"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 22 de enero de 2012

veintidós de enero


pasa, pasa, quédate por ahí, echa una ojeada a alguna de esas necedades que he escrito; pero estate como si no estuvieras, eso me ha dicho en cuanto he pisado el umbral de su observatorio; debes ser un espécimen raro, tan solitario como yo, tan necesitado como yo, aunque haya tanta gente que te reconozca y acuda, digamos, a tus prestaciones morales; eso me ha soltado sin pudor y para mi extrañeza; suena mal eso de las prestaciones, le digo; suena asqueroso, pero es muy ilustrativo, ¿no crees?; la gente te busca para que le digas lo que ella teme decirse a sí misma; van a tu encuentro para que les des un empujón, para que tomes la decisión que ellos no se atreve a tomar y les aportes algo de luz, o simplemente que escuches sus desahogos; no es poco, me dice, y es más o menos como yo hago, y si aguantas mi brusquedad es porque tú obtienes algo a cambio también; tan escasa finura me intrigaba, no porque fuera nueva en él esta manera de declamar, sino porque no me daba tregua desde que entré; no tenía intención de cejar en su humor: supongo que eres un ser caritativo en extremo, ¿verdad?, alguien nacido para llegar a acuerdos y no para pleitear, alguien que para los golpes y no los devuelve, alguien que es capaz de dar, sin esfuerzo, y no pide nada a cambio, aunque esto último, insiste con retintín, es difícil que se cumpla en esta especie de los humanos, tan de toma y daca, tan prestadora y contraprestadora; he hecho de mi silencio escudo pero también foso, espacio que permitiera que las yugulares permanecieran a salvo, prolongación en que el tiempo se congela con la apariencia de que no existe; observaba tensión en sus facciones, espera afilada de que yo respondiera, aun sabiendo bien él que no iba a hacerlo, no al menos de modo precipitado ni agresivo; se ha sentido ignorado: ¿no vas a decirme nada?; oh, sí, que has escrito poco y, si me permites, por cierto que nada interesante, le he colado; su carcajada se ha confundido con la apertura fiera de una densa cerveza muy malteada, plena de alcohol y de una espuma que reverberaba por el cuello de la botella; a la mierda la escritura, ha saltado; ¿qué crees, que se empezó a escribir hace escasos milenios para sentirse entretenido algún cortesano de Mesopotamia?; ¿o para corresponder los amores? ¿o para sujetar los sentimientos ajenos y desbocar los propios?; no, no; se comenzó a escribir por aquello que entonces se sentía como más necesario: sobre los derechos de propiedad, sobre registros legales, sobre ordenamientos jurídicos, y las maneras de ir controlando las conductas y pontificando cómo debían regirse las costumbres; se escribía, en fin, para administrar; y eso no era escribir, claro que no; por supuesto esa necesidad puso en pie los alfabetos más rudimentarios; tal vez entonces el lenguaje exquisito y depurado estaba lejos de ser imaginado; tal vez el ojo podía más que la palabra; me pasa el medio litro malteado, apuro un trago, este gesto de compartir es otra cosa, le digo: algo más habría, ¿no?; ni lo sueñes, estaría bueno que a estas alturas fuéramos de incautos; en el principio fue el poder y el poder creó la palabra ordenada; más tarde siguió siendo el poder y así hasta el momento que tú y yo vivimos; se escribe siempre para el mismo fin, el statu quo; no podía controlar mi perplejidad: pero, ¿y las descripciones de ambientes, las relaciones de países, las cartas amorosas, los relatos oníricos, las tramas de aventuras…?; eso son epígonos, dice tajante; lo que permanece es el statu quo; el hombre no sabe vivir sin poseer, aunque su larga mano busque cobrarse con otras monedas o en especie, y siempre en otras vidas; man is an eternal sophomore (*), dice citando de memoria un adagia de Wallace Stevens;



(* el hombre es un eterno principiante)


(Fotografía de Aira Manna)

4 comentarios:

  1. I like it, I mean "eternal sophomore", aunque "terrestial sophomore" casi que me cuadra más, porque lo de eternal, como que ya no. Bs.

    ResponderEliminar
  2. Pero si Wallace Stevens lo quería así...Además, decir, no obstante, un principiante terrenal suena horroroso, y es una redundancia cargante.

    No obstante, eso sería lo de menos, creo.

    Buen lunes.

    ResponderEliminar
  3. Hola, casi once meses después leo este blog por una referencia en prensa.
    Lo que leo me confunde en cuanto al autor, no sé cuánto es de Krauss y cuanto de Wallace Stevens.
    El caso es que he hecho un "extracto" para circular entre mis amigas ( sí, soy la culturetas) y me guataría saber de quíen hablo.
    Kraus, me ayudas?

    ResponderEliminar
  4. Arizona. De Wallace solo hay la frase final. El resto es del autor de La antorcha de Kraus, o sea yo mismo. Si es que te refieres al texto de esta entrada, naturalmente.

    Puedo preguntarte: ¿qué referencia al blog has leído y en qué prensa?

    Gracias por pasar y comentar.

    ResponderEliminar