Siempre me han gustado las historias japonesas. Desde los viejos monogatari a las novelas del XIX y el XX que nos llegan con buenas traducciones, de autores que apenas conocemos. Hasta los efímeros cuentos que aparecen por la red. Cuando veo una fotografía de Nobuyoshi Araki me descoloco. Rompedor, herético, iconoclasta, instintivo, explorador. Un mundo aparte que no todos aceptarán. Pero hay muchos más autores de fotografía japonesa actual que me prenden. Daidö Moriyama, Eikoh Hosoe, Miwa Yanagi, Shuji Terayama, Hiromix, Kishin Shinoyama, Masao Yamamoto, Kishin Shinoyama, Miyako Ishiuchi...es agotadora la lista. No en vano la fotografía japonesa ya tiene sus precedentes de alta calidad desde el siglo XIX tales como Kusakabe Kimbei, T. Enami, Uchida Kuichi, Ueno Hikoma, Beato, Von Stillfried...He visto fotografías de ese siglo de Japón en el Museo de Arte Oriental de Valladolid, con técnica antigua, que son un tesoro. Pero hoy encuentro este rostro que Araki dota de una calidad especial. Lo encuentro en este relato:
https://ehchiton.blogspot.com.es/2017/02/en-el-estudio-del-fotografo-tatsuaki.html
Celebro la vuelta del escritor.
ResponderEliminarY yo que prosiga la historia.
EliminarAmigo Fackel, hay muchos que tienen la piel demasiado fina y se escandalizan.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
La peor piel siempre es la de la hipocresía y las moralinas al uso. Esos mismos que luego permiten la libre venta de armas a todo dios.
EliminarSiempre he creído que la fascinación de una fotografía es la simple realidad si ningún artificio.
ResponderEliminarUn abrazo, Fackel.
Sí, hay fotografías que se salvan de lo falso, del negocio y de una dudosa estética. Buen día.
Eliminar