Somos bípedos desde hace tiempo. Bailando para otros bípedos. Esperando que nos coreen, nos jaleen, nos aplaudan. Nos dediquen bellas expresiones. Nos brinden palabras enaltecedoras. Nos susurren con ternura. Somos bípedos que devolvemos los gestos unas veces. O que nos enrocamos presuntuosos en la vanidad, urdida de modales pasajeros. Imagino lo henchida que tiene que estar la destinataria del mensaje. Póngase en masculino para ampliar el campo de posibilidades y equilibrar la dedicatoria. Este bípedo, que mira y se apunta muchos de los mensajes de la calle, no acaba de sorprenderse de las confesiones que pueden trasladar al transeúnte las palabras escritas en una pared. Algunas rompen la trivialidad ordinaria. El ejercicio declaratorio que se muestra aquí tiene visos de autenticidad. Aunque nunca se sabe. La publicidad se superpone con sus ardides tantas veces a la sinceridad cotidiana de los bípedos... Creámonos el mensaje, no obstante ese punto dulzón, elevado para los que tenemos las sienes albas. Disfrutemos de lo inocuo. Obviemos que pueda contener un ápice de inicuo. Veamos también otros tipos de amor, a citar: Vindicación de Sintaxis. Triunfo de Ortografía. Corrección de Caligrafía. No es poco para los bípedos. Aunque nada comparado con aquello de bajar de los árboles.
(Nota Bene. Quién pudiera sumarse a los felices 19)
¡No estoy seguro que bajar de los árboles fuera inteligente!
ResponderEliminarFue un hecho, una necesidad biológica. De lo que se trata es de saber caminar, es ahí donde se pone en cuestión la inteligencia, en los fines y en los medios para alcanzarlo. Por otra parte soy receptivo a cualquier forma de inteligencia tangible, real y capaz de ser asumida por el yo-especie. Nada de metafísicas, por supuesto.
EliminarNo volvería a mis 19 ni en sueños. El segundo cartel en la suposición que sugieres resultaría halagador cuanto menos...quizá exagerado referido a una mujer porque nada puede superar la melodía intrínseca y ello no es propiedad de género sino de circunstancia, en todo caso.
EliminarNo serían tan malos los 19, mujer, además tampoco se trata de vivir una fecha exacta, simplemente de recuperar une certaine de jeunesse...
EliminarFatales, te lo aseguro, los 44 también. En cuanto a la jeunesse, anda claro, eso está hecho pero debo disimular porque se me podría tomar por lo que no soy y resulta muy molesto. Comprobado desde "mocita". ¿Tu crees que si no hubiera sido por mi continua locura juvenil habría tenido tanta actividad? Lo que ocurre es que escribo muy serio sin darme cuenta,(parloteo y escritura parece que se encuentran ubicadas en distintas áreas del cerebro) pero como contrapartida quien me conozca bien sabe que soy una gamberra redomada, de ahí mis quejas ante cualquier tipo de limitación. Lo que ocurre es que para sobrevivir conviene ser prudente y ya me he pegado demasiados tortazos como para no serlo y después incidir en pensamientos de inadecuación. Al leer la "nomenclatura ancestral", es lo primero que salta a la vista.
Eliminar¿Por qué crees que muchas veces "no se me entiende"? Pues por eso mismo.
No te arrepientas nunca de escribir para ti misma.
EliminarNunca mejor que hoy, al menos en mi caso.No tengo nostalgia de mi juventud porque era un continuo batallar en permanente confusión.
ResponderEliminarSe mitifica la infancia y juventud, pero siempre se hace desde la madurez y vejez, que memoria más engañosa tenemos los bípedos.
Digamos que las confusiones vitales se viven de distinto modo en unas edades que otras. Estoy de acuerdo contigo, esa mitificación peligrosa...
EliminarEs mucho,como dices. No sé si será o no un mensaje patrocinado...
ResponderEliminarComo aparezcan más mensajes de esa guisa por la ciudad te diré. Acaso es una competencia entre mensajeros de lo risueño.
EliminarLa memoria es selectiva y tiene un efecto emoliente, recordamos con gusto los halagos y admitimos con cierto aprecio una publicidad engañosa que nos habla de la corrección y del triunfo de las ideas que compartimos, sólo de las que compartimos.
ResponderEliminarUn abrazo
Francesc Cornadó
Ese pequeño pero discutible derecho a disponer de nuestro propio maniqueísmo, acaso.
EliminarLo de las sienes albas da qué pensar en que un@ ya ha escrito muchos mensajes por esas paredes de dios destinados a un receptor-a que igual no acaba pillando su verdadero significado, pero... ¿y qué?
ResponderEliminarA mí me pilla ya lejos el interés por las pintadas que tenían mensaje en mi juventud. Y que arriesgábamos mucho al plasmarlas. Entonces duraban tan poco...Pero cuando veo alguna rompedora, que no lo es tanto, pero al menos rompe el esquema de los grafiteros flojos, fofos y cutres, pues me da cierto placer. Si se toman las paredes, por favor que sea con cierta estética y mucho contenido. Mi problema es que todo lo que veo, huelo o escucho me hace pensar, no sé si es bueno o malo, pero me dice que sigo vivo.
EliminarEs una pena que no quede nadie que recuerde cómo era vivir en los árboles...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Obviamente, pero algunos parece que pregonan con sus mentalidades e ideologías un retorno a las ramas, ¿no crees? Un abrazo.
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