No, tranquilos. Que vivamos en tiempos de la denominada por los medios de comunicación posverdad -¿y cuándo no hubo mentiras, verdades a medias, alteraciones interesadas y difamaciones múltiples, si bien hoy más generalizadas, extendidas y en tiempo real?- no quiere decir que me atreva a modificar la geografía. Simplemente leo en Metrópoli abierta que la remodelación de una calle de Barcelona rotulada Pisuerga -carrer del Pisuerga, para ser más precisos, en el distrito de Les Corts- costará dos millones de euros. La vecindad y su asociación barrial sabrá si es mucho o poco, o si va a ser una remodelación positiva o deficiente, no entro en ello, no moro allí. Mi asombro ha sido que un río de los no principales de España, pero tampoco de los insignificantes pues casi son trescientos kilómetros de recorrido y aumenta su caudal con otros afluentes, tenga una nominación a orillas mediterráneas. Me congratula que su nombre sea al menos posterior a la desaparición del dictador, aunque más me hubiera encantado que proviniera de épocas anteriores a las barbaries del siglo XX. Pero no tiene ninguna importancia.
Siempre he defendido que las calles de nuestras ciudades deberían dar prioridad en sus nomenclaturas -y a ser posible circunscribir en exclusiva- a todos los accidentes geográficos del país o de otros países y continentes, así motivarían al menos a los vecinos a ubicarlos. O bien a otros territorios, sean naciones, regiones, comarcas y urbes del mundanal ruido, y de esta manera habría una intención de recordar los parajes más alejados del planeta. O bien a astros, fenómenos naturales, dimensiones siderales, con lo que nos sentiríamos más hermanados con el Universo. O bien a personajes mitológicos de todas las culturas, cuidando mucho, claro está, que no se evoque en exceso a algunos que aún medran y perduran entre nosotros con su legión de seguidores. O bien a individuos humanos que hayan aportado a la humanidad con cierta o considerable calidad en los terrenos de ciencia, técnica, arte o relaciones humanas probadamente constructivas. Tal vez algún día nuestras ciudades estén libres de referencias bélicas, conquistas, prohombres aprovechados, mesías inexistentes, pregoneros religiosos, líderes con pies de barro y manos peor intencionadas, caudillos infaustos y simples oportunistas de los ciclos de crecimiento de las ciudades, es decir, los vinculados al negocio urbanístico e inmobiliario, que aún cunden entre plazas, rúas y travesías.
Me pasaré un día de estos por la orilla del Pisuerga real y le diré por lo bajines lo de su calle en Barcelona, aunque le traerá al pairo. Porque lo suyo es fluir, que ya lo hacía antes de que los romanos de la IV Legio Macedonica lo bautizaran Pisoraca, desde el norte de la provincia de Palencia hasta su desembocadura en el padre Duero, en la provincia de Valladolid.
Siempre he defendido que las calles de nuestras ciudades deberían dar prioridad en sus nomenclaturas -y a ser posible circunscribir en exclusiva- a todos los accidentes geográficos del país o de otros países y continentes, así motivarían al menos a los vecinos a ubicarlos. O bien a otros territorios, sean naciones, regiones, comarcas y urbes del mundanal ruido, y de esta manera habría una intención de recordar los parajes más alejados del planeta. O bien a astros, fenómenos naturales, dimensiones siderales, con lo que nos sentiríamos más hermanados con el Universo. O bien a personajes mitológicos de todas las culturas, cuidando mucho, claro está, que no se evoque en exceso a algunos que aún medran y perduran entre nosotros con su legión de seguidores. O bien a individuos humanos que hayan aportado a la humanidad con cierta o considerable calidad en los terrenos de ciencia, técnica, arte o relaciones humanas probadamente constructivas. Tal vez algún día nuestras ciudades estén libres de referencias bélicas, conquistas, prohombres aprovechados, mesías inexistentes, pregoneros religiosos, líderes con pies de barro y manos peor intencionadas, caudillos infaustos y simples oportunistas de los ciclos de crecimiento de las ciudades, es decir, los vinculados al negocio urbanístico e inmobiliario, que aún cunden entre plazas, rúas y travesías.
Me pasaré un día de estos por la orilla del Pisuerga real y le diré por lo bajines lo de su calle en Barcelona, aunque le traerá al pairo. Porque lo suyo es fluir, que ya lo hacía antes de que los romanos de la IV Legio Macedonica lo bautizaran Pisoraca, desde el norte de la provincia de Palencia hasta su desembocadura en el padre Duero, en la provincia de Valladolid.
Por cierto, aún no he sabido el significado preciso de la frasecita manida Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. No me huele muy antigua, porque el río bífido del primitivo asentamiento romano o de la ciudad medieval eran las Esguevas, dos ramales que penetraban por diferentes orientaciones de la ciudad y recorrían su urdimbre habitada. El Pisuerga era un río extramuros y solo a partir del XVI se le empieza a considerar el río de la urbe, con la ampliación del casco. También el Duero es otro río del municipio pero, este sí, queda apartado en uno de los barrios más lejanos. Ciudad de ríos ésta y de capas freáticas a poca profundidad. Si alguien podría reivindicar al Pisuerga antes de llamarse tal sería el poblador celta -vacceo, para más señas- que tuvo su modesto poblado de ochocientos años antes de nuestra era en uno de los meandros que forma el río de manera espectacular en los límites de la ciudad. Y todo esto viene a cuenta de una calle de Barcelona que se bautiza Pisuerga.
(Ambas fotografías corresponden al paso del Pisuerga por Valladolid, en dos direcciones opuestas)
Amigo Fackel, te preguntas: "¿y cuándo no hubo mentiras, verdades a medias, alteraciones interesadas y difamaciones múltiples, si bien hoy más generalizadas, extendidas y en tiempo real?", siempre ha habido mentiras, pero no sé si siempre había ocurrido el fenómeno mezquinio de la posverdad, esto es: aceptar la mentira sabiendo que realmente es mentira y votar en consecuencia, es decir, votar a favor del mentiroso. Lo que cuenta no es la verdad, la mentira, o la posverdad, lo que realmente cuenta es el espectáculo frívolo, si la mentira se repite mil veces en los medios acaba aceptándose, sabiendo quen es un engaño, pero como sale por la tele pues vamos a seguirla aunque nos lleve al precipicio y estando, además, convencidos de que el precipio es profundo y doloroso, pero es cuestión de seguir la mentira que para esto la repiten, lo sabía muy bien Göbbels.
ResponderEliminarYo también soy partidario de que en el nomenclator callejero se utilicen nombres geográficos, ríos, mares, montañas etc. e incluso nombres de alimentos, ¿por qué no calle del huevo frito? o del bacalao al pil-pil, dede luego mucho mejor que el nombre de un político o de un promotor de la posverdad.
Abrazos
Ciertamente tienes toda la razón. La sociedad española asumió las mentiras del franquismo como verdad, PERO tras el crimen generalizado del régimen, la persecución, el exilio y la purga general del disidente. Vale. Pero la sociedad alemana fue asumiendo y admitiendo toda la sarta de mentiras del nazismo por conveniencia, y así la complicidad social se fraguó y no me vengan con gaitas porque hasta historiadores alemanes actuales lo reconocen. Sin la asunción de la sociedad, lo cual no quiere decir que todos y cada de sus ciudadanos, de Alemania el triunfo, desarrollo y barbarie de los nazis no habría sido posible. En efecto, incluso lo escuché el otro día en no sé qué película de tema norteamericano, tanto repetir la mentira se acaba aceptando como verdad, decía un personaje. Creo que esto ocurre en el plano de la política nacional española, en diversas esferas, pero ahora mismo es descarado el panorama catalán donde parece que para no sé si dos millones o los que sean, parece necesario convencerse de lo que no es. Esto ocurriría también en épocas de mis abuelos carlistas que debido al territorio en que habitaban, que creían el mejor del país porque no habían conocido otro y la religión -ay, la religión- les inoculó la corta de miras.
EliminarAcepto las denominaciones de calles con alimentos o platos, son más dignas que las nominaciones estrafalarias o falsarias.
Cada vez cuesta más ser libre pero también es mayor la satisfacción, entendiendo por libertad no la de los mitos de los politicastros sino la interior, la principal la del pensamiento.
Un abrazo.
Ayer, a primera hora de la mañana, un Juzgado zumbaba como un nido de abejas. Después, allí mismo, me quité la ropa de trabajo y releí alguna de tus gloriosas entregas y los comentarios de los magníficos escritores/as que las rodean. El Juzgado se convirtió en uno de los lugares más remotos de la tierra.
ResponderEliminarPor arte de magia, me diluí en uno de los últimos reductos celtíberos. El más resistente de celtiberia.
No me imagino a un juzgado como colmena, pero si fue para ti un lugar recóndito y apacible y más el blog, pues me alegro de la serenidad numantina y resignada que te invadiera (y no soy de los que hacen mito de Numancia, ni por el forro, además fueron perdedores)
Eliminar¿La masacre de Numancia sería más exacto? No me refería a ellos, pero sí, por supuesto que sí, perdedores y asesinados. El tema sigue vigente. Si quieres, la próxima primavera te pones seis o siete vacunas, viajas un par de semanas conmigo y lo constatas de primera mano. Tranquilo. Yo te salvo.
EliminarLos romanos no se anduvieron con historias, sin duda. Me imagino que todo África, por citar un gran espacio, da para muchos casos y ejemplos. Me lo pensaré.
EliminarMientras te lo piensas y solamente por pensarlo, mereces que brinde por ti como lo harían los romanos: Bene te, bene me!. Si tú estás bien, yo también...
EliminarAquí tienes mi mano. Sujétala fuerte, caballero. Nos vamos.
EliminarQue el viaje sea rico en venturas y conocimientos.
EliminarPues yo tengo idealizado un nombre que también es de la zona de donde nos comentas, se trata de Caponata. Me recuerda la gallina que tan buenas tardes me hizo pasar.
ResponderEliminarSi. SI tuviera un gallinero la gallina principal se llamaría Caponata, y el gallo...el gallo Espinete, por supuesto.
Un abrazo
Caponata es un guiso siciliano, no sé de ningún lugar que se llame de ese modo, salvo que se trate de un restaurante que desconozco.
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