"¡Oh mentes desdichadas de los hombres, oh espíritus ciegos! ¡En qué tinieblas de vida, en cuán grandes peligros se consume lo poco que hay de tiempo! ¡No ver que la naturaleza no reclama para sí otra cosa, si no es que el dolor esté lejos retirado del cuerpo y, apartada de inquietud y temor, gozar de una sensación de bienestar en el espíritu!".
Lo dice Lucrecio en el Libro II de La naturaleza de las cosas, y uno, en estos tiempos de aflicción, confusión y dudas en que vivimos se queda pensando con reservas, expectante pero se quisiera también esperanzado. Y como nunca hasta ahora ha anhelado que el dolor esté alejado, clamando porque la inquietud vaya perdiendo peso, que el temor se rebaje, que lo oscuro se torne transparente y que el goce más íntimo supla sabiamente al desconsuelo.
Chitón, en su serie sobre los ukiyo-e de Katsushika Hokusai, nos ofrece hoy un cuento.
(Ilustración de Balbi López Santos)
Hago mío tu anhelo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Neo, necesitamos todos estar arropados en estos tiempos tan peculiares.
EliminarEso está muy bien pensado, pero luego llega la realidad.
ResponderEliminarEn la realidad también cabe la posibilidad, ¿no?
Eliminary hasta la esperanza.
EliminarEstoy pesimista estos días, se me pasará.
No eres el único, pero no quiero hacer ni acto de fe de ello ni obsesión enfermiza. Son estados transitorios, porque la emocionalidad tiene su espacio y su tiempo también. Afortunadamente.
EliminarQue pronto venga ese bienestar.
ResponderEliminarEs de desear, pero creo debe haber conciencia colectiva de la fortaleza. El bienestar no nos lo dan por las buenas.
EliminarPues es una realidad. Y una reflexión bien adecuada.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Lucrecio, como todos los clásicos, viven entre nosotros. No han perdido vigor ni valor. Buenas noches.
EliminarHe leído el cuento con atención. Creo que la pregunta no ha a lugar. El orden de las cosas lo establece la madre Naturaleza, somos nosotros, los humanos, quienes lo alteramos, o bien con las prisas, o bien con nuestros ritmos.
ResponderEliminarMe cuesta creer en el hombre, y presiento que no sólo se equivoca dos veces, sino las que sean necesarias mientras le vayan bien a su interés.
Salut
El orden de la madre Naturaleza no es un orden ni inamovible ni estático. Los humanos -como todas las especies- somos la naturaleza en acción. Yo creo que lo que hacemos los humanos no es incongruente con la naturaleza, sino una manifestación afinada, sofisticada, de esta. Si tuviera rostro humano nos reconocería como hijos. Los paraísos no han existido jamás, no se han perdido porque no estuvieron. Otra cosa es que ciertos tiempos y situaciones hayan permitido vivir a algunos seres en estadios de cierta satisfacción (la actual en Occidente, por ejemplo, con todo lo discutible que esta afirmación sea) El orden de la naturaleza implica siempre enfrentamiento, disputa, lucha por la supervivencia, combate por territorios, caos. Esto se da en todas las especies, de unas sobre otras y dentro de ellas mismas. No es cuestión de creer o no en el hombre. Y claro que algo constante y que va con nosotros es tropezar, repetir errores. Es esa condición natural que nos persigue -tal vez seamos reflejo de toda la dinámica universal- y la casuística propia que tiene nuestra especie para sobrevivir y hacerlo en las mejores condiciones, sin solventar todos sus problemas. Aquí no hay salida. O aceptamos ser hombres, y si tenemos buena intención colaborar para que la barbarie no nos remita a la destrucción, o darnos de baja. Tal vez hay que seguir buscando al hombre dentro del hombre. Pero no podremos renunciar nunca al Sapiens que somos. Y creo, francamente, que mejorados respecto a los de los orígenes.
EliminarFáckel:
ResponderEliminaruna vez saciada la primera prioridad, que es la de comer, vienen las demás, que dependerán de cada cual, creo yo.
Es bueno darse un capricho de vez en cuando, no todo va a ser trabajar y penar.
Salu2.
Bueno, creo que es un tanto más complejo, y en estos tiempos además perseguimos varias o muchas prioridades. Mira alrededor.
EliminarEl dolor siempre tan lejos como sea posible, lo malo es que la realidad nos acerca el dolor y no tenemos otro remedio que saber aguantar.
ResponderEliminar¡Cuánto tiempo dedicado a sortear los peligros y cuánto tiempo perdido en soportar la opinión de la chusma!
Por cierto, Lucreio es uno de mis autores preferidos.
Abrazos
La realidad muestra su doble rostro: placer o satisfacción, por una parte, y dolor e inquietud por otro. Ya nos veníamos acostumbrando a ello desde hace bastante, pero nunca te acostumbras del todo a lo destructivo, ¿verdad? Y menos aceptarlo. E pur...
EliminarLucrecio et alii...
Pienso que disfrutar "esa sensación de bienestar en el espíritu", debiera ser prioritaria en el orden de nuestras cosas, siempre y aún mas ahora y también como antídoto, a todo lo negativo que vivimos.
ResponderEliminarComenzar cada día con una sonrisa y un pensamiento positivo, saludar al día, sacar a pasear al perro, dar comida a los pájaros, cantar mientras las tareas cotidianas, apartar el miedo, y dedicar el tiempo libre a algo creativo: leer, escribir, pensar... Tratar de descubrir siempre, algo nuevo y positivo a la vida. Es muy fácil, no?...
Pues eso, Fackel, y el tiempo dirá... Saludos de martes.
Me temo que no me siento precisamente un Francisco de Asís, así que me cuesta un poco imaginarlo. Tal vez tú te despiertes en un medio de un paisaje de esos que los antiguos llamaban pastoriles y los modelnos idílicos. Pero en el fragor de los amaneceres de una urbe de verdad, me siento muy alejado del seráfico de la Umbría. Oye, que yo no quito intenciones a nadie, eh. Un abrazo.
EliminarTodo depende de la perspectiva, desde dónde miramos las cosas. Saludos.
ResponderEliminarDesde donde nos encontremos ubicados fundamentalmente. Seguro que si estuviésemos, para nuestra desdicha, situados en un campo de refugiados de Lesbos TODA la perspectiva variaría desde todos los ángulos. Saludos y bienvenido tras el retorno.
EliminarPodria compararla con unas flores que llaman esqueleto que se son de un blanco opaco y amarillo en el centro, simples, sencillas...que cuando llueve sus pétalos se tornan transparentes, parecen de cristal, de escarcha, y cuando amaina poco a poco vuelven a su opacidad natural.
ResponderEliminarAsí en ese acto insólito y natural en este caso, veo yo cuando lo oscuro se torna en luz y el goce espanta el dolor, el temor inducido por... la naturaleza, por...
¡¡Que vengan esas flores!!
Deseémoslo para todos, incluso para aquellos que las perspectivas no son halagüeñas.
Salud, Fackel.
Anna Babra
Hokusai conoció las flores esqueleto, pero me parece que el nombre no es adecuado, en realidad deberían llamarse flores transparentes o mutantes o cristalinas, pero da igual. Tal vez cuanto acontece está transparentándonos a todos un poco, pero ello es un acto muy personal, yo creo que estoy mutando y quién sabe si no acabaré en flor esqueleto. Gracias, poética Anna.
EliminarOjalá se cumpla lo que pides en el segundo párrafo de tu texto... todos buscamos la vida dichosa, pero tengo dudas de que sepamos en qué consiste, dicho sea parafraseando a Séneca...
ResponderEliminarNo sé si pido vida dichosa, ¿en qué consiste?, es cuestión de lenguaje y de ponernos de acuerdo, claro, como todo. Sí, sí sabemos con nombre y apellido lo básico que queremos y lo accesorio que con frecuencia oculta lo principal y nos desvía. Séneca, imprescindible.
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