corrige sus deficiencias, sino que sigue nutriéndose de ellas, aunque sea para plantearnos la muerte de todo. De las ideologías, del arte, del pensamiento identificado con un determinado pensamiento, de la filosofía, etc. Y sin embargo debemos aspirar a una cierta resurrección. Miento, cada vez me importa menos ninguna resurrección.
EliminarDicen que después de una época oscura, llega un Renacimiento. Son muy optimistas. Yo creo que los renacimientos son como los Beatles; únicos e irrepetibles, así que soy mas bien pesimista.
EliminarLa actual época oscura, tiene cuerda "pa rato" y mas ahora que la luz está tan cara. Cualquiera enciende bombillas para iluminar nada.
Salut i bon vespre!
Pues ya que dices esto te comento que ha caído en mis manos, por medio de una librería de viejo, un libro que no es reciente pero que está en vigor y tiene el sugestivo título de "La nueva Edad Media", de Alain Minc, que tiene toda la pinta de ser sumamente pesimista. El repaso a la situación mundial es contundente, apenas he leído el comienzo y algunas páginas a saltos y uf, da miedo reconocer ciertas situaciones, que son muchas, sobre los problemas del planeta y sus sociedades. Pero no tengo mayor opinión, simplemente sensación, intuición, temor.
EliminarQué maravilla de texto.
ResponderEliminarRecuerda a Azucena, el personaje de El Trovador, que arrojó a su propio hijo al fuego.
El fuego tiene un poder de seducción indiscutible.
Un hecho físico útil devino en protector, en totem, y por lo tanto recreó simbolismos. Pero naturalmente, como fuerza física que es, tiene su dualidad: destruye, quema, arrasa. Todo en la vida y en el mundo es así. Unas especies viven de otras, ¿no? El fuego se pone a veces al servicio del homo y otras se vuelve contra el sapiens.
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ResponderEliminar...Que hermoso e intrigante. Me gusta ese tono fantástico?... Esa incertidumbre por saber, que dejas en el aire. Ese "algo hay", ese "pudiera ser" que a veces nos alcanza. No sé, lo he sentido algo así, al leerlo.
Buendía.
Tal vez porque gran parte de las interpretaciones sobre la vida y la naturaleza aún no están sino apenas abiertas. Quien pretenda concluir que las cosas ya están explicadas y comprendidas yerra. Por eso considero un fracaso, y un fraude, a las religiones y a las ideologías trasnochadas y que repiten lo mismo que no tienen en cuenta el respeto a la humanidad o, mejor dicho, al individuo. Lo que has sentido lo he sentido también al escribirlo.
EliminarEste relato, como todos los que escribes, es magnífico y emocionante, además de estar cargado de sabiduría de quienes sabiendo mirar ven más allá de las apariencias...
ResponderEliminarEl fuego como símbolo iniciático, como elemento purificador y transformador... La hazaña de Prometeo ha sido malversada, tantas veces se ha utilizado el fuego para lo malo (inquisición mediante)... ¿Cuántas veces se tuvo a las iniciadas como brujas o locas (también a los iniciados como brujos o locos) desde la dictadura de la ignorancia? "Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas", parece ser que dijo Mariano José de Larra. Esa es la cuestión y el problema, hay mucha gente que sólo concibe la "realidad" en base a su corsé o molde mental... otros se acercan a la luz (interior o exterior) a ver qué pueden ver más allá de las sombras sobre nuestro intelecto por múltiples programaciones interesadas que no interesantes...
"El viajero pensó: todo conocimiento tiene algo de locura"; ese pensamiento del viajero de tu relato ha traído a mi memoria una frase de Carlo Dossi que dice: "Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios".
Yo le tengo mucho respeto al fuego, pero también tengo una gran ansiedad de luz...
Abrazo
Y lo que agradezco este enfoque que haces sobre el texto. Por supuesto que el fuego nos dice una vez más que todo en esta vida tiene dos o más caras, dos o más efectos, dos o más significados, dos o más acciones. El fuego te quema físicamente si te pilla, pero el fuego permitió calentarse y todo lo que trajo consigo su invención adaptada como utilidad (aunque por otra parte la propia naturaleza entregaba a su manera el fuego a los humanos: los rayos, los volcanes, etc.) El fuego es creación, pero también consunción. También simbolismo, solo que la purificación siempre ha tenido visiones opuestas. Fuego purificador de su contemplación o de los rituales ancestrales. Fuego de castigo con que la Inquisición pretendía purificar que quería decir imponer la ejemplaridad de la pena. Siempre nos persigue la dualidad y esta depende de su uso. El simbolismo de los nazis quemando libros era una propaganda que necesitaban como enemigos de las ideas, luego del saber. Los primitivos cristianos destruyendo las bibliotecas clásicas trataban de imponerse con su ignorancia, cegados por la ideología del momento. Tantas cosas no nos han contado. Tanto se ha falseado sobre los hechos. Tanta historia inventada para uso de vencedores.
Eliminar" ¿Y no es la peor de las locuras aceptar como verdad cuanto viene siendo desde épocas antiguas una gran mentira?"
Por la salud del conocimiento, brindemos.
Tudo nasce a partir do fogo...a única verdade em todas as histórias que se contam à volta dele...O fogo é poderoso, abre caminhos, mas também os destrói e essa é uma verdade que não podemos ignorar...
ResponderEliminarInteressante como sempre....
Beijos e abraços
Marta
El fuego como energía, el fuego como metáfora...¿Has oído aquello de contar cuentos en el hogar en torno al fuego?
EliminarHabía entonces causa real en temerle... O quizás no tanto, si de veras el viajero alcanzó la sabiduría que buscaba. Muy poético tu relato. Me gustó. Un abrazo
ResponderEliminarEl fuego como luz: tantos lo temen porque temen ver (aceptar) la claridad... Salve.
Eliminar¡Qué excelente relato! Me tuviste en vilo hasta el final.
ResponderEliminarMe recordaste a Moisés frente a la Zarza ardiente en Ex 3, 2-4.
Mira si tu viajero de tanto calor, se incendia hasta quemar toda la posada e incinerarse, pacíficamente, claro.
Un abrazo
El fuego es una presencia. Anterior a los mitos, pero que más allá de su acción natural o de la energía que el humano supo generar y reconducir, se ha convertido en símbolo. Y a la vez generado nuevos mitos, leyendas, tradiciones y rituales. El dios escondido en la zarza ardiente es una de esas expresiones mitológicas que configuraron el monoteísmo.
EliminarPues sí, pudo ser un problema el del viajero quemando el entorno, pero ya ves que el calor se quedó solo para su cuerpo. ¿Por qué sería?
Gracias, Myriam.
"¿Y no es la peor de las locuras aceptar como verdad cuanto viene siendo desde épocas antiguas una gran mentira?": Valéry deia que allò que sempre i a tot arreu tothom ha cregut té totes les possibilitats de ser fals...
ResponderEliminarVaya, ¿decía eso? Tal vez no fuera descaminado, pero habría que matizar. Lo que es obvio es que circulan aún sistemas de creencias ancestrales de cuyo origen no hay certeza y sin embargo cuánta gente las sigue.
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