Lo disperso puede estar fijo. Lo fijo puede ser inconcreto. Lo inconcreto puede explicar.
No todo lo inmóvil permanece. No todo lo que fluye se disuelve. No todo lo que permanece garantiza. No todo lo que se disuelve calma.
Lo oscilante no es pusilánime. Lo incólume no es seguro.
La apariencia es débil. La realidad se desconoce (O la apariencia se hace fuerte en su estratagema. O lo real presume de revelación)
La fluctuación no tiene por qué ser la simulación de varios movimientos unidireccionales. El asentamiento no tiene por qué indicar paralización.
La dinámica de los opuestos con frecuencia se intercambia. El mero intercambio ya impulsa lo complementario. Lo complementario se pretende sentido. El sentido se erige en razón. La razón se torna búsqueda. La búsqueda implica ponerse nuevamente en marcha.
Nunca se sabe en qué momento algo es ya determinante y algo resulta determinado. Con frecuencia la Historia, por ejemplo, parece obvia y sin embargo su interpretación muestra las dificultades para medir los factores de incidencia en los acontecimientos. Con frecuencia la Matemática, por ejemplo, simula exactitud, donde sólo se siguen mostrando posibilismos.
Las direcciones nunca van sólo hacia adelante. No siempre son progresivas. También retornan y reinciden, generando nuevas perspectivas.
La orientación no existe en abstracto ni en objetivación. Es un sentido. El sentido tampoco es abstracto ni subjetivo. Es propiedad del sujeto. Pero el sujeto es un ser que se hace. Sólo hay proceso en él. De su orientación depende el embrión de su conciencia.
La quietud no siempre es sueño. El sueño no siempre es descanso. El descanso no siempre es abandono. El abandono no siempre es la ausencia del Yo. El Yo no siempre es el Todo.
Transcurre un reencuentro en cada paso. Hay varias improntas en cada huella. Lo mínimo refuerza siempre la capacidad de caminar.
Las manifestaciones de la vida son simbióticas. Tienen lugar por la necesidad acuciante de valerse unas de otras. Una amputación es tajante, y según donde se opere es irreversible, pero puede permitir desarrollar otras propiedades en un cuerpo. He ahí la sociedad: desgarrándose y regenerándose. La simbiosis de sus miembros indudablemente depura, pero también reconstruye.
El silencio no necesariamente es calma. La palabra no siempre es verdad. El silencio no se califica como resignación. La palabra no se cualifica como demostración.
Se pueden recorrer cien caminos y no llegar a ninguna ciudad. Se pueden vadear mil ríos y no lograr la orilla opuesta. Se puede circundar la costa y no acabar en ninguna playa. Se pueden gastar millones de palabras en diálogos supuestos e interminables, y no llegar a entendimiento alguno.
Lo presente puede ignorarse. Lo ausente puede tenerse en cuenta.
(La fotografía del gato fue realizada en Rodas por Tanya Ruys)