"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 3 de octubre de 2011

demasiado tarde


Demasiado tarde para leer los libros no leídos. Por supuesto, no piensa tanto en la cantidad como en el interés de algunas obras de cuya existencia se enteró cuando su vida iba de vuelta. Demasiado tarde para llegar a las buenas letras que han convertido su vida en una vorágine más intrincada de lo que ya es de por sí sin leer. Ahora que puede acercarse a ciertas claves, reconocerse en determinadas situaciones narradas, captar las tramas noveladas como si fueran reflejos de las existencias humanas, ahora es cuando no da abasto. No es que su pasión merme, ni que el placer que obtiene rebaje la atracción, ni que pierda interés por la arquitectura de las formas y el engranaje de los argumentos. Es una sensación de desasosiego ante tanta belleza. Una incapacidad de aprehender géneros tan diversos como enriquecidos por las manos que moldean sobre los barros exquisitos con los que se hace la materia narrativa. Ve en toda obra un relato de los sentimientos. Piensa que si no existe expresión de los sentimientos en un poema o en una novela o en un texto inclasificable las letras nacen muertas. Cata en cada libro el descubrimiento de las sensaciones, las que van a servir de vehículo de la afectación interior. Sin sentimientos y sensaciones no hay paisaje que se perciba en todas sus dimensiones. Teme que ese toma y daca entre él y sus lecturas puedan tener los días contados. Muchas noches se queda encendida la lámpara de la mesilla mientras cae rendido. Casi a propósito, como un guiño a su pasión y un desafío a sus limitaciones. Si alguien leyera en sus sueños…




(Fotografía de Gilbert Garcin)

2 comentarios:

  1. Desafío indicio de vitalidad, no importa la derrota. Besso.

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  2. Emejota. Pero los límites están ahí. Desafiar hasta el final puede ser conducta de locos. Pero te doy la razón: también de vitalidad.

    Buena noche.

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