Has sido clara en la tertulia de esta tarde, Safo. Lo importante es la espontaneidad, una reacción efímera que nos hace sinceros. Eso has defendido. Y por ello improvisar nunca es desastroso, sino que adquiere un doble valor. Bien te has despachado, y yo lo transmito. Alguien había propuesto hacer una fiesta para agasajar al recién llegado, has dicho. Pero, ¿acaso no es una celebración el sencillo bienestar de una tarde cualquiera en que los amigos se encuentran y con su coloquio ya agradecen el sentido de la existencia? He aquí al lejano vecino que ha desafiado nuestro mar proceloso para convivir con nosotros. ¿Era acaso necesario algo que no fuera sino invitarle a participar de modo natural en nuestras costumbres cotidianas? Bien, pues él y nosotros estamos aquí para un intercambio. No hablo de una compraventa ni de una concesión ni siquiera del mismo bagaje que portamos cada uno en nuestro pensamiento. En los intercambios lo más importante no es siempre el alcance de cuanto conocemos, sino simplemente el aire. Puede parecer que el aire, se trate de la tierra del visitante o de la nuestra, es siempre el mismo, sople con la intensidad que sople, burle o arrope a los de una costa u otra, lleve sones de guerra o ecos de victoria, anuncie tormenta o quietud. Oh, qué vital es el aire. Éter, rumor, silencio. ¿Quién puede delimitar su espacio si carece de espacio? ¿Quién puede arrebatárselo al otro si no tiene bandera? ¿Quién puede trocearlo si es indivisible? Así pues, el aire es lo que compartimos y lo que nos arrebata. Hoy la tertulia es una celebración, sin necesidad de extender viandas o hacer correr el arrope o el vino. La celebración de nuestra presencia. La recepción de otro hombre que habita la dimensión inconmensurable del aire.
Creo que algunas personas se han aturdido al escucharte hablar de esta manera. Pero tú has sido benévola.
(Obra de John William Godward)
Me sumo, con permiso, a esa celebración para escuchar cerquita la claridad lúcida de Safo y para deearte unas fiestas cercanas y entrañables, al calor de la inteligencia. Abrazos desde Rivas.
ResponderEliminarSumémonos todos a la celebración de la Esperanza, al calor de la sensatez y del cariño, en la medida de lo posible, José Luis. Un abrazo desde esta orilla multifluvial.
EliminarAmigo Fackel, tu texto es extraordinario, coincido en tu valoración del intercambio y déjame ahora que suelte una opinión sobre mi poeta querida, Safo, la belleza de doble espejo.
ResponderEliminarSafo enseñaba música a las muchachas de la clase alta. Como siempre corrían malos tiempos para la lírica y pocas eran sus alumnas, pues el problema de supervivencia era bastante general.
Dadas las circunstancias y el panorama que le tocó vivir, no me acabo de creer la opinión generalizada de que la poeta y sus discípulas estuvieran transidas de amor. Lo suyo era la ironía, ahí reside la más elevada forma de la inteligencia humana. Safo era inteligente, irónica y semejante a las musas que tienen que lidiar con la inclemencia de los dioses.
La historiografía anglosajona, puritana y calvinista se entretiene en los asuntos del hipocondrio y juzga la obra humana, artística o poética con criterios muy extraños que a este lado del árbol de Minerva nos resulta difícil de comprender.
Reducir la obra de Safo a sus relaciones amorosas, a consideraciones románticas más o menos sentimentales es abreviar, es un reduccionismo perverso.
Salud
Francesc Cornadó
Acaso siempre los aprendices de verdad han sido escasos, porque es tema de calidad y no sólo de cantidad. Si Safo y demás cultivaban las letras, entre otras prácticas intelectuales, me las imagino más bien en un bucle permanente de intercambios y juegos cuya frontera ni ellas mismas acaso establecían. Yo tampoco me creo ni de Safo ni de casi nadie, sobre todo del pasado lejano, que personajes y situaciones fueran como nos han contado...los intermediarios. Unas culturas han hecho de vehículo de otras, para bien y para mal, y con religiones y morales hipócritas y vengativas de por medio, y mucho de lo que sabemos o nos han interpretado, mejor dicho, sobre la Antigüedad ha pasado el tamiz, rodillo o excavadora de ideologías modernas. Habrá que seguir explorando y, como yo hago, imaginando.
EliminarUn abrazo, salud siempre, Francesc.