"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 31 de agosto de 2007

¡Vuelve, Cassandre!























¿Quién hace hoy carteles como estos? Dos territorios que no se ocupan mutuamente. El dibujo: impactante, expansivo, dominante, totalizador. Y sin embargo, limitado hábilmente por la grafía, que no interfiere en absoluto la imagen, sino que desde los márgenes la complementa. ¿Qué anuncia, quién vende? Sin la ocupación soberana de las imágenes de la locomotora, cuya exactitud es el empuje del mismo humo que desaloja su impulso, o del tren veloz sobre los raíles que convierte las líneas geométricas en tiempo ganado, o del buque majestuoso que domina el océano, o de las vías que se abren para ser tomadas por el viajero...¿alguien trataría de leer el mensaje escrito? La imagen arrastra toda la intención. Y el mensaje escrito responde: medido, situado, complementario, recreando a la vez su propia imagen. Y así, ETAT es parte del frontis de los topes de la máquina; NORD EXPRESS es esa estación término hacia la que se dirige el tren y para más detalle, las ciudades de destino citadas en la parte inferior cabalgan constituyendo una cosmografía; NEW YORK son ya las aguas verdosas donde varará el oceánico buque, y un vuelo diminuto de gaviotas por delante de su proa anuncia la llegada a la gran urbe del moderno vapor; ETOILE DU NORD y PULLMAN son algo más que una línea de ferrocarril de las tres ciudades del norte europeo, y no sólamente una comodidad reservada para las élites, es sobre todo el hecho de viajar, más bien el vuelo hacia una estrella soñada: el viaje en sí mismo. Un tercer elemento armoniza y, a la vez, vigoriza imágenes y texto: los colores. Buscando destacar los elementos centrales, pero sin ningunear ni dejar en segundo grado los secundarios. Combinación de colores y tonos, el secreto del lenguaje está en los perfiles diferenciados de sus matices. Obsérvense. Cassandre sabía lo que trabajaba. ¿Por qué fue tan rico artísticamente el primer tercio del siglo veinte en Occidente mientras sus sociedades avanzadas se dirigían hacia la hecatombre? Él también es parte de esas vanguardias de las que algunos desearíamos ver su cartelismo retomado y actualizado en nuestras calles. Porque los peatones, los que circulan en general por las calles y plazas de nuestras localidades se fijan todavía en lo que se pega en las paredes. ¿La lástima? El ínfimo y despersonalizado nivel grafista de lo que se emite. En tiempos de audivisiones y digitalizaciones múltiples, ¿hay lugar todavía para un retorno del cartelismo callejero expresivo y de calidad?











2 comentarios:

  1. Podría decirse que Casandre era todo un clásico moderno. La centralidad de su mensaje está por todas partes dentro del cartel. Tan visual y publicitario como arttístico. Aunque no fue el único cartelista, es parte de una estética para-dèco en un sentido y vanguardista en otro. Muy bien por recordarlo, aunque supongo que fue un flash de los tuyos. Saludos.

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  2. Alex, ¿qué sería de la vida sin esos flashes de los que citas? Un flash es una especie de deslumbramiento...inicial. Luego nos es dado perseguir y si se puede rescatar la luz, ¿no te parece? Un abrazo.

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