He sudado mucho esta noche. Creo que me resfrié ayer. Malena me dejó plantado bruscamente a la puerta de su casa. No sé si fue un aviso, pero tuve que volver solo; tomé el último metro y anduve un rato acosado por las cuchilladas húmedas de las calles. Bebí para entonarme un vodka añejo que tenía en casa. Y de paso diluir el malestar causado por la defección de Malena. Mi cuerpo se ha retorcido entre las sábanas. En la congestión no he distinguido si era pensamiento o fantasía. Desde una distancia invadida de luz Malena y Martina me sonreían. Se cogían de la mano y bailaban pausadamente; de pronto se separaban y arrancaban veloces, trazando círculos, como derviches giróvagos, manteniendo una extraña concentración. Se acercaban a mí como posesas, pero a medida que estaban próximas perdían su ensimismamiento y arrancaban a reír exageradas y divertidas. Intentaban rodearme, pero me apartaba de ellas. Tiraban de la sábana tratando de arrebatármela, pero yo me resistía contumaz, como si en ello me fuera la independencia o la energía. Pero mientras Malena me zahería y se mostraba agresiva conmigo, Martina permanecía en segundo plano, expectante, retraída, irresoluble. Michal, elige, me imprecaba Malena. Que elija, ¿qué?, le decía yo confuso. Escoge entre una Malena o la otra. Entre la Malena que te exige y la Malena que te implora. Entre la que quieres controlar y la que no se deja arrebatar por nadie. Entre la Malena pérfida y la Malena inocente. Entonces sentí que me ahogaba en sudor, que mi propia transpiración se convertía en una ajorca que ceñía mi garganta. Y que Malena apretaba con sus manos aquella argolla invisible destellando una mirada extravagante, enfurecida. Martina, distante, observaba atemorizada y benévola, y en su apocamiento emitía un grito agudo cargado de súplica. Me despertó el teléfono. Medio atontado, lo cogí y era Malena. ¿Pero cuál de las dos, la falsa o la verdadera? Michal, Martina no se ha presentado en la biblioteca y nadie sabe de su paradero. En un instinto traicionero, apenas en mis cabales, miré el otro lado de la cama. Sólo había vacío.
¿Momento Draghi para la Argentina?
Hace 22 minutos
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