"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 13 de septiembre de 2015

Hallazgos: filamentos













Los seres humanos son hilos, pero se mencionan unos a otros con nombres robustos. Una apariencia de salud y desarrollo al que llaman normales exige términos que exhiban fortaleza. El decaimiento o la enfermedad remiten al hilo finísimo donde se regatea seguir o no seguir enteros. Los filamentos son lo más aproximado a la reducción y, por lo tanto, a la evanescencia. Un humano se valora a sí mismo en tanto en cuanto se considera volumen y ocupa espacio. Exige que se le reconozca, no importa su configuración, su peso o su representación, como una dimensión física. Los humanos se apartan al paso de otros humanos no tanto para no chocar sino como signo de reconocimiento entre ellos. Cierto que hay también seres sumamente frágiles que pueden ser ignorados a primera vista, pero ya se encargan ellos mismos de utilizar otras defensas, tal el tono de voz, el paso acelerado o una agitación mental que acaba haciéndoles más reconocibles incluso que las corpulencias ostentosas. Si los seres humanos fueran meros cuerpos rígidos serían formas geométricas. Si se les diera a elegir entre dejar de existir o permanecer como estructuras geométricas amorfas, los humanos elegirían éstas porque ven en ellas una proyección de su perímetro corporal más que de su cerebro más profundo. Cambie cuanto cambie el cuerpo de un humano a lo largo de su ceñida existencia el individuo se regodea en los diferentes planos de sí mismo. Muchos prefieren sentirse parte de la cristalografía antes que del ejercicio del pensamiento. La volatilidad ahuyenta y pocos son aquellos seres que se identifican con el tallo delicado de una planta, un vilano, un copo de nieve fractal o una semilla. 


(Cierta marinera en tierra que llegó en otra edad me trajo una ligera porción de flora marina, arribada a la playa. La denominó restos del mar y yo llegué a pensar, en mi inocencia, que el océano estaba llegando al fin de sus días y que nos entregaba en herencia pequeños testimonios de sus entrañas. Hoy algunos sabemos que los pecios a la deriva tienen nuestro rostro y se observan mermados en los despertares cotidianos con olor a salitre o heno)  



4 comentarios:

  1. Belleza de imagen y de texto, hermano. No lo estropearé con comentario al uso jotero.
    Jajjj y mire usted que ahora a estas meninges supuestamente de mi propiedad terrena les ha dado por sentirse una jota patria, ni milano, ni semilla, ni fractal.
    O será porque ando alegremente ocupada en menesteres diversos.

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    1. Tras la densidad siempre cabe hallar la liviandad. Nos espera.

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  2. Bona reflexió. Ens cal el nostre espai vital, creure que tenim ànima.

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    1. Todo reside en la conciencia sobre ese espacio vital, para mí no reside solo en una dimensión geométrica y la fantasía tampoco la define del todo y la racionalidad sirve pero es limitada. Qué importa. Se trata de sentirnos vivos ante todo y escuchar el oleaje sensorial.

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