¿Crees en los misterios?, me pregunta Naida con intención. Creo que hay mucho conocimiento pendiente sobre muchas manifestaciones aún ocultas, o simplemente no explicadas, pero eso no me lleva a ningún acto de fe, la respondo. Naida sonríe malévola. ¿Recuerdas el cementerio que vimos hace unos días subiendo esta misma cuesta? No entiendo muy bien la pregunta, me parece demasiado simple para que no tenga trampa. Sí, claro, estará por aquí, y dirijo mi vista en varias direcciones. Avanzamos por una calle paralela a la Titova, subiendo desde el Memorial de los Niños. Un recorrido prácticamente idéntico al paseo que ya habíamos hecho antes, cuando vimos aquellas tumbas reposadas y antiguas. Cruzamos varias calles pero ni rastro del cementerio. De la supuesta confusión paso a la perplejidad y poco a poco al desasosiego. Naida, o nos hemos equivocado de camino o el cementerio no existe por ninguna parte o simplemente nos ha parecido verlo en otro lugar que ahora creemos que es este. No sé cómo argumentarlo y pienso, por ejemplo, en aquella ocasión en que aparqué el coche en un subterráneo y al ir a recogerlo no lo encontraba. Simplemente porque me había equivocado de planta. Se lo hago saber. Pero tú lo has visto el otro día como lo vi yo, ¿no?, insiste. Hemos vuelto sobre nuestros pasos, atravesado las mismas calles desde distintas direcciones, remontado una elevación. Naida advierte mi inquietud. Me observa con aire burlón. Se reserva algo. ¿Sigues sin creer en lo enigmático, en apariciones o visiones, como quieras llamarlo, que no se revelan a cualquier persona, que parecen elegir a los individuos adecuados? Me asombra que Naida haya entrado en una cápsula metafísica. Siento el azote desapacible de una ventolera fría que va descendiendo hacia la parte baja de la ciudad. No sé qué creer, digo con apesadumbrado escepticismo. Pero no quiero ni pensar que se trata de una de esas venganzas que una ciudad de muertos se guarda en la manga para propios y ajenos. ¿Te había pasado a ti antes? Naida mira para otro lado, se ha adelantado, ha chistado a un perro viejo y vagabundo que merodea como si tratara también de otear paisajes desaparecidos. Háblale a mi amigo de las visiones que él no quiere aceptar, dice con voz melosa al animal mientras rasca su cuello.
(Fotografía de Inés González)
Te conozco hace muy poquito y no sé todavía si esto es un relato que tiene como objeto la creación literaria en que muestras sin elegir un punto de vista, o nos estás proponiendo un tema de reflexión más allá de la forma narrativa. En todo caso, el texto plantea la realidad del misterio en nuestras vidas, si hay manifestaciones fantásticas en nuestras esferas de realidad. Ese cementerio que existe y no existe, tal vez el perro viejo tenga algo que decir...
ResponderEliminarPienso que la vida en sí misma a fuerza de ser real es profundamente misteriosa e incognoscible. Vivimos en tal cruce de perspectivas infinitas que difícilmente podemos decir que vivamos unos y otros en los mismos niveles de realidad. Así lo que unos ven, otros no lo ven, a todos los niveles, como ese cementerio que apareció un día y otro día no. Pasa en todo... para unos existe y para otros no existe. Lo fascinante es que para uno mismo, a veces existe y otras veces no. Tremendo.
Si echas un vistazo atrás del blog hay varias entradas con el nombre Naida y uno de un cantor bosnio. Son entradas secuencias, aleatorias, sin planes premeditados pero que, en todo caso, van surgiendo reflexiones o temas que se dejan caer como diálogo entre dos personas. Sobre el misterio habría que matizar lo suyo, pero en todo caso hay situaciones nada aclaradas. Depende cómo se considere el término o, mejor dicho, el concepto de misterio. El Universo, que está poco a poco cada vez más investigado por astrofísicos, está repleto de misterios para el conocimiento humano, pero al menos una parte pequeña y ya sustanciosa va aportando cierto grado de comprensión, aunque el Universo es tan amplio, complejo y cargado de mundos, digamos, que no nos está aún al alcance. También hay situaciones, comportamientos y ubicaciones en la mente humana que aún no se conoce por qué se producen. Misterio es un término convencional que para mí no implica necesariamente algo esotérico sino de momento indescifrable.
EliminarEstoy de acuerdo con tu segundo párrafo. Los niveles de realidad,o de lo que consideramos realidad, no son percibidos y por lo tanto valorados del mismo modo por unos u otros humanos. Depende de tantos factores a más de la propia disposición mental e intelectual de los individuos, supongo. La vida es tremenda y sorprendente, debe ser motivo de estímulo pero en tantas ocasiones se revelan aspectos negros de la misma, o mejor dicho, originados en el corazón negro de los hombres.
Gracias, Joselu, buenas noches, tema largo.
El “instinto “ de esta entrada me resuena a la diversidad de percepciones sobre “la realidad” entre Freud y Jung, que se admiraban mutuamente pero divergieron básicamente por el concepto de autoridad que él imaginativo y bipolar (y quien no lo es? ....”bi”, como poco) Jung aborrecía, aunque Freud atribuyera su mutuo alejamiento a otras causas tales como las respectivas neuras, por ponerlo suave.
ResponderEliminarEl joven Jung poseía cierta fuerza mental de origen genético y (como su madre) era capaz de engendrar muchas veces inconscientemente lo que se conoce como efectos paranormales tan en boga durante principios del pasado siglo.
También sintió profundamente el sufrimiento paterno y estuvo muy influenciado por él y su entorno... como tantos hijos de vecino, la mayoría inconscientemente; no así “el gurú suizo de Bollinguen”.
Me están instruyendo sus conclusiones vitales de octogenario!
¿Te refieres a "Recuerdos, sueños, pensamientos" de Jung? Tal vez sea más el mundo simbólico que tanto sedujo a Jung lo que aparece en la entrada. Cuando los humanos interiorizamos tanto el sistema de símbolos -los cuales tienen todos ellos una gran intencionalidad, como bien sabes, y pueden y deben ser revisables- `podemos alterar los sentidos de la realidad, yo creo.
EliminarO ahondar en otras realidades. El Arte es buena prueba de ello.
EliminarSeguí su estela y llegué a este rincón.
ResponderEliminarGracias por su visita a mi espacio virtual.
Saludos cordiales.
Pues piérdase en los vericuetos de por aquí. Un espacio también virtual, pero por lo tanto vital (dos letras sobrantes lo matizan)
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