"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 13 de abril de 2011

Malena S. / 5



¿Sabes lo que más me gusta del cementerio judío, Malena? Que es una alfombra vegetal, uniforme y selvática desde que entras por la puerta. Los árboles tan frondosos, las enredaderas que suben por sus troncos, la hiedra que cabalga entre las tumbas. Podríamos venir un día a comer al estilo campestre y seguro que sentiríamos las mismas sensaciones que en uno de esos parques naturales. Malena me miró socarronamente y echó a reír. ¿Y qué diría el guardián de las esencias finitas que te puso la kipá a la entrada, Michal? Ahí hay muchos miembros enterrados de las clases pudientes de la ciudad. Los granitos y los mármoles que adornan sus sepulturas les delatan o mejor dicho, hace evidente lo que fue su condición social. Y que conste que tampoco me gusta hablar de esta manera de vecinos que fueron perseguidos solo por su pertenencia a una estirpe considerada maldita, y eso que muchos no se reconocían en ella. Yo seguía iluminado por la imagen deslumbrante del Zidovtské. Pero es verdad, le dije, cuando me traes cada año a tu particular homenaje salgo con la misma idea. Las tumbas pasan a segundo término y más allá de los muros no existe ni Zizkov ni Vinohrady ni el resto de los viejos municipios que han nutrido la ciudad moderna. Tengo la impresión de estar en cualquier bosque de Bohemia. Antes de que la lluvia ácida los maltratase, ¿no?, me interrumpió Malena con una de sus salidas radicales. Oh, no me hagas caso, Michal, tengo que ver siempre el lado oscuro de las cosas. Debe ser por eso que me cuesta tanto ver la belleza, y no es que no la vea, no es que no se me plante delante, es que me cuesta dar un paso y entregarme a ella. Lo sabes muy bien, Michal, la belleza me hace infeliz, porque no creo que tenga un único rostro. O porque yo misma no sepa percibirla. Intuyo que sus dimensiones superan mi capacidad de llegar a ella.

3 comentarios:

  1. Su dígalo con flores me ha encantado Fackel.
    Nosotros lo hemos celebrado con vermú republicano en la plaza del pueblo, bajo la sombra de la tricolor por supuesto.
    Un fuerte abrazo.
    (El próximo berdejo va de mi cuenta)

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  2. Hoy, el día después, baja de la cabecera a la fecha. Pero me alegro que te gustara mi ocurrencia. Supongo que el vermú os sabría a poco.

    (El próximo verdejo será de la mejor marca, y a mi cuenta, hombre)

    Un abrazo grande.

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  3. El vermú excesivo y generoso me hizo confundir la geografía aragonesa (Berdejo) con la enología castellana.
    (Si el verdejo corre de su cuenta, mía será la garnacha)
    Fortal abrazo, chirman Fackel.

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