La paliza, el escarnio, las balas, mi cuerpo desplomado. El agua me mantiene a flote. No a mí, sino a los restos en los que ya no habito. He aquí una masa informe, un contorno desfigurado por la vísceras que han abierto mi abdomen, una hinchazón de la que huyen los peces. Mi pensamiento ha volado conmigo, mi conciencia ha emprendido la fuga. ¿Qué sentido tendría inquirir en lo vivido si lo que ya no soy solo sabe testificar como esta masa inerte, desposeída de un pasado y, por lo tanto, de sus apariencias? Paradoja. Llega un momento en que un hombre deja de ser un hombre para ser una piltrafa. Si pudiera recordar pensaría en mi madre. Su grito agudo al verme, no a mí, sino a esta basura, rasgaría su vientre. Tal vez dijera: te daría de nuevo mi entraña para que seas el hombre que debiste ser. La vida de un hombre no nació -no debió nacer- de cada madre para que acabara en desecho. ¿Abortarían las madres si supiesen que sus hijos iban a terminar convertidos en una ruina repudiada, vilipendiada, susceptible de odio y rechazo? Ese no es mi hijo, pensaría mi madre. No lo hice así. O bien, ¿cuándo emprendiste aquella senda que te condujo a la deriva? ¿O tal vez fui yo, tu madre, quien hizo caso omiso de tus andanzas o aprobé por interés tus decisiones, ciegos como estábamos todos en un mundo en el que no queríamos ni sabíamos ver? Digo ciegos, diría mi madre, diría yo, y no engañados. Esta fría humedad que no siento. La frialdad del abandono, aquí, en la acequia, la frialdad del desprecio absoluto, la frialdad de la repugnancia que sentirán hacia mí otros hombres. Y el cuerpo maltratado que se irá corrompiendo no tendrá otro mérito que seguir el curso de la naturaleza que se disuelve. Se han cruzado tantas crueldades. Mejor que nadie reclame mis restos. Mejor que mi madre, si ha sobrevivido, no sepa de mi degradante fin. Mejor que esté desprovisto de un nombre, de un pasado, de un recuerdo. Ni el olvido supondrá para mí la expiación.
(Guardián de las SS ahogado fotografiado por Lee Miller)
Queda todo bien dicho.
ResponderEliminarMe duele haberme puesto en la piel de una piltrafa. No quisiera.
EliminarLa fortuna que tienen los padres (sólo nombrar a la madre como autora y a la vez responsable no concuerda con lo que pienso) es NO saber que futuro tendrán sus hijos.
ResponderEliminarSi así fuera, sabrían también que futuro les deparará el destino como padres, y supongo que si se tuvieran que atener a los resultados, las mitades, como tal, no existirían.
El ser padres es ya una fortuna. Los hijos/as son responsables de sus actos. Somos libres, y como tal estamos/están obligados a tomar decisiones, guste o no.
Es evidente, no lo discutiré, que todos queremos que los hijos nos superen, pero tendríamos que recordar que para que ellos naden como cisnes nosotros, los padres, no debemos comportarnos como patos.
En muchas ocasiones, al final, los hijos son fiel reflejo a los padres. En eso también deberían de pensar los padres que se rasgan las vestiduras cuándo el hijo emprendió aquella senda que le condujo a la deriva.
Salut
Querido Miquel. En tales circunstancias -en las que ojalá no nos veamos jamás, aunque sea cual sea la muerte nos deja convertidos en piltrafas- el interfecto solo podría haber pensado en la madre. No como simple recuerdo sino como llamada ya inútil de auxilio y protección.
EliminarEn otros discursos sobre el desvalimiento, vida loca o falta de aprovechamiento de los hijos no me cabe duda de que los padres -padre y madre- sufrirán los temores con penas y culpas repartidas.
Ser padre es fortuna y a la vez un esfuerzo considerable. De alguna manera hay que dejar de ser lo que se había sido para centrarse en los hijos. Eso conlleva no solo esfuerzo, sino preocupaciones, angustias, sentido diferente de la vida y de la dedicación, etc. Lo de la superación de los hijos respecto a los padres parece lógico, sobre todo en aquellos casos en que los padres tuvieron una vida difícil. No siempre los hijos satisfacen a los padres. En otros tiempos los padres tenían verdadera ansiedad porque los hijos llegaran a estadios de vida y de ingresos superiores y seguros respecto a los que tuvieron ellos. Lo hemos conocido tan de cerca, ¿verdad?
Hoy ya no sé si los padres son ejemplo de algo, habrá de todo, supongo. Para muchos padres educar debe ser promocionar a los hios solamente en el ocio, la compra de objetos, el dinero a gusto del pedigüeño, etc., con lo que si los hijos no perciben la necesidad del esfuerzo para lograr algo tú me dirás. Y coincido en que los hijos, en mayor o menor medida, de modo parcial o íntegro, son reflejo de sus padres.
En el caso de la imagen que muestro y sabiendo de qué iba el infortunado ahogado da escalofríos pensar en el veneno mental que tuvieron que tener hijos, padres y todo bicho viviente. Aquel tiempo, aquella sociedad, aquellos abyectos demagogos del caos. Pero ojo que nadie estamos libres.
Entiendo lo que deseas significar.
EliminarUn abrazo
Coincidimos en nuestros puntos de vista, los matices tiene su importancia pero hay que valorarlos, simplemente.
EliminarConmovedor texto. Inapelable sentencia contra el absurdo de las guerras, de los millones de muertes absurdas y violentas. Terrible. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo solo de las guerras en general, sino de lo que conduce a los seres humanos a tomar partido de manera ciega. Algunos se encuentran en circunstancias funestas por su mala vida, otros llegan como inocentes, no se salva ni diós cuando se desata la violencia. Y no olvidemos que la violencia no es algo de la noche a la mañana. Se incuba. El huevo de la serpiente, recuerda.
EliminarCUANTO MAS VIEJA MAS BELLA ME PONGO BAILANDO SIN NADA LA VIDA QUE FUE
ResponderEliminarNo sé qué decir.
EliminarSentirse ese cadáver putrefacto, qué ejercicio de imaginación. Por supuesto, cuando se encuentran, flotando en el río, uno piensa en las madres de esas piltrafas, a las que un día llamaron "hijo"
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz domingo
Así es, A, así es, y bien duro debe ser. Aunque cotidianamente ocurren sucesos, accidentes, que convierten a individuos -hijos sanos y queridos, por ejemplo- en eso, un deshecho. Durísimo.
EliminarA veces los padres (padre y madre) no son responsables de lo que hacen sus hijos/as, pero digo, a veces.
ResponderEliminarSaludos
A veces, lo subrayo a mi vez. Pero también puede pasar que los padres con la mejor intención crean que hacen lo mejor para con sus hijos. Yo viví tiempos de rupturas -ideológicas, sociales, de costumbres- y recuerdo que los padres comprendían una parte de las cosas que iban pasando con los hijos. No se trata de culpar a nadie, salvo en casos muy evidentes de abandono de responsabilidades en los padres.
EliminarTremendos texto y fotografía. A veces sería mejor no tener hijos. Por suerte, esa clase, son los menos. Y no, no tienen moral ni valores. Ni se cuestionan sus actos, sino todo lo contrario, por lo general, se enorgullecen de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Los valores y las morales suelen ser de uso y adecuación a los intereses. El nazismo creó los propios. Las religiones al uso hasta entonces no supieron atajar tampoco aquello, lo cual les cuestionará para siempre. Yo me pregunté siempre: ¿coincidirían en todo o en parte la moral tradicional con la de la barbarie?
EliminarEsto ,al final, no trata del SS, ni de la evolución de sus restos para volverse a integrar en la naturaleza, ni de las madres ("culpables"de partirlos y punto. Trata como siempre, al final, de cómo pudo pasar. En Alemania, democrática al principio. Que (yo creo que al principio engañados) llegaron a ciegos, todos. De acuerdo que hay gente mala, que en una turba hay buenos que se vuelven malos, pero un pueblo, culto, todo, durante 8 años.
ResponderEliminarSe puede aprender de algo cuyo origen no se entiende?
Volverá a pasar,porque ya había pasado.
La escala solo es relativamente importante.
Saludos
Depende el concepto que se tenga de cultura. Depende de cómo cuantifiquemos o cualifiquemos la cultura. Depende de la difusión de conceptos e invenciones que bebían del nacionalismo del siglo XIX. Depende de las clases sociales. Depende de la tesitura internacional. Depende de lo que quisieran ser engañados y aceptasen el engaño, eso sí, creyendo que era verdad. Tal vez a toda la sociedad le interesaba una verdad. aunque fuese arrastrada por ideología abyecta y criminal, con tal de remontar un pasado de hundimiento económico. Pero etcétera y etcétera, porque esta entrada no trata de todo esto. Trata de la piltrafa que podemos ser cada uno de nosotros en un momento y circunstancia determinados. Cordial.
Eliminarqué texto, Fackel... No sabría por donde llevarlo, aparte del horror de las consecuencias que arrastran consigo las guerras, fanatismos, etc.
ResponderEliminarTremendo esas consideraciones que podría hacerse esa piltrafa de ser vivo dotado de razón...
Como entrar a valorar responsabilidades -si las hay o cuando las hay- de los padres, de las acciones de sus hijos... Algo que, a mi como madre, me ha traído y me trae siempre, desasosiego.
El desasosiego cuando llega a esos límites tipo fotografía tiene que ser frustración total. Y más. Mejor no conocerlo. Gracias.
Eliminar(Nota aparte. Ah y qué cómicos los del corta y pega, ¿no? Mejor pasar de la falta de imaginación)
los éxitos y fracasos desmedidos de los hijos, son flor de un día, lo normal es compartir en la paella del domingo, sinsabores y alegrías. No hace falta ser madre o padre del sujeto fotografiado para sentir el horror de la violencia de ida y vuelta.
ResponderEliminarEn efecto, ni siquiera saber que fue lo que fue. El horror de la piltrafa super banderas, bandos y banderías.
EliminarFackel, perdona que no comente últimamente, la verdad es que ando apurado de tiempo y energías. Aparte de saludarte, quería que supieras que me impresiona tu capacidad para seleccionar fotos. No hay una que te deje indiferente.
ResponderEliminarUn saludo.
Tranquilo, Ángel. Te comprendo en lo de apurarse uno. Pero te agradezco mucho esta paso rápido. Es que hay fotografías que no se necesitaría comentar. Pero a mí me transportan y me obligan a diálogos interiores. Te doy la razón. De momento estas fotografías no nos dejan indiferentes, no. Cuídate y calma, mucha calma.
EliminarEstremece este relato de "posesión" literaria del "ánima" del finado de la foto desde una posición cenital haciendo balance de su vida e intentando medir el alcance que han tenido sus actos en los demás y en él mismo... En la presunción de la posible valoración que podría hacer su madre sobre dichos actos está, de alguna manera, su máximo pesar, su mayor lastre tirando de su "conciencia"...
ResponderEliminarEs un relato sugerente entre el transcurrir de la vida hasta el final y el análisis de ello desde un plano imaginario y escatológico (en el sentido propio del término)...
Es difícil que una madre piense eso... El amor de una madre es siempre, salvo en raras excepciones "antinaturales", incondicional... El corazón de una madre siempre redime a su hijo o hija haya hecho lo que haya hecho, no a través de la negación de las evidencias, sino a través del dolor que puedan producirle estas...
No sé, sabemos poco de la vida y nada de la muerte; sabemos parte de lo que somos, pero no todo lo que somos; sabemos cómo venimos y cómo nos vamos, pero no sabemos las leyes naturales y universales de los principios y de los finales... y, a veces, negando afirmamos y afirmando negamos... Y es que, teniendo en cuenta las leyes naturales que conocemos, tal vez quepa pensar: ¿Qué interés tiene la madre naturaleza en tener y mantener sobre su espalda a un depredador como nosotros? Soy incapaz de contestar a esa pregunta, pero pienso mucho en ello y busco pistas para intentar colocar cada pieza del puzle de esta vida en su correspondiente sitio con la esperanza de entender por qué el ser humano vive para trabajar; trabaja para comer; y come para cagar (perdón)... Todo ello ¿para llegar a ser esa piltrafa que tú describes en tu relato? Mi corazón me dice, no en base a la fe, sino a la razón, que tiene que haber una razón universal que ordena y explica la pertinencia de los nacimientos y la pertinencia de las muertes... sigo buscando...
Abrazo
No soy proclive a las razones universales, y muchos menos a la fe de ningún tipo, que no dejan de ser invenciones humanas.
EliminarLa madre naturaleza en general -no la madre natural inmediata que nos dio lo que llamamos el ser- no tiene ningún interés en mantener sobre sí a los depredadores de la clase que sean, simplemente se sabe depositaria de todas las especies. Es inercia, dejar fluir, biología diversa y somos nosotros con nuestra evolución quienes le damos vueltas al tema.
Una madre humana puede razonar, ser consciente de lo que ha hecho un hijo y aunque no lo comparta lo defenderá como pueda. Sabemos esto en los casos de hijos violadores o asesinos. No defenderá tanto sus actos como el derecho de un ser humano a seguir viviendo y corrigiendo, pero claro, en el debate público ¿cómo aceptar lo cometido sangrientamente por tantos individuos?
En realidad, la foto no debería hacernos reflexionar demasiado. Por sí misma impacta. Impacta nuestra miseria, la fragilidad de un límite entre el bien y el mal, la débil frontera entre lo elegido y el riesgo que se corre. Si algo deberíamos concluir es que nadie estamos libres de traspasar una línea que dejo sin poner nombre, pero imaginemos.
Fackel, esa fotografía y miles de otras, y las que nadie se ha parado a hacer, pero podrían ser iguales o aún más duras, duelen e interrogan y golpean interiormente. ¡No solo las de las guerras, claro!.
ResponderEliminarTe has puesto a escribir o gritar desde ese amasijo o "piltrafa" y piensas en su madre, en sus padres, amigos. Pero es solo "la carcasa" de quien huyó la vida.
Hoy, está muy cerca... tal vez se llamaba Samuel, tenía 24 años y unos "jóvenes, ellos y ellas", lo han dejado hecho un "amasijo desfigurado sobre una acera". ¿Qué pudieron hacer sus padres? ¿Qué hicieron mal los padres de los agresores? Me produce una desazón y un escalofrío, solo pensarlo.
¿Cómo que nadie es culpable de acabar con una vida?
En este caso, has usado premonitoriamente la palabra "paliza". Las demás también llegan -lamentablemente- al mismo objetivo...mientras algunos vuelan y giran "fuera de la gravedad terrestre".
Un abrazo muy roto de dolor.
Cierto, cierto, el caso de ese hombre, Samuel, ya es bastante obvio. Hay culpables, por supuesto, de tomar y decidir sobre la vida de otros gratuitamente. Por eso existen el Derecho y la Justicia, se logren mejor o peor. Pero la pregunta de lo que hicieran unos padres sigue en pie. Hay siempre algo de abandono y dejadez en lo que llamamos educación o cuidado de los hijos. O simplemente escaso diálogo sobre la vida y sus acontecimientos. Y luego está toda esa mentalidad violenta, no sé si estrictamente machista, hormonal o intolerante, que es capaz de dar el paso de la violencia más gratuita incluso contra quienes no se conoce.
EliminarSí, te doy toda la razón, el dolor no es fotográfico, está cerca de nosotros. Siempre.
Las madres siguen amando a sus hijos. A veces, porque los impulsaron al planchar su primer uniforme.
ResponderEliminarHay muchas formas de llegar a ser lo que somos y aunque la responsabilidad es siempre individual, cuántos alientos familiares y colectivos están en nuestras tripas.
El primer uniforme puede ser solo el primero de otros, o simplemente de los uniformes de la conciencia y la mente en general.
EliminarDetrás de cada comportamiento de individuo hay una aportación o carencia de la familia, sin duda.
Pobres madres, no sé cómo pudieron permitir que los hombres gestaran otra guerra. Miller, quizás cansada de fotografiar para la máquina de la propaganda solo mujeres resolutas en Londres llegó, al parecer, ávida de realidad, pero una foto así me parece a mí por la estética también es propaganda. Ay! quizás esté siendo injusta con la reportera. Disculpa los ataques de sinceridad que me provocan tus textos. Saludos
ResponderEliminarCreo que esta fotografía tiene relación con la liberación de los presos de los campos de exterminio, y este sería uno de los guardianes. He leído que muchos de estos fueron pasados por las armas directamente por las tropas de los EEUU, probablemente también los rusos, no creo que se anduvieran con chiquitas tras el odio acumulado.
EliminarNo me molesta en absoluto tu punto de vista, ni el de cualquiera. Precisamente las fotos están ahí y a todos nos dicen algo, o no nos dicen nada, que para el caso tiene también su significado.
Muchas veces he pensado en qué leche tan agria debieron tener ciertas madres alemanas para criar las bestias que criaron. Pero no quiero entrar en el tema, demasiado terrible y complicado aunque a estas alturas todos deberíamos tenerlo claro.
Había escrito un comentario, pero cuando utilizo el móvil, no sé por qué, a veces se publican y otras no. Para mayor seguridad, lo hago desde el fijo, pero no siempre ando por casa...
ResponderEliminarDecía que para una madre (y para un padre, qué caray) la muerte de un hijo es lo peor que puede pasar.
Cuando he llegado al final de tu texto, se me han quitado todas las aprensiones. ¡Muy buen muerto que está ese hijoputa!
Es cierto que la masa, y en caliente, nunca ha razonado y es peligrosa, pero quizás la rabia acumulada era mucha. Y el dolor.
Salu2, Fáckel.
De cualquier modo es un horror la imagen. Hay infinidad de fotografías de crímenes cometidos por los nazis -campesinos ahorcados en Rusia cuando la invadieron, por ejemplo, o resistentes franceses- y para el caso de fondo -el horror y la violencia cuyo rostro se impone al de la bondad- la miseria es la miseria. En todos los conflictos y guerras la rabia es una espiral. La violencia de unos se justifica con la de los otros. Es una dinámica que no para sino con la imposición de una de las partes. En todos los casos históricos lo hemos visto. Salud y paz.
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