"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 5 de marzo de 2009

El efecto del túnel



Y al contacto de la mujer el cristal perdió su gélido contraste, y el calor de ella empapó de vaho la frialdad que iba llegando de la lejanía, sus dedos pegadizos, los arañazos compulsivos, el roce de sus cabellos, su rostro proyectado por las luces que llegaban tenues pero incisivas desde atrás, los labios untando de un fino hilo de saliva la superficie vidriada, la adherencia sudorosa de su torso resbaladizo y turgente, el pubis apretado contra el paisaje, la mujer hirviendo en la oscuridad del túnel, removiéndose vaporosa en las umbrías de su memoria, ella allí mirando a un espectro, a un ser cuya encarnación nunca había proscrito dentro de ella, ella abducida por el movimiento vertiginoso del tren, por los empellones de los cambios de vía, deshaciéndose frenéticamente en cada vaivén, háblame le dijo a la aparición, háblame como solías hablarme, dime todo lo que me dijiste y me volviste a decir cuando yo te lo pedía, cuenta lo que no me has contado mientras no me has tenido, recupera para mi todo este tiempo en que nada has pronunciado, o sí, acaso has mencionado infinidad de veces mi nombre, acaso me has deseado repetitivamente en tus soledades, acaso te has sentido extremadamente débil cuando te castigué a las tinieblas interiores del vacío, pero necesito escucharte como si fuera un día más de aquellos que no parecían interrumpirse nunca, como si de tu boca naciera una sorpresa a cada instante, convierte en palabras las noches y los días en que sé que no me has olvidado, te oiré atenta y ansiosa hasta sangrar de envidia o de celos o de lujuria, haz llegar a mi cuanto has vivido con intensidad durante este tiempo de distancia y de olvido, golpea mi insensatez del pasado, atraviesa mi cuerpo con todas las experiencias que hayas tenido sin mi, porque yo te veré a ti solo, te saborearé de nuevo tal como eres, te disfrutaré en tu relato como si nunca te hubieras alejado de mi, háblame, háblame sin cesar, sin contemplaciones, sin prejuicios, sin freno, sólo por tu palabra volverás a ser mío, sólo por tu palabra permanecerás en mi cuerpo, sólo por tu voz intensa y firme me reconoceré de nuevo en ti, y así se decía la mujer, de esta manera se dirigía al hombre que se acercaba por detrás a ella, y cuya representación la veía cara a cara por el efecto especular de la ventana que se fraguaba entre el túnel y la luz mermada, así clamaba fuera de sí al apretarse contra la ventanilla, mientras se transfiguraba la imagen de él y ella se arrebataba


(Fotografía de Jorge Molder)

3 comentarios:

  1. ¿Hay alguna posibilidad de salvación, Fackel?

    ¿Qué nos queda?

    ResponderEliminar
  2. NO, Stalker. Salvación, no hay. Sólo hay resistencia. No abandonar, no huir, no desesperar. Son nuestros signos.

    ResponderEliminar
  3. Comprendo, Fackel. Es lo que me sospechaba...

    ResponderEliminar