De ordinario, cuando sueño con una caída mi cuerpo se precipita violentamente y abro los ojos con espanto. Esta noche no sucedió así. Caí de incierta posición y con tal intensidad que padecí no tanto por los seres que me acosaban como porque aquello fuera inacabable. El tiempo se imponía a las sensaciones. Las lianas de las horas urdían mi trampa y acaso mi secuestro. Eran húmedas, y sus ásperos perfiles raían mi cuerpo hasta despellejarlo. En un recodo del espacio por donde me precipitaba al misterio quedé prendido entre un bucle de floresta. Cuando comenzaba a desprenderme también de él una voz me sujetó. Llevo tratando de identificarla desde que he despertado. No pienso. Solo intento percibir a través de la misma lengua que hablaban las otras sensaciones.
(Dibujo de Inés González)
Anys enrere tenia sovint aquest somni de caure, que produeix una desagradable sensació a l'estómac. Vaig aprendre a despertar-me abans d'arribar al final i des de llavors no l'he tingut més. Hi ha somnis recurrents en una mateixa persona. I somnis universals, com aquest que dius. Són etapes que passem, però la seva anàlisi no deixa de ser curiosa.
ResponderEliminarVaya, Olga, se ve que cada cual tiene sus métodos reflejos. Lo que no sé es como habrás podrido aprender antes de la catástrofe...Creo que el cuerpo onírico provee en su pulso con el cuerpo total y pactan una salida airosa. Por la cuenta que a ambos les tiene.
EliminarBucle de floresta, mola mucho...
ResponderEliminarOcurrencias, Zenon, simple ocurrencia.
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