"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 18 de agosto de 2008

Fruta del día


La calidez de la noche de verano se desploma sobre el cansado cuerpo. Cansancio de la repetición, del runrún, de lo que se tiene como ya sabido. Acaso solamente de la orfandad por lo extraviado o de la ansiedad por lo no aprehendido. La poeta Aurora Duque define con un particular estado anímico la clave y nos propone:


Tienes que vivir vidas. No la tuya,
no sólo la acordada,
también las aledañas, las pospuestas,
las previas, las futuras.
Las quiero todas ya, recolectadas,
a punto de morder, de entrar en boca,
de ablandarse en la lengua.
En esa cesta hay uvas esenciales,
cerezas infantiles,
húmedas fresas que prometen bosques,
ese sabor a verde ciruela del verano
y una pulpa dorada, inmasticable.
Cómete ya tu propio
cerebro fatigado:
es la fruta del día.

3 comentarios:

  1. Pues comerme mi propio cerebro en esas condiciones no me parece el mejor postre del menú del día: Será de un rancho muy humilde.
    Entiendo bastante mejor lo de la ansiedad por lo no aprehendido.
    Me agradan los comentarios que descansa usted en el rincón de Par

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  2. Bienvenida a mi modesto rincón, Ala Delta. A veces uno rescata letras de otros porque refuerzan las suyas. Todos nos debemos a todos, ¿no? Me gustaba de este poema de Aurora Luque -de la que no había leído nada antes, limitado que es uno- la ambición por vivir las vidas, aunque no siempre nos sean alcanzables, o sí. Las vidas posibles e imposibles dentro de nosotros (aquello que nos hace creer en nuestra divinidad interior), las ganas de no doblegarnos, la presunción de nuestras capacidades, la necesidad de proyectarnos, la fuerza y el coraje de buscar cuando incluso creemos que ya lo sabemos todo (?) o que no podemos alcanzar a saber (probar) más o que no logramos asir más allá de lo que creemos tener (y no nos basta) Disculpe, soy un tanto críptico, supongo. Anhelo más que concreto. Pero no es posible plasmar nada en esta santa o puñetera vida si no trasegamos, si no deseamos, si no aspiramos y saltamos las cercas de los convencionalismos y las angustias y zozobras que nos limitan. Siento este tono cuasi religioso, pero créame, no es precisamente mi punto. Simplemente, son maneras de expresarme. Y de paso, quería recibirle a vd. con contundencia amable, oferente y positiva.

    Por otra parte, de acuerdo con vd. El cerebro fatigado no es una fruta, es un plato indigesto que hay que aligerar. Pero, ¿cómo metabolizarlo con lo arduo que resulta el día a día?

    Gracias por acercarse a este territorio de mi mismo que es el blog. Salud.

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  3. ¡Por Dios! con semejante agasajo de bienvenida ,cualquiera no degusta el postre ensimismado en sus palabras.
    Buenas noches, me llevo unas cuantas preguntas a la almohada.

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