Apareces en mis noches inquietas, en mis huecos febriles. En esos espacios insomnes en que todo se reduce caprichosamente a límites inapetentes. A ausencias consumadas. A tentaciones desesperadas. Surges majestuosa desde un territorio oscuro. Tu contorno apenas se delimita con él. Me miras aún lejana. Me observas, me tanteas, recorres las páginas de mi vida. Tu imagen se mueve y lentamente va adquiriendo perfiles. Quiere sugerir nitidez pero mantiene la distancia. Quieres estar y no estar. Deseas acercarte pero no te atreves. Me rodeas, das un paso hacia mi, retrocedes otro. Si yo suspiro y el vaho invade la habitación fría, vas un poco más atrás. Si contengo la respiración, te pones en guardia y preparas una nueva acechanza sobre mi. Te paras. Reposas, sin perder tensión. No me quitas ojo. Me ves mejor que yo a ti. No sé quién eres. No sé si vienes a traerme paz o destruirme. No sé siquiera qué haré. Esperaré tus movimientos, aun sabiendo que estoy en desventaja. ¿Qué pretendes de mi? Otrora ya te di cuanto fui capaz, cuanto de mi pasado se extractó en un instante. Cuanto de mis sueños inalcanzables bulló sin configurarme del todo, sin que me tomaras del todo. Pantera atormentada que transmites tormento. Ambos sabemos que la distancia nos une, que la ansiedad nos reclama, que la indecisión nos aleja. Me deslumbran tus lomos plateados, como si la negrura de tu pelambre fuera mi propia negrura. No puedo mirar para otra parte. Me debilito. Extraño sudor secretado desde no sé qué parte de mi abismo.
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Los miedos viscerales, las pesadillas nocturnas, los monstruos personales.
ResponderEliminarLos sueños de la razón siempre han sido un gran tema para dar rienda suelta a la creatividad.
Mis terrores se suelen enfocar en el vampirismo de las personas queridas y la difícil elección de huir de ellas o enfrentarme mortalmente.
Si, ya se que debería ir al psiquiatra.
Me interesa ese enfocar tuyo los terrores...
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