viernes, 25 de diciembre de 2009
Protección
Piedra entre las piedras
cercada
por piedras que se sujetan sobre otras
piedras
protegida
por las piedras que emergen
no tan antiguas ni tan perfectas
imitada
por piedras heridas
en el espejo mimético
ellas
quieren ponerse en el lugar
de la piedra
rodada
junto a las piedras
refregada
por otras piedras
moldeada
por el tacto
de aquellas piedras
acariciadas
más allá del roce y de las emersiones
de cada piedra
donde se nutren
atravesando el perímetro de la ausencia
hasta la piedra
(Composición fotográfica de Lucien Clergue)
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el poetikós vallisoletano, sereno artifex de la ataraxia,
ResponderEliminar¡salve!
No tan serenissimus, jardinero.
ResponderEliminarMe dediqué ayer por la noche a ver la página que me señalaste. Me quedo con el alma desnuda de la poeta poemática, es decir, de la mujer. La parafernalia adhoc de estos actos me resbalan más, incluso creo que Chantal también sufría. Por lo demás, ¿qué decirte que no sepas? Hay que escucharle sobrecogido, concentrado y con los ojos cerrados.
Transcribo la dirección, por si alguien quiere acceder a Chantal Maillard...
http://www.saladevideoonline.com/Generacióndel27
Gracias ad aeternum por tus informaciones secretas, jaj.
Salvémonos, sí.
Fackel:
ResponderEliminarcelebro que te gustara. Con ese material haré una entrada próximamente.
Y sí que te veo serenissimus, pero con la rabia siempre afilada... no hay contradicción en ello, ¿no crees?
abrazos
Me gusta. Mucho.
ResponderEliminarAquí, me alegro que te haya gustado lo de Chantal Maillard y si también lo de estas piedras, pues también me alegro. Buen y gozoso día de los Inocentes.
ResponderEliminarSus poemas son de una belleza abrumadora para mi gusto.
ResponderEliminarEs dificil encontrar poemas como el siguiente dedicado al hombre.
La mayoría son de quejas sobre abandonos y penas.
Y la foto es maravillosa.
Te supe frágil y desnudo,
tan frágil eras, tan desnudo
que se quebró tu sombra al respirar.
Abrí la puerta y las voces del agua
adoptaron la forma de tu cuerpo.
Tan leve parecías, tan al borde
de ti
que la noche aprendió
el modo de dormirse sobre el rio.