"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 7 de octubre de 2006

Un mundo para Oguzcan



La noche trae aromas del Bósforo. La ciudad secular no cesa. Los silencios son ausencias. Antiguas religiones salpican la geografía del aire con sus salmodias. Las sirenas de los buques se desparraman por las riberas del estrecho y alcanzan las colinas. El olor a comida de los mercados nocturnos se extiende por las callejuelas de los barrios del puerto. Llega una brisa cálida. El sueño se desvanece. Un neón ilumina a golpes de hipo mi cuarto. Un gramófono cercano destella unas notas envolventes de Debussy. Es la ocasión. En una librería de viejo he encontrado este mediodía sorprendentemente una edición bilingüe de Un mundo para dos.

Pocos saben de esta obra y de su autor, Ümit Yasar Oguzcan. Pero éste es el lugar apropiado para leerlo. La vida de Oguzcan debió ser tormentosa. Las relaciones siempre son difíciles. "Dicen que escribo demasiado y que me enamoro con frecuencia; sin embargo yo pienso que escribo poco y que no me enamoro lo suficiente. ¿Quién no querría ser fértil y vivir siempre enamorándose?" Pero Un mundo para dos, aun siendo un libro de amor, es una obra de recorridos. No sólo porque la música, la pintura y las geografías están presentes en sus versos, sino porque es un hombre que prospecta intensamente. ¿Sólo a través del amor?

Como para todos los seres, para él la vida es un vaivén de felicidades y desdichas -otros dirían más sutilmente de encuentros y desencuentros-, que probablemente se explicita de manera más evidente y cruda en el mundo afectivo. Y la poesía es el instrumento para representar y conjurar en cierta manera sus pulsiones profundas. "No puedo decir que sea un poeta que no ha encontrado su camino. Busco siempre lo mejor, lo más bello y lo más nuevo. Considero que para ser renovador y duradero es necesario estar siempre en búsqueda". ¿No está claro el mensaje? Sólo es una invitación. Me apoyo en el cabecero de la cama, y a la media luz de la mesilla de la habitación comienzo a hojear las páginas. Oigo su voz. Recita el poeta turco Ümit Yasar Oguzcan...

¡Cómo hemos sido engañados tanto tiempo!

¡Cómo hemos podido creer en la belleza de la vida!

¡Qué nos importa el sol naciente!

¡Qué nos importa el trigo que crece y el agua que corre!

Estamos tristes y extremadamente cansados

Nos habéis enseñado la amistad

Nos habéis enseñado a amar así de locamente

Si hemos amado nuestros pecados son para Dios

Si no hemos sido amados que sientan vergüenza los humanos de nuestra tristeza

¿Qué hemos buscado y qué hemos encontrado en vuestro mundo? decidnos

Nos habéis privado incluso de un amor

Nos hemos besado en sueños y nos lo habéis reprobado

Y ahora tenéis obsesión de vivir

Dejadnos en paz

Con el cielo y con el mar

Con las piedras y con la arena

Con el Dios que habéis creado de la nada

Que sea vuestro vuestro mundo

(Oguzcan nació en 1926 en Tarso, al sur de Turquía, y murió en Estambul en 1984)

3 comentarios:

  1. Interesantes tus propuestas de lecturas, Fackel. Si es que hay tanto que desconocemos. Parece sugerente el poeta turco, veré si encuentro el libro, siempre me interesan las obras de autores de vida retorcida o complicada. ¿Será por eso que lo que escriben es más interesante? Un saludo agradecido por tus descubrimientos.

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  2. ¿No trasmite este poeta una sensación de que se vive a contrapelo de la libertad, entre la censura, la prohibición y el desencanto? ¿Era cosa solamente de la Turquía (laica oficialmente, por otra parte), las presiones religiosas latentes en la sociedad y la pugna por la libertad de pensamiento y modo de vida de cierta gente como el poeta? ¿No suena a suceso inevitable que tuvo y tiene lugar en tantos sitios del mundo? Nada se nos ha regalado, nada s enos ha concedido para siempre. La poesía como luz que no nos extravíe en en el camino de la civilidad y la razón libres. Saludos a tu blog.

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  3. A la busca yo también del Oguscan perdido, Fackel. Qué bueno.

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