Extraño tiempo éste donde no se encuentra al hombre y menos su atributo. Oculto bajo ropajes de pautas, modas o ideologías varias y trapaceras los individuos se instalan ocupando frágiles y diminutas parcelas de la superficie de sus vidas. Todo gira entonces en torno a la apariencia y al orden. Ah, debe ser ése el rostro de la cultura presente. Si el hombre es algo más, sólo se reconoce en su ámbito escondido. No renunciar a su refugio personal (sería mortal verse desprovisto de él) le dota de capacidad resistente e incluso creativa, pero no implica mayor acción. El hombre, para afirmar sus atributos, tiene pendiente una extensión. Definir con otra práctica unos atributos que se merezcan el nombre. No mostrarse únicamente como el personaje articulado cuyas medidas y movimientos son dispuestos y manipulados por otros. Tal vez es mucho pedir.
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En la presente sociedad mortal de necesidad sí que parece mucho pedir. Allá quiénes se conformen, son nonatos a otras realidades por tanto....ni siquiera inocentes.
ResponderEliminarMe gusta esa idea de los nonatos a otras realidades, sí.
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