Los hastíos de Job no solo miran hacia fuera, sino que se enrocan en su intimidad. Si los que se reclaman motivados por el exterior provocan en él la expresión de un gesto hosco y un comentario mordaz, pero al menos le permiten desahogarse, los hastíos interiores tienen otra factura. Saben amargo, precipitan anudamientos de las vísceras y solo conocen ayes callados que piden a gritos ser desalojados, antes de que sea demasiado tarde.
(Imagen de Ralph Gibson)
Invitación - E
ResponderEliminarSoy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com
Bem-vindo, José María. Obrigado pela sua visita.
EliminarPobrecito Job, de veras, si por mi fuera intentaría mostrarle la manera de ejemplificarle tanta amargura mediante la máxima simplificación posible, en grado supino, mucho nihilismo y un cierto grado de humor. La inteligencia, el ego y demás circunvoluciones al margen.
ResponderEliminarAsí, por ejemplo el hecho de leer "Las hostias de Job en lugar de Los hastíos" ejemplifica el estado de ánimo del presente lector, en este caso lectora, más simple que un grano de arena y con cada vez menor capacidad para el sufrimiento el cual no busca la simplicidad sino "la complicación". Bs.
Tal vez te escuche el pobrecito Job. Buen día.
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