…no nací para esto. No debería decirlo. Tal vez sea tarde para darme cuenta. Era la tradición. En las familias humildes siempre sobraban hijos. Dios los había enviado pero no había provisto por ellos. Otros se fueron más allá del océano, algunos a la guerra de Marruecos. No sé qué vieron en mí o si fue que me tocó. Después de tantos años predicando y administrando sacramentos, hoy dudo. Hay algo en el ambiente de la comarca que crispa. Los periódicos que llegan de la capital reflejan desentendimientos por todas partes, aunque conociendo a los dueños de la prensa me parece que muchos de los problemas que plantean están inflados o no son tan graves. ¿Será que están buscando que lo sean? Yo, que trato directamente con las gentes, conozco mejor los problemas que muchos de esos gacetilleros o que los diputados que discuten bizantinamente. Pulso la opinión, atiendo las cuitas de los vecinos, no les aconsejo para que obren en contra de sus tendencias. Confían en las medidas que ha tomado el gobierno y recelan de la oposición que practican los grandes propietarios rurales. Me siento extraño. Extraño entre los míos, extraño entre los feligreses. Cada vez me gusta menos ser aquiescente con los caciques y con esos funcionarios que van detrás de ellos, esperando prebendas a cambio de favorecerles negocios. Me enseñaron y enseñé que debemos llevar el mensaje a todas las clases de la sociedad. Pero el mensaje no cala de la misma manera. Diría que todavía menos en los pudientes, donde reina la falsedad, la apariencia y el pésame señor. Y ahora que presencio cómo se agudizan las posiciones me pregunto de qué sirve el mensaje. Da miedo reconocerlo, pero me falta la fe. O al menos la fe que nuestros superiores reconocen. Pero la otra, la que podría valer, la que debería asentarse en la justicia, la tolerancia y el reparto de bienes, no se manifiesta. Y si lo hace, no viene de nuestra mano. Creo que la fe de institución ha desplazado a la que de verdad requiere el mensaje del Sacrificado. Soy diferente, lo reconozco. Tal vez por eso, cuando ha habido reuniones de sindicatos campesinos, me han dejado estar en ellas, incluso me han permitido tomar la palabra. No me han importado las amonestaciones de mi superior cuando se ha enterado que he participado en actos que él llamaba mundanos y antieclesiásticos. Es probable que no sea el único que me porte así, pero esta vida entre dos aguas suscita angustia. Los clérigos hemos estando siempre besando la mano de los ricos porque, nos decíamos, nos daban de comer. También nos han dado de comer los de abajo y les hemos despreciado, y hemos hecho de correveidiles de aquellos. Si sucede algo, no podré actuar como hasta ahora. Sé con quién estoy, aunque no comparta algunos métodos…
No sabes que bien te entiendo, aunque procredente de un mundo bien distinto. Beso.
ResponderEliminarQuería decir "procedente". :)
ResponderEliminarPor aclarar, Emejota: yo tampoco procedo de ese mundo del relato.
ResponderEliminarUn beso y gracias por seguir mis letras.
Por aclarar Fackel: en mi peculiar y apartado mundo, pertenecer al clero tan solo me indica una procedencia, una cuna, un país, una circunstancia, a veces hasta una anécdota vital, como ocurre con el resto del "personal" incluido "mi mascarón de proa". Beso.
ResponderEliminarEmejota. Sí, este país está muy caracterizado (e incluso caricaturizado) por la existencia de esa casta que ha pervivido a lo largo de los siglos.
ResponderEliminarTe recomiendo las dos páginas que vienen hoy en El País sobre algo que les afecta y nos afecta. O cómo no respetan el Sétimo Mandamiento. Lo puedes ver arriba en la columna de la izquierda o en:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Iglesia/inscribe/propios/miles/inmuebles/elpepisoc/20110711elpepisoc_3/Tes
En fin. Buen día.
¡Qué pocos de estos había!, y los que hubo trágico final tuvieron.Y hasta finales de los sesenta-principios de los setenta, la Iglesia oficial siguió siendo igual (fascista en la teoría y en la praxis).
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues, sí, Carlos. Yo no conozco muchos casos. Pero mi qué casualidad. Viene en El País este artículo:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/espana/59/fusilados/nombre/enterrados/barrenderos/pueblo/elpepunac/20110711elpepinac_13/Tes
Así que he quedado conmocionado. La realidad, como siempre, supera lo ficticio. Pásmate.
Salud.