"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 20 de octubre de 2021

Dirección única (Serie negra, 38)

 




Viajas en un sentido y los paisajes van en otro. Desde niño percibiste la dinámica, aunque no fueras consciente de su envergadura. Pegada la nariz a la ventanilla del compartimento del tren ibas superando los postes orillados. Te agotabas al poco de iniciar su recuento. Los cables del telégrafo danzaban hacia atrás de ti, subiendo y bajando bordes del terreno. Solo te desconcertabas cuando el tren penetraba en una trinchera. La sensación de quedar atrapado en ella te inquietaba. Captar de nuevo el paisaje, monótono y plano unas veces, variado y abrupto otras, era como recuperar la respiración visual. Pero tú siempre avanzabas mecido por un ferrocarril que se agitaba sobre raíles envejecidos. Pensabas en el destino de aquel viaje circunstancial sin ser consciente de que también tú ibas hacia una estación invisible pero que se iba manifestando y que se llamaba vida. 

Vida que no cesa. Nadie se atrevía a llamar a su propia existencia vida plena, porque plenitud no era una palabra usada entonces. Había detrás años tan densos como dolorosos para los pobladores del país. Fue probablemente el mercado y sus modas, y un renacer de una ideología, una más, de la utopía, lo que trajo hasta los hombres un concepto inalcanzable que se planteaba siempre como la próxima y siguiente estación. ¿Conoces a alguien que llegara a esa parada término llamada plenitud? ¿O felicidad o simplemente satisfacción? ¿Alguien contó en qué consistía esa meta con nomenclaturas sublimes? Algunos de los más longevos, olvidando a quienes habían quedado por el camino, empezaron a decir que habían tenido una vida plena. Plena, ¿de qué? Cumplir años, en condiciones físicas más bien deplorables, ¿era de por sí plenitud? ¿Plena era la acumulación de pequeñas dichas y grandes infortunios? 

Tú entonces no podías reflexionar sobre ello. Cada palmo de vía en aquellos desplazamientos de ida y vuelta de la niñez solo suponía llegar a esa otra ciudad donde reencontrarte después de un año con viejos amigos que tampoco serían los mismos. Y más adelante todo cambió. El paisaje, el medio de recorrerlo. El viaje en sí mismo, tan expansivo como tus años jóvenes expectantes, en los cuales el cansancio era una noción mínima, parcial. 

Sigues transitando sobre una dirección única, aunque hayas ido siempre en un sentido mientras las imágenes iban desalojándose hacia el otro. Pero ir en un sentido no significa reducir tus pasos y cuanto te ha rodeado. Has visto pasar rostros, hablas, entusiasmos, cuerpos, abrazos, entregas, discordias, desdenes, olvidos. Un paisaje cambiante, suave y ondulante que se alternaba a capricho del azar. Encrespado y riesgoso  también, cuando menos lo esperabas. No hay un orden fijo en las experiencias a las que se entregan los hombres. Incluso aquello que parece encauzado al principio, con seguridades y protección, quiebra antes o después. Y las sendas que pueden parecer perdidas para siempre son salvadas en el último instante por un impulso oculto que cualquier individuo no sabe explicarse. No somos dueños ni de nosotros mismos, piensas en ocasiones con un rictus de ingenuidad e ironía. 

Atravesar el paisaje es habitarlo. Te has detenido en estaciones principales y en apeaderos perdidos cuyas paradas eran fugaces. Eres benévolo. Das por buena cada experiencia, aunque tuviera su contrapartida. A lo más breve o nimio le concedes una importancia si no decisiva sí al menos aportadora. Tu pensamiento se detiene con frecuencia en comprobar, siquiera someramente, cuánto y cómo ha sido, está siendo, tu recorrido. La marcha no es ya la misma. Aquella velocidad lenta de la infancia fue superada pero ahora tienes la sensación de que otra vez se ralentiza. Sin embargo el paisaje que te rodea es más veloz. ¿Huye, se precipita, se adultera, simplemente pasa? 

La línea horizontal de los recuerdos se ha convertido en apresuramiento. La velocidad de imágenes hace que se vuelvan más opacas y borrosas. Hay hombres que llaman olvido a ese fenómeno. Otros dicen que es falta de sensaciones novedosas. Algunos lo denominan desinterés y abulia. Es un hecho que las imágenes nuevas son cada vez menos frecuentes. ¿Se habrá empequeñecido el paisaje por el que siempre estabas tan acostumbrado a deambular?

Esa sensación de dejarte llevar, de que ya no controlas como antes las ilusiones -qué habrá sido de las ilusiones- te devora lentamente, si bien en cierto modo te libera. Incluso te preguntas: ¿de ahora en adelante solo me espera la caída? Pero incluso esta palabra se puede reducir, abreviar, simplemente no considerándola más que en sus dimensiones justas. Porque una palabra repetida dos veces ya no es una palabra. Es una carga. Entonces a los hombres solo les queda la opción de dejarse afectar hasta el hundimiento total o bien buscar desesperados otra palabra que conjure la gravosa. Mas vivir no es un juego independiente de palabras, aunque estas nos hagan creer muchas veces que son las que tiran del carro. Tú sabes que no, y entonces te acurrucas, encogido y absorto, sobre tus rodillas reumáticas y tratas de mirar más allá de la tiranía y las falsas promesas de las palabras. Porque nunca hasta ahora has renunciado a levantarte.




(Fotograma del filme Europa, de Lars Von Trier)

20 comentarios:

  1. Fáckel:
    me ha gustado ese símil entre el tren y la vida. ¡Dejamos atrás tantos paisajes! Hay que dejar un hueco para sorprendernos un poco ante el paisaje que, seguramente, veremos desde el tren. ¿Y si fuese posible coger el tren de vuelta?
    Salu2.

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    1. Cuando lo consigas avísame. Pero temo que las certezas son abrmadoras, oye.

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  2. Una vida plena, una vida lograda es la realización en la madurez de los sueños juveniles. Y no és fàcil.

    Saludos.

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    1. Pues al menos de modo parcial algo de eso si se da o se puede dar, cada uno tendría que decir en qué medida. Bon dia, Francesc.

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  3. Las personas mayores en parte seguimos en ese tren cuyo paso por túneles y trincheras podíamos imaginar. Luego la vida nos dio los apeaderos para reponer fueras y seguir viajando.

    Un abrazo

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    1. Me pillas a mano, A. Por supuesto que el viaje continua, pero muchas imágenes del pasado se han precipitado contra el sentido de la marcha. Nuestra dirección, la humana y en general de todas las manifestaciones de vida en el planeta, son de dirección única. Buen día y mejor estar.

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  4. Ás vezes, a sensação é que continuamos parados no tempo e no espaço... Por isso, já nem olhamos a paisagem, mas se olharmos com atenção, há sempre qualquer coisa que muda. Resta saber se estamos verdadeiramente interessados em acompanhar essa mudança?
    Texto como sempre interessante...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Sin embargo, aunque vamos perdiendo mirada al paisaje de atrás conviene retener muchas experiencias, siempre nos permiten saber la medida del disfrute y del dolor, pero eso es vivir. Obrigado, Marta.

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  5. Qué bueno este texto! emociona y nos impulsa a la reflexión. Pones en palabras ideas y conceptos que más de una vez han pasado por mi mente sin detenerse a decantar más allá de la fugacidad del momento. Gracias. un abrazo

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    1. Supongo que muchos coincidiríamos en el enfoque de reflexiones y orientación de los pensamientos, al fin y al cabo vivimos en el mismo mundo y, con matices, dentro del mismo ámbito cultural, cada vez más homogéneo o, como se dice ahora, globalizado. Salud juevera.

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  6. El valor de la plenitud de una vida no es algo que nadie pueda juzgar por ti. La vida supone, no solo gozo y felicidad, sino también sufrimiento. Entonces solo la propia persona puede juzgar la plenitud de su vida y por supuesto sin olvidar que lo que hoy consideras una vida plena, un tiempo más adelante puede parecerte todo lo contrario, o simplemente menos plena.
    Pienso que decir: —Ha tenido una vida plena— es aventurado. En cambio decir: —He tenido una vida plena— por muy dudoso que nos pudiese parecer a los demás, puede ser muy cierto.
    A mi, los apeaderos del tren de la vida (que se mencionan en los comentarios) siempre me han parecido, más que lugares de descanso o para reponer fuerzas, lugares (momentos) de distracción que hacen que se escape ese tren y tengas que coger el próximo. La vida no es el tren, la vida son las vías, el trayecto.
    Y en ese otro tren, después de haber perdido el anterior, no cambia de trayecto, pero ofrece otros compañeros de viaje, otras vivencias.
    El destino, la estación término, ya sabemos que es la misma.

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    1. Muy sesudo tú, me gusta esa argumentación. No obstante, no solo uno está capacitado para afirmar lo de la propia plenitud, también gente cercana que nos conozca mucho puede afirmarlo de cada uno de nosotros, ¿no? Tanto los de fuera como nosotros mismos podemos errar, porque el concepto de plenitud también es variable. Para unos es eso de triunfar o llenar sus saldos bancarios o ligar mucho o poseer equis propiedades a troche y moche. Plenitud para otros puede ser conciencia del aquí y ahora, comprensión y ayuda, conocimiento y desarrollo del intelecto. Plenitud para otros más acaso simplemente ese acervo que nos ha aportado la serie compleja de vivencias y lo que tú dices: goces y sufrimientos, como elementos imprescindibles para poder ratificar que hemos vivido. En fin, el curso del río o, como en este caso, la vía que siempre lleva una dirección única. La vida no es el tren bien concluye a lo Machado, la vida es el trayecto, el camino.

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    2. Gracias por lo de sesudo; mi madre me llamaba morrudo 🤣
      No estoy muy seguro sobre la cuestión de la gente cercana. La vida me ha enseñado que conocer a alguien, por muy cercano que sea es complicado. A veces la impresión se equivoca por mal y otras por bien.
      En cuanto a equivocarnos nosotros; totalmente de acuerdo, pero eso ya importa poco. Es aquello de la subjetividad. Pleno es aquello que yo creo pleno. Amén 🤣

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    3. En efecto, y permíteme el matiz: o que a mí me parece pleno. Pero qué más da. Plenitud es algo tan abstracto como los otros términos, ya sabes: libertad, felicidad, igualdad, hermandad, amistad...Relativo debe quedar todo. Ni lo pleno es lo lleno ni viceversa. Pero siempre será mejor ser algo pleno que plano. Me dejo de sofismas.

      Y morrudo, oiga usted, es otra cosa, pero si tu madre te lo llamaba será que tenía su razón.

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  7. Yo sólo se que cuando pasa el tren hay que subirse.
    Salut

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  8. Siempre resulta sugerente la metáfora del tren. Hay algo de aventura y de búsqueda, pero también de pérdida y de nostalgia.
    Un saludo.

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    1. Pertenecemos a la cultura del tren y eso invade muchos enfoques de nuestra vida. Ahora es la alta velocidad pero las metáforas bajo esta ya no son iguales. Gracias, Cayetano.

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  9. "Aquella velocidad lenta de la infancia fue superada pero ahora tienes la sensación de que otra vez se ralentiza": jo estic en una època a la vida que el temps passa volant, no com quan era petita.

    "Porque nunca hasta ahora has renunciado a levantarte": molt ben dit i fet!

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    1. Y tanto que vuela el tiempo, y además tan irrecuperable.

      Pero hay determinadas sensaciones que empalman con el pasado primigenio, la niñez. Como que una cierta lentitud nos busca de nuevo las vueltas.

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