"...No puedo resistirme a dejar que hablen los elementos. Me gusta escuchar la palabra de la desolación. Allí donde la destrucción ha dejado una huella imperdurable. A veces permanece el texto implícito de unos cristales rotos. Las ruinas preservan algo de la solidez que debió tener la obra antes de la decadencia. Me interesa el residuo, por lo que aún hay de pureza en él. Eso me ayuda a recuperar una imagen próxima a una supuesta realidad anterior que no conocí. Pero aunque distinguiera de modo más o menos cercano esa factura previa, no es lo que más me interesa. Lo que me atrae ahora es el momento del estado de ese objeto. El tempo particular que lo hace diferente a otros objetos clónicos. Para ello necesito aprender a mirar con otros ojos. Ya no me fío de las imágenes que me han trasladado. Ahora busco el corazón del silencio. Sus latidos no los oye nadie. Pero cuando me acerco al objeto hay una mano magnética que me arrastra hacia él. Insisto. No se trata de ver la ventana reconstruida; no tendría ni sentido ni utilidad ni podría percibir su acabado. Hago, por lo tanto, mía esa adherencia fractal que se constituye por sí misma. Nadie previó el resultado. Pero yo debo aproximarme a él y comprenderlo..."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
..pero eso es Wabi sabi, que bueno.
ResponderEliminarfeliz día.
Buscas la pureza del residuo, el corazón del silencio, ejem...
ResponderEliminarAhora te diré, al igual que un día te dijera, creo que Francisco Aranguren, en un comentario de otro post tuyo: "Ten cuidado, amigo, te estás acercando a la sabiduría".
Feliz noche hermano Fackel.
Besos.
Acercarse a la esencia de los objetos, a su realidad,aprehenderlos, sea cual sea el estado en el que se encuentren, se convierte en una especie de unión con ellos. Una suerte de comunión, quizá. Y creo yo que proporciona un "estado de gracia"similar.
ResponderEliminarFeliz contemplación, Fackel.
Hola, Tula. Pues no sé, uno no sabe mucho de los conocimientos japoneses. Habrá coincidido. Los hombre coinciden con mayor frecuencia de lo que creen. La naturaleza inspira a unos y otros estemos donde estemos. La observación empírica es un factor compartido inconscientemente.
ResponderEliminarGoza la noche.
Sí, Saga. Lo busco sin encerrarme en un monasterio ni retirarme a un valle perdido. Lo hago desde mis límites interiores. Escaso e imprudente territorio donde uno no sabe siempre estar, ni conoce lo suficiente aunque presuma a veces de ello.
ResponderEliminar¿La sabiduría? Exageras el tema. Tamaña proeza no reservada para este mesetario confuso pero no desalentado. Vieja obsesión inalcanzable de los humanos. Otro absoluto que ni me planteo. Un tema colectivo, en todo caso.
Besos.
Así lo siento yo también, Lagave. ¿No sucede con frecuencia que vinculamos estado de los objetos y estado del sujeto que lo observa? Y esa idea, descubrir el estado de gracia, tanto en cada objeto que signifiquecomo en cada acción que revele, construye al individuo. A mi siempre me ha venido bien.
ResponderEliminarFeliz nocturnidad en calma.
dificil de describir!
ResponderEliminarFelicidades x el blog!
Gracias por pasarte, BAM. ¿Cuál es lo que te parece difícil de describir? Lo siento si soy oscuro.
ResponderEliminarVuelve cuando desees.
Percibir la esencia de los objetos, comprenderlos con una mirada más profunda y formar una especie de comunión. Compartir un té o café contigo sería muy enriquecedor.
ResponderEliminarPercibir, aproximarnos, a objetos o individuos es interesante siempre. No sé hasta qué punto los comprenderemos y en cierto modo siempre hay un vínculo pasajero o no, y esa comunión, relativa, se activa para llegar unos a otros. Del modo que sea. Que el anhelo de entendimiento no desaparezca nunca, porque mira que es difícil lograrlo. Compartir es algo posible cuando se escucha, uno es más de café, pero no como en mi juventud cafetera.
Eliminar