sábado, 31 de enero de 2015

Post scriptum: reunión




¿Qué se traen entre manos Aspasia y Safo acudiendo donde la pitia? Ninguna de las dos son de las que se entregan al oráculo por las buenas. Ni se conocen lo suficiente para ser arrastradas por una confianza íntima. Por mi parte, no soy dado a difundir chismes. Pero me alegraré si lo que tiene lugar entre ellas es un encuentro de sabidurías. Cuando llegan tiempos de confusión y turbulencias sería deseable arrinconar a las gentes belicosas de nuestra comunidad. Si se lo proponen, estas mujeres pueden aportar claridad y, sobre todo, imaginación, y con ello aliviar los debates enconados y el pesimismo tras el que algunos quieren pescar en aguas revueltas. Creo que no es casualidad que se reúnan allí donde habita la adivina. No es ésta sino el abrigo de la tierra lo que van buscando. ¿Persiguen una llamada recóndita que les permita ver lo que otros no ven? Ahora entiendo aquellos versos evocadores de mi amiga:

...quien se despega de la tierra honda
es como si abandona el amor que le marcó;
pasará todo el resto de su vida errante
retornando y rastreando
aunque pise otros paisajes o acaricie nuevos cuerpos

No pongo en duda que estas mujeres se valen por sí mismas para hablar de tú con la tierra, que es tanto como dialogar con el pasado, y conocer sobre la marcha el alma contradictoria de los hombres.



(Fotografía de Ferdinando Scianna)


viernes, 30 de enero de 2015

Post scriptum: la adivina















Nadie sabe cómo vive la adivina. Nadie la ha visto la cara a plena luz del día. Al oscurecer, una sombra se proyecta en el fondo de la cueva, alentada por el fuego de un hogar. Se dice que vive con modestia, que es frugal y que carece de aspiraciones. Tal vez los que concurren a su sede no obtengan las revelaciones que desearían, pero han salido más animosos. Dicen que es sabia pero humilde. Que es sagaz pero no burlona. Que aparenta dureza pero es sensible. Que es exigente pero también comprensiva. Ella responde a las cuitas detrás de un recodo de la gruta. De ahí que muchos aseguren que hay un santuario dentro del santuario. Un espacio a medida de la pitia, dentro de la roca madre. A veces penetran en su recinto otras mujeres de las que se se comenta que aprenden el oficio. Si bien hay quien considera que su moradora las ofrece cobijo y las protege del mal que otras mujeres u hombres osen cometer con ellas. Es considerada un médium con las divinidades. Pero también que con sus palabras tiende puentes a las discordias y las confusiones de cuantos acuden a que se les resuelva lo que ellos no son capaces de solventar o simplemente de decidir. 

Muchas veces me he preguntado por qué los hombres, algunos llegados desde extremos lejanos de la isla, recurren a las ciegas profecías de la adivina. Me he preguntado qué clase de convencimiento guía a quienes deben acometer una aventura, emprender un negocio, gobernar una ciudad o tomar una resolución sobre un nuevo vínculo en sus vidas. Por qué necesitan que alguien les dé respuestas contundentes, como si estuvieran ya decididas de antemano. ¿Qué reciben cuantos se acercan a la pitonisa? Signos: escuetas palabras indescifrables. No siempre las señales tienen voz. A veces impera el silencio. Pero éste ¿es desconocimiento del oráculo? ¿Y si solamente se trata de prudencia?

Sé que lo que yo pienso no es lo que opina la mayoría. Por eso no suelo explayarme mucho en este tema, y únicamente lo hago con los íntimos para no suscitar recelos. No me cabe duda de que Safo conoce bastante sobre el trasmundo de los oráculos. Pero calla de modo muy discreto. ¿Por miedo a que si habla se acerque a una transgresión?



(Fotografía de Lee Jeffries)


jueves, 29 de enero de 2015

Post scriptum: los barros pintados















He estado presente cuando Cleobis ha ido al taller de Ascanios a encargar unas cráteras que recuerden a su hijo. Tera ha sido enérgica y le ha dicho que se deje de escenas de héroes esforzados y de peleas de guerreros valerosos. Que si de verdad quiere ser justo con su hijo no lo haga pensando en su muerte, incierta y acaso no provechosa para nadie. Que busque devolverle la vida siquiera en efigie, elogiando aquella otra parte de su existencia que sacrificó al irse a estúpidas contiendas. Que pida al pintor de las vasijas que represente al desventurado Lysandros en sus juegos o haciendo sonar el bárbitos o la flauta o incluso encariñándose con sus amantes. Que no le eleve al rango de aquello que le condujo al infortunio, solo para dar satisfacción a los conocidos y recibir su hipócrita elogio.  

Me gusta el temperamento de esta mujer joven, no obstante la dureza empleada con su padre. He percibido a Cleobis desconcertado y he preferido abandonar el taller y bajar hasta el arroyo donde preparan los alfareros las mezclas de los barros. Ante los caolines y las arcillas he visto el frágil rostro de todos nosotros.





miércoles, 28 de enero de 2015

Post scriptum: el lamento furtivo














Attis llora en secreto la muerte de su amigo. ¿Sólo llora? Desea también que en ese instante de dolor mueran sus recuerdos. Se le ha escuchado romperse en un clamor furtivo: no debiste ir, no debiste ir. ¿Por qué te dejaría? Quiere carecer de memoria. Olvidar cómo crecieron juntos. Ignorar su adolescencia compartida: los ejercicios del gimnasio, la caza, las tertulias iniciáticas, los juegos, los otros jóvenes, el lecho. Él era mi fuerza, ha confiado Attis a Tera. ¿Qué necesidad tenía de demostrarme otra cosa? ¿Qué oscuras influencias germinaron en su cabeza que yo no pude evitar? ¿Qué destino le poseía sin que yo me diera cuenta ni cuando estaba entre mis brazos?

Safo, detén la insensatez. Dicen que el joven se niega a aceptar la desgracia acaecida y quiere partir en busca de su amigo. Si le dejas, habremos perdido no solo otro joven sino la cordura.  



(Fotografía de Vladimir Antoshenko)


martes, 27 de enero de 2015

Post scriptum: el riesgo y la caída
















Lysandros, hijo de Cleobis, y hermano de Tera, no retornará. Nos lo han comunicado unos náufragos que supieron de su desgracia. Parece ser que pereció en cierta expedición mercenaria cuyo objetivo final no se ha precisado. Hoy he visto a Tera llorar amargamente, pero no sorprenderse. Esto me ha confiado:

Desde niño Lysandros se había entusiasmado con los relatos de héroes y preguntaba a cuantos guerreros volvían de sus contiendas, tras largos años de ausencia. Mi hermano, que tenía unas manos suaves y finas, no creía sin embargo en ellas para fomentar su habilidad con una herramienta o un instrumento de música, sino para empuñar el arma. Nunca pude disuadirle de sus intenciones y muchos corearon su marcha y le enardecieron, haciendo de él un símbolo de fortaleza y de valor. Mas ¿tuvo ocasión de demostrar su valor? Muchos confunden arrojo con valor, siendo que lo primero es el impulso al que los varones se sienten inclinados de forma natural. Pero valor...¿debe llamarse de este modo al hecho de arriesgar por causas ajenas, tantas veces injustas, las vidas propias y las de otros? Puede que Lysandros ni siquiera llegara a entrar en campos de sangre. Muchos de los que quieren ser héroes no pasan de ser unos aventureros malogrados. Nuestros aedos cantan a los que perecen a manos del enemigo, sin tener en cuenta que muchos de nuestros jóvenes desaparecen en el combate desigual con los elementos de la naturaleza. Las tormentas del océano, las temperaturas extremas, las enfermedades y los accidentes, el hambre y la sed, causan tantas bajas como las lanzas hostiles. ¿Son por ello menos merecedores de reconocimiento estos compatriotas tenidos por fracasados? Ahora bien, el verdadero fracaso ¿acaso no está en abandonar en nuestras ciudades las tareas de paz? Y la verdadera fortaleza ¿no es la que portan quienes se interesan por el entendimiento entre los hombres? Y los seres generosos ¿no son quienes se entregan a la creación y enseñanza de nuestras artes? No sabremos jamás cómo fue que Lysandros se precipitó en el Hades. Pero, ¿y si el relato de los náufragos no es verdad? Muchos hombres han sido dados por muertos y han reaparecido tras mucho tiempo de cautividad. No habiendo cadáver no hay certeza y cabe dejar prendida una luz en el zaguán de nuestra casa. No obstante nosotros debemos honrar su memoria, y dolernos sometidos a la idea de que no le recuperaremos jamás. Voy a consolar a mi padre y dar órdenes para que se organicen las exequias.







lunes, 26 de enero de 2015

Post scriptum: las dudas
















No sé por qué Phaidros y Androcles se han empeñado en ir a consultar a la pitia sin decirme nada. ¿Tan inquietos estaban que no les bastaba la sabiduría de los viejos? Desconfiad de las victorias, ha sido el mensaje que han obtenido. Entonces, ¿no debemos aspirar a ellas?, han insistido. Y la pitia: desconfiad de las proclamadas victorias, aseguraos primero que lo han sido y más adelante volved a consultarme.



(Fotografía de Lee Jeffries)

domingo, 25 de enero de 2015

Post scriptum: Safo melancólica
















El sol se oculta tras las colinas. A Safo le estremece un escalofrío y, como si interpretase mis pensamientos, dice:  

¿Sabrán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, muchos siglos después, reconocernos con gratitud? 
¿Sabrán trasladar nuestro acervo y continuar a través de él los aprendizajes?
¿Sabrán relatar los hechos que vivimos o al menos interpretar del modo más fiel posible cuanto aconteció?
¿Sabrán hacer de las técnicas bienes para procurar su sustento?
¿Serán capaces de erradicar los odios de las familias?
¿Sabrán utilizar el canto y las palabras para su supervivencia?
¿Sabrán crear belleza todavía como alimento de sus sueños? 
¿Sabrán levantar de nuestras ruinas nuevos edificios de conocimiento?
¿Sabrán ejercitar conductas libres que les hagan mejores hombres?
¿Sabrán sacar enseñanzas que les impidan cometer viejos errores?

Yo me sobrecojo ante su verbo lúcido. Le digo: Safo, que tu mirada melancólica la hereden los hijos de tus hijos si alguna vez nos olvidan. Pues no sabemos cuán extensos y profundos son los territorios habitados. Ni si nuestra vida más allá de nosotros rescatará una porción de eternidad.    



(Fotografía de Ferdinando Scianna)


sábado, 24 de enero de 2015

Post scriptum: premonición

















¿Por qué nos recordarán, Safo de sonrisa franca, en los siglos venideros? ¿Por nuestros dioses y héroes? ¿Por los templos y estatuas? ¿Por las navegaciones y las fundaciones de nuevos puertos? ¿Por nuestras artes declamatorias y musicales? ¿Por los acontecimientos guerreros de nuestra historia? ¿Por el pensamiento de nuestros sabios? ¿O sólo nos tendrán en cuenta por las ruinas que antes o después acaecerán? 



(Fotografía de Herbert List)


viernes, 23 de enero de 2015

Post scriptum: un aviso















Metea, no me hagas esto. No vayas diciendo por ahí que soy tu animal herido de muerte. Pues si bien soy viejo aún mantengo impulsos de adolescente. Mis rugidos, bien lo sabes, no son de agonía sino de ansiedad. Mi medida calma no es a causa de los límites de capacidad sino por otra manera más reposada, pero no menos satisfactoria, de entender el amor. Mi despreocupación temporal no tiene que ver con la falta de interés por la seducción; más bien es una reacción prudente ante el aburrimiento. Hoy me siento atraído sobre todo por la sorpresa y me ratifico en el asombro, que es una fuente placentera tardía donde reconocer también los dones de Eros. Por otra parte, si encuentras quebradizo mi cuerpo nadie te va a impedir que otro más entero te proporcione la resistencia que reclamas. Pero no difundas con insolencia que estoy en los últimos coletazos, solo porque los celos hayan desplazado en tu mente la clara visión que posees para otros asuntos. 

No sé si debo hacerle llegar este mensaje. O si servirá, por el contrario, para que ella airee todavía más sus manías contra mí. 



(Fotografía de Ferdinando Scianna)


jueves, 22 de enero de 2015

Post scriptum: estas sonrisas















¿Y cómo le digo yo, Safo, a nuestro acogido que su ingenuidad no tiene límites? No lo haré. ¿Que quiere pensar que somos felices en esta parte del Océano? No seré yo quien le quite esa ilusión. El tiempo que pase en la isla le hará ver si la sonrisa de nuestras estatuas es nuestra imagen ante el espejo o un modo de sublimar nuestros anhelos con el fin de ocultar nuestras carencias. En lo que sí le doy la razón es en el ejemplo que pone de cuando era niño. Yo también dibujaba caras sonrientes en la arcilla con la que el viejo alfarero Kleitos me dejaba jugar. ¿Es la sonrisa un hilo con la niñez? Sería deseable. ¿Representa la bondad, ruda pero dadivosa, de la materia original? Tal vez. Quiero pensar que el hilo con la infancia se mantiene aquí y en las vastas regiones de nuestro pupilo. Que allá escuchen esa voz de otra manera y nuestros artesanos la perpetuen es algo que no me alcanza a distinguir. Más toscas o más delicadas, más sugeridas o mejor pronunciadas, más ambiguas o más expresivas, las sonrisas de nuestras imágenes siempre han estado ahí. Despertando poco a poco con mayor generosidad. ¿Es acaso la sonrisa un hálito benéfico y protector, que los artistas han sabido interpretar? ¿O tiene que ver con la entrega del testigo en la carrera por olvidarnos cada día un poco más de los dioses y por el contrario distinguir mejor a los hombres? 

Amiga. Que el extranjero nos conozca. Que se empape de cuanto le aportemos y más tarde pueda llevarlo de vuelta a su mundo. Pero que no se engañe. Que las figuras de dioses, de héroes, de guerreros o de efebos no le oculten las de las gentes ordinarias. Deberías trasmitirle estos pensamientos, amiga. A ti te hará más caso.



(Fotografía de Mona Kuhn)


miércoles, 21 de enero de 2015

Post scriptum: esas sonrisas















Allá de donde yo vengo, dice el extranjero, no conocemos una sonrisa tan enigmática como la de vuestras estatuas. Nuestros ídolos tienen ojos muy grandes y apenas asoma un esbozo amable en sus rostros. Algunos siempre nos hemos preguntado por qué. Tal vez, a diferencia de vuestras imágenes, los que las esculpen no piensan en los hombres sino en los extraños seres en que se nos dice que hay creer. En general, las estatuas que se hacen allí es como si aún no hubieran salido del todo de la piedra. En cambio aquí las estatuas son ya hombres. Sois vosotros mismos. Tienen idéntico soplo de vida del que estáis dotados. Cuando al poco de llegar vi por vez primera estas obras tan bizarras o  las imágenes de las copas y de las cráteras me preguntaba: ¿será esa sonrisa un canto a la vida de esta gente, que se extiende también al resto del cuerpo de los efebos? ¿Habrá un mensaje de eternidad que se transmite de generación en generación para paliar las dificultades y las desdichas? Cuando yo era niño y pintaba caras sobre la arena también las hacía sonrientes. Entonces me preguntaba: ¿por qué nuestros artesanos no hacen las estatuas como los niños? ¿Es que no puede haber dioses y guerreros y funcionarios sonrientes? Oh, me asombro. Pues al crear esos cuerpos juveniles en mármol arrebatáis a los dioses su propiedad fundamental. Divinizáis lo que hay dentro de vosotros sin dejar de reconoceros en vuestra propia mortalidad. Me pregunto si, en definitiva, esa sonrisa no será sino un guiño para rebajar los humos de lo adverso. 

Dicen por aquí que quien ríe prolonga su vida, sentencié al terminar la ingeniosa disertación del extranjero.



martes, 20 de enero de 2015

Post scriptum: bajo el sicómoro














Mi siesta bajo el sicómoro se ve interrumpida por el tránsito ruidoso de voces juveniles. ¿Por qué me amas si no me conoces?, dice la joven impulsiva. ¿Quién te ha dicho que te amo? ¿Por qué piensas que no te conozco?, responde una voz de hombre avisado. Después los paseantes se alejan. Los tonos siguen latiendo. Las voces se hacen murmullo. Para mí queda un eco que revolotea peleando con el sopor de la hora cálida. Me parece que las palabras se atraen y se repudian al son de las pasiones de los hombres. Y al igual que éstas se alternan en un juego de fervores y vacíos. 

Cuando te lo cuente me dirás que lo he soñado. 




(Fotografía de Mona Kuhn)


lunes, 19 de enero de 2015

Post scriptum: la iniciación















Aunque tarde me he presentado en la celebración por la partida de Antinous, el hermano pequeño de Phaedra y Metea. Por más que al joven se le ha preparado para abarcar el mundo de las ideas él dice que quiere conocer el universo de los hechos. Que así entiende él la iniciación: abrirse al exterior para saber lo que el hombre lleva dentro. De momento embarcará con unos mercaderes y no tiene claro si enrolarse después en alguna expedición militar o dejarse llevar por gentes de paz. Muchos de los asistentes se han sorprendido de que Antinous, de escasa contextura para acometer acciones de conquista, acaricie tal capricho. Él ha proclamado con orgullo que lo que haga lo va decidir cuando se encuentre lejos de nuestra tierra, para que los sentimientos no le aflijan. En el fondo el joven desea arriesgar y hacer así virtud de su rebeldía. Sus hermanas dicen que no es el interés por las armas lo que le arrastra sino comprobar que más allá de Lesbos y del ambiente en que ha crecido hay otra existencia menos monótona. ¡Así ve él nuestras formas de vivir! Aburridas y poco dispuestas a proporcionar otra cosa que no sea sino exhibiciones y juegos florales con las palabras, dice Metea. 

Intuyo que ella ha influido en la decisión de su hermano. No en balde ha preparado una evocación elocuente y hasta cierto punto épica. Así ha hablado esta amazona encubierta: Celebremos la partida de nuestro osado hermano, que nos olvide temporalmente para que pueda saber quién es por sí mismo. Ha habido caras circunspectas y también emocionadas, y Metea ha sabido jugar con ambas actitudes. Encuentre lo que encuentre, que lo valore. Que aprenda a mirar el horizonte y a observar la dirección de los caminos. Que decida y tenga suerte en la elección, pues los hados a veces son benévolos y proporcionan más de una oportunidad, pero en otras ocasiones son implacables. Y que a su vuelta Antinous nos deslumbre con sus visiones y nos encandile con sus hallazgos.

He observado tras estas palabras cierta sonrisa irónica en tu rostro, Safo. Una de tus alumnas dilectas te ha salido un tanto díscola. ¿O sólo es una excelente actriz que ha aprendido mucho de tu perspicacia y sagacidad lúdicas?



(Fotografía de Herbert List)


domingo, 18 de enero de 2015

Post scriptum: las estatuas















Dime. ¿A dónde irán las estatuas cuando no estemos? Tú me contestas: no partirán hacia ningún lugar, pues permanecerán para guardar nuestra ausencia. Ya que no podemos ser mármol de Samos como ellas, seremos ceniza de Lesbos ante Tánatos. Pero hoy el día, una vez más, es un canto a la vida. Recitemos nuestra afortunada compañía en su nombre. Seamos aquí mismo tomadores del fuego de Eros.

Te descubres y me ofreces tu desnudez, mientras rozas mis cabellos albos. En el rincón la imagen de un sonriente kuros se desvanece. Tú susurras: ¿No es una ceremonia acogedora ser uno templo para el otro?





sábado, 17 de enero de 2015

Post scriptum: visceralidad


















¿Por qué tu discípula Metea, a la que teníamos todos por sagaz y prudente, tuvo que decir esta tarde aquello? Al principio habló bien. Dijo: qué poco sabemos de las manifestaciones de la naturaleza. Y todos afirmamos. Parecía ser el principio de un debate interesante y crítico. Dijo: nos pasamos los días ocupados en quehaceres cómodos, creemos que nuestras reflexiones son trascendentes y profundas, nos tenemos por creadores de belleza al convertirnos todos en aedos y al tañer los instrumentos que perfeccionamos. Pero a veces hablamos de una manera circular, sólo para nosotros, que nos atrapa y nos aburre. Nadie podía replicar que fuera descaminada, aunque estas opiniones, impulsadas por su juventud, resultaran a algunos excesivamente radicales. Pero cuando parecía que iba a parar ahí algo se rompió con creciente visceralidad en la joven. Así remató su discurso: no somos el ombligo de esta región del mundo, ni los dioses nos han destinado a ser sus intérpretes. Pero mientras nos sumergimos en devaneos, una desarraigada cualquiera, que ha sido sacudida por el destino en costa lejana, se presenta ante nosotros, huele la tierra como nadie, dice saber de qué está compuesta su materia física y cómo se comporta el subsuelo, y encima nos disputa a uno de nuestros hombres más reconocidos y apreciados. Esta perorata dejó caer con énfasis. Las miradas bailaron entonces entre los congregados, buscando el destinatario de aquella expresión tan cruel. 

Te lo avisé, Safo, maestra. No todos saben ser bondadosos con los advenedizos. No sabría decir qué había de envidia o de celos en las palabras de Metea. Solo a ti te puedo confirmar que al terminar la horrenda prédica clavó sus ojos en los míos con furor.     



(Cuadro de Edward Burne-Jones)


viernes, 16 de enero de 2015

Post scriptum: un sueño extraño

















Amiga, aún siento entumecidos mis músculos tras el sueño. Salíamos los dos de la ciudad, sin ser reconocidos por la gente de nuestro ámbito. Alguien embozado nos conducía por caminos extraños, nunca vistos antes, carentes de la belleza a la que nuestra mirada está acostumbrada. Atravesamos un pedregal inhóspito. No había canto de pájaros ni arrullo del viento. El sol era intenso. Los pobladores nómadas nos negaban agua y huían de nosotros. Quien nos guiaba nos hizo subir por unas laderas que no tenían fin. Ambos nos preguntábamos a dónde llegaríamos tras aquella marcha. El embozado dijo que no quedaba mucho y seguimos ascendiendo. Poco a poco disminuían nuestras fuerzas. Lo peor era no saber por qué hacíamos aquel recorrido. Al fin, agotados y sedientos, llegamos al borde de una cima desde la que no se veía nada. Me asomé a su perfil resbaladizo. No había otro lado. Ni más montañas, ni valles, ni océanos, ni ciudades. Quien nos había llevado hasta allí se despojó de su capucha, pero no tenía rostro. Dejó también de hablar. Safo, nunca te vi palidecer como en ese instante. Me decías: si no hay paisaje, si no hay música, si no hay voz, si no hay saciedad, ¿para qué estamos aquí? Entonces di un paso adelante para comprobar si el vacío era real o una ensoñación de nuestro cansancio. Pero me mantenía en tierra firme. Tú avanzabas también y el suelo no te negaba sujeción. ¿Ves?, dijiste. La nada no es algo que no se ve y que está por llegar, sino todo lo que nos mantiene. Entonces, si es así, te contesté yo, ¿para qué regresar?

El enigma de esta clase de sueños debe guardar algún mensaje. Ahora me encuentro confuso y este agarrotamiento me inhibe la agilidad.




jueves, 15 de enero de 2015

Post scriptum: excusas















A través de mi fiel Eleutheros os hago llegar este mensaje. No me esperéis a la tertulia de la tarde. Tengo mal cuerpo. O bien la excesiva ingestión de vino, sin haber comido antes, o bien lo que ha cocinado Pelagia, cuya condimentación me resulta agria, o acaso por ambas razones, me siento pesado y con una tendencia bastante emética. Participad de vuestros entretenimientos amenos y debatid con libertad. Acaso descubráis que sin mi presencia os halláis más cómodos y menos censurados. Pues si bien soy hombre de palabras medidas y condescendientes también es verdad que mi edad avanzada y el talante severo que ofrezco algunos días no gusta a todos. No penséis que porque no soy proclive a extenderme en vuestras chanzas no participo del gusto por la ironía y el juego verbal. Prefiero dejar que las artes de la comunicación tengan aires juveniles y espontáneos, no obstante el riesgo de errar. Quien piense que por haber superado la juventud tiene más ordenados sus pensamientos y más controladas sus conductas peca de ingenuidad. Yo mismo me pregunto al levantarme cada mañana qué edad tengo, pues hay días que parezco un anciano desprovisto de esperanza y otros un adolescente dispuesto a aventurarme en lances. Solo cuando el cuerpo habla con voz autónoma, sea bajo un eco de dolor o desde la ensoñación del deseo, es cuando obtengo la respuesta. 



(Fotografía de Lee Jeffries)


miércoles, 14 de enero de 2015

Post scriptum: el mendigo















A la puerta del mercado acostumbra a sentarse un mendigo de edad incierta. No le doy nunca limosna, ni tampoco él la pide. Hablamos. Desea tener noticias de ultramar. Dice que todo llegó a esta isla desde lejanas tierras, como él mismo. Dice que ha tenido varios oficios, pero que en ninguno encontró razón de ser. Y que ahora, teniendo menos que nunca, se cree dueño de algo. ¿Qué posees si no eres más que un paria?, le replico. El tiempo, me contesta ufano. Pero el tiempo no te protege de las inclemencias del clima, ni te alimenta, ni te garantiza el respeto de la gente, ni te asegura la longevidad, le argumento por contradecirle. No duda en su respuesta : es el precio que debo pagar por disponer del tiempo en su vacío.

Safo: ¿no crees que no va descaminado el mendigo? ¿De qué disponemos nosotros, que abundamos en bienes y nos conjuramos para no dejar tiempos muertos en cada jornada? 



(Fotografía de Lee Jeffries)


martes, 13 de enero de 2015

Post scriptum: el seto















El camino de setos que conduce a los viñedos de Xaronte es traidor. Los arbustos silvestres son altos y ocultan a un lado y a otro a los paseantes. Me ha dado la impresión de que dos jóvenes se arrullaban con cierto ingenio amoroso. No he reconocido sus voces pero llegaban a mis oídos cargadas de cierta pasión poética. Un tono maduro y varonil se empleó entonces con contundencia: 

No me conformo con rozar las yemas de tus dedos.
No me basta contemplar tus negros cabellos hirientes. 
No es suficiente que te descubras para que mis ojos te gocen.
Lo que quiero es perpetrar una audaz invasión de tu cuerpo.

Te aseguro, Safo, que si el otro no hubiera emitido entonces un agudo suspiro yo habría pensado que no había allí dos mochuelos, sino que algún vate solitario ensayaba para el teatro. 





lunes, 12 de enero de 2015

Post scriptum: sobrecogimiento
















¿Me creíste cuando profeticé en secreto y solo para ti?, me ha espetado Icteo, que hoy venía con ganas de ser más explícito. Te prevengo, porque te tengo en estima, me ha dicho. Vives en ese territorio del tiempo en que te engañas como si no tuvieras edad y donde crees que flotas como si fueras joven y, por tanto, puedes cometer las mayores locuras. A Icteo le gusta ser oscuro en sus opiniones, y me ha dejado sobrecogido. No sé qué pensar, mi dilecta Safo. Ni como mirarme a mí mismo.



(Fotografía de Duane Michals)



domingo, 11 de enero de 2015

Post scriptum: diferencias















Safo, amiga, debes poner orden en nuestros círculos. No todas las personas aceptan las ideas de la mujer errante, que consideran inquietantes. Pero debemos escucharla. Nos tiene aún que decir mucho sobre su acercamiento a las fuerzas misteriosas de la tierra. Piensa que ella no es propiamente una adivina, ni tampoco filosofa como nosotros, y que su poesía no se recrea en el estilo lírico al uso de la que cantamos aquí. Sería muy desagradable que hubiera gente que se dejara llevar por alguna clase de celos o de envidia respecto a Aspasia. Y que la tratara con desprecio o insolencia, sin dar tiempo a que ella se expresara con toda la amplitud que considere oportuna. Se cometería injusticia con una persona culta a la que debemos proteger. Y quebraría la armonía que, no obstante las diferencias de pensamiento que hay entre nosotros, nos produce satisfacción y da alas a nuestras actividades. Además no quiero pensar en cómo quedaríamos en entredicho, pues nos gusta que por ahí fuera se nos reconozca como tolerantes con cuantas teorías llegan desde cualquier horizonte.

Sí te admito, amiga mía, que no sé si estoy más intrigado por los conocimientos que esta mujer exhibe sobre la naturaleza o por su manera personal de responder a la catástrofe con el consuelo de la poesía. Como tampoco puedo negar el agrado que me produce su actitud de fortaleza serena.



(Fotorgafía de Herbert List)

      

sábado, 10 de enero de 2015

Post scriptum: fragmentaria















Aspasia de Éfeso, que lo ha perdido todo menos su vida y su sabiduría, nos recita lo que ella llama fragmentos. Dice que la poesía es como el subsuelo: siempre en ebullición, siempre haciéndose. Lo que se escribe nunca se concluye. El texto que hoy parece cerrado mañana cae para sugerir uno nuevo. De modo tan sorprendente nos habla. No sabe nada de su amante tras la calamidad acontecida en la patria lejana y le invoca en lugar de llorar inútilmente:  

Siento que tus pies se mueven
antes de que te pongas en marcha.
Dime: ¿vienes a por mí?

Nos asombra cómo relaciona sus sentimientos amorosos con la atracción por el universo que la sostiene:

Me reclama el vientre de la tierra.
¿Debo acudir a su llamada?

O bien este otro donde el vínculo es estrecho y enternecedor:

Si duermo y ella se despierta
yo me pongo solícita a su disposición.
Ella es la madre, el amante, el alimento, la voz. 
¿Cómo podría demorar mi presencia con quien me acuna 
y a su vez me muestra sin reservas su lenguaje travieso? 

No dejamos de admirarnos por el ingenio literario de esta mujer experta, conocedora como nadie de las profundidades de la tierra y de los hombres. Aspasia, mujer frágil que responde al misterio extenso de la naturaleza con su peculiar entrega. Solo soy lo que la tierra quiere que sea, afirma convencida y rompedora. 



(Fotografía de Ferdinando Scianna)


viernes, 9 de enero de 2015

Post scriptum: la fugitiva















Llegan hasta nosotros confusas noticias de sucesos extraños. Algunos mercaderes que no han podido desembarcar en puertos orientales hablan de la venganza de la tierra. Han recogido a náufragos que se muestran aturdidos cuando no perturbados. Relatan intensas sacudidas a lo largo de la costa de aquel continente y cómo pueblos enteros han desaparecido. Muchos de los supervivientes han huido hacia el interior, territorio ignoto para ellos mismos. Se evoca por doquier la ira de los dioses sin que nadie acierte a comprender qué daño se ha causado a las divinidades que pudiera provocar semejante desgracia. Solamente vivíamos del ganado y de los pobres cultivos, y algunos de una artesanía tosca que apenas servía para procurarnos modestos bienes. Eso dicen los desarrapados que han llegado a Mitilene. Los más pudientes pudieron zarpar en naves siempre dispuestas, como si hubieran obtenido un trato de favor de los dioses. Entre los despavoridos fugitivos sin patria ha llegado una mujer de edad madura que dice no creer en la intervención de ninguna deidad. De esta manera natural y nada temerosa ha hablado: ni los dioses ni sus mensajeros ni intermediario mortal alguno hacen nada a favor ni en contra de los hombres. No parecía preocuparle la mirada sorprendida de cuantos la escuchaban. Ha continuado explicándose: Mis antepasados ya conocieron en tiempos lejanos estas convulsiones de la tierra. Yo misma he observado durante años los más pequeños temblores. Los he registrado, he seguido su curso por regiones donde se habían manifestado. Incluso he descendido a través de fisuras producidas al escindirse el terreno. Si tenía que tirarme al suelo, como los perros, para percibir el más ligero rumor, me tiraba. Necesitaba escuchar con la mayor claridad posible la voz de las entrañas de la tierra. 

No sé si el comentario que me hizo Icteo el otro día tiene algo que ver. Si era premonición o azar. Pero esta mujer sabe más de lo que dice. Al menos sabe más que cualquiera, simplemente porque no da pábulo a las creencias engendradas por los miedos. 



(Fotografía de Lucien Cleargue)


jueves, 8 de enero de 2015

Aux armes, citoyens...




Naturalmente, las armas de la expresión. Defender la libertad de pensamiento y de expresión escrita y verbal. ¿Cómo se hace? Practicando. Ejerciendo. Leer, debatir. Romper dogmas e ideas preconcebidas. Escuchar la opinión ajena y ser tolerantes. Acordar y entenderse con otros. Pero no ser incautos respecto a quienes quieren mantener sus monopolios ideológicos y religiosos para imponerse.

La ilustración está tomada del icono simbólico del periódico ateniense ENET ELEYTHEROTYPIA.



martes, 6 de enero de 2015

Post scriptum: encuentro















Icteo, con el que me encuentro al volver del ágora, se para: ¿Llegará alguna vez la calma de los dioses? Yo le digo: sus desencuentros no nos afectan, pues jamás fuimos nada para ellos. Él me sonríe acremente, con un gesto oblicuo de la boca. De la actitud vehemente de Icteo, que es un hombre juicioso, deduzco que acechan imprecisas oscuridades.


  

lunes, 5 de enero de 2015

Post scriptum: en el cabo













Mentiría, Safo, si negase cuánto me tienta la juventud. Sus risas y las insinuaciones seductoras tienen esa malicia que tanto nos cautiva a los hombres maduros. Mas qué podrían darme los jóvenes que a estas alturas no me hayas proporcionado tú. No es por prudencia ni por sensatez que ignore las propuestas y vadee las alusiones acerca de mí. Más bien desearía en ocasiones abandonarme a locuras sin fin, como si con ello pudiera prolongar un tiempo vigoroso que hoy se me niega. No lo doy a entender. Prefiero la sazón que me brindas, aunque vayas por libre conmigo, que la aventura efímera que obliga más que concede. Al menos, amiga, tú sabes lo que quieres y lo que puedes dar. Y sabes qué pedirme y qué conseguir de mí. Aun cuando pretenda todavía obtener placeres de tu cuerpo sensible, bien distingues que busco las satisfacciones que tus palabras, tus ideas y tu talante me aportan. 

No hemos venido en vano hasta este cabo avanzado de la isla. Al atisbar en el horizonte las tierras orientales nos hacemos preguntas pero respondemos con silencios. Puede que la serenidad sea la última conquista que nos queda por hacer a nuestros temperamentos.



(Fotografía de Herbert List)


domingo, 4 de enero de 2015

Post scriptum: anónimo












Cuánto les gusta jugar a tus discípulas, amiga. Es signo de juventud y por lo tanto también de exploración. Creen perturbarme con sus mensajes anónimos y yo aparento que me dejo impresionar. En uno de ellos: "Hay una estatua en el templo de Apolo que se parece a ti. El mismo rostro de pómulos salientes que tú tienes, idéntica barba puntiaguda, los cabellos ensortijados y largos, el cuello marcado por la nuez. Todo resulta ser la encarnación de tu imagen. Pero principalmente el torso henchido y una actitud insinuante del porte, ante la cual una debe hacerse a un lado para no verse sometida a tu conquista. Hasta el mármol parece estar desprovisto de la frialdad habitual y al poner mi mano en el brazo extendido de la estatua he sentido un estremecimiento. ¿Acaso una figura como ésta no ha sido esculpida al otro lado del océano? ¿Cómo podría saber el artista lejano que tras ella no solo hay piedra o un símbolo sino un hombre de verdad? Ciertamente, los artistas deben estar orientados por los dioses. Puesto que eligen hacer las mejores obras para el templo. Por mi parte preferiría que el lugar de peregrinación fuera otro y la estatua diera paso al hombre adulto de carne y hueso que se resiste a dejar de ser efebo".

No me molesta este tipo de entretenimientos. Aunque no sé si quienes los inician se dan cuenta de que pueden acabar atrapados en ellos. Si eso es lo que les divierte no te quepa duda alguna de que yo seguiré su juego. 


sábado, 3 de enero de 2015

Post scriptum: la conversión


















Tú, Alcíoco, viejo guerrero contra todas las guerras, descreído y ahíto de pendencias donde jamás has hallado fortuna. De ti hemos sabido que las batallas hay que librarlas contra uno mismo. Tú, Alcíoco, nos has hablado del doloroso precio de las calamidades. Nos has enseñado la inutilidad de lo que otros hombres llaman la gloria de las armas. Nos has revelado la vergüenza lacerante que te ha hecho sentir un fracasado. Ahora dices sentirte otro hombre. Alguien que, si bien tarde, aún desea disfrutar de una vida diferente. ¿Es la curiosidad pendiente que se ha aliado con el desencanto? ¿Es la necesidad de calma que pide la edad?  ¿O se trata de una secreta pulsión por aprehender el amor? Si algo sobrevive dignamente a la oscura monotonía de los días es el deseo de conocer. He oído de tu boca que los años que aún te pueda conceder el destino, y bien has dicho que puesto que los dioses ignoran a los hombres, los quieres emplear en el uso de las manos para transformar la materia. Que tomarás las herramientas de los picapedreros y que hurgarás en el barro hasta crear sólidas vasijas. Y también que te empeñarás en la geometría, esa misteriosa proyección del universo que sólo los audaces se atreven a interpretar. Los tiempos pasados no se pueden recorrer en sentido inverso, has dicho mirando fijamente a Safo. 

Si me lo permites, yo añadiría que cada día que nos resta de vida es un tiempo infinito. 



(Fotografía de Herbert List)


viernes, 2 de enero de 2015

Post scriptum: rechazo





Safo me hace llegar unas letras por medio de uno de sus criados.

"Me dicen que estás con fiebre, que el baño de ayer no te ha sentado bien y te ha indispuesto.

Yo creo que es una excusa, que no deseas asistir a la tertulia porque va a acudir a ella también un hombre de armas que está de paso pero que se interesa por nuestras preocupaciones creativas.

Sé de tu aversión a los guerreros y, en particular, a cuantos practican la invasión de otros territorios y de otros mares. Sueles decir: las tierras son para quienes cultivan sus frutos y mantienen el ganado y elaboran bienes y levantan construcciones donde vivir con dignidad. Sueles decir: los mares son para obtener la riqueza que nos alimenta y para transcurrir por ellos para alcanzar otras ciudades con cuyos habitantes comerciar y coexistir. Puedes hasta mostrarte taxativo: sobran quienes interfieren en las labores pacíficas y dificultan la convivencia, aunque proclamen que obran por nuestro bien y nuestra seguridad.

Pero también el arte se ha hecho para los que no están acostumbrados a mirar, y la poesía para quienes pareciera que carecen de sensibilidad, y la música para los duros de oído, y la filosofía para los que no hacen uso de su capacidad de razonar y discernir. Los rudos y los energúmenos deben saber que existe otra manera de vivir y de disfrutar y no solamente a través de la imposición.

En repetidas ocasiones me has comentado que los cantos épicos te disgustan, que te parecen que justifican los actos de los violentos. Cantos que se muestran vacíos porque exaltan las vanidades y la fuerza bruta. Piensa, amigo mío, que también en ellos se observa la condición del hombre. No se hacen solo para exaltar gestas o tropelías, ni para elevar a condición de héroes a los profesionales de la fuerza. Sino que en contraposición se muestran otras virtudes, la capacidad de entrega o el sacrificio o el padecimiento de los inocentes. O la reflexión sobre el daño causado y los propósitos por superar los conflictos, aunque no se haya logrado todavía el modo de evitarlos.

No digo que carezcas de razón con ese sentimiento de rechazo que exhibes. Pero te pido que disimules, siquiera para darme la satisfacción de honrarme con tu presencia. Este guerrero, ya entrado en años, es un antiguo amigo cuyos conocimientos y sabiduría te van a sorprender.  

Considera, pues, la bondad de tu mal. Estoy segura que es pasajero." 



(Fotografía de Herbert List)



jueves, 1 de enero de 2015

Post scriptum: ardides















La frondosidad de las higueras que hay en tu finca es cómplice de los amantes. También una trampa para los incautos. No sé cómo Irana me sorprendió y yo me dejé aturdir. Se desciñó el peplos con morosidad, sin dejar de observar mi actitud. Luego me arrastró bajo el ramaje frutal. Al tomar mis manos me alarmé por lo descarada y oferente que se me brindaba. Su piel rosácea ardía. Yo confuso y ella apetecible, lo reconozco. Te juro, Safo, que no era mi intención ceder a sus tretas. Hubiera resistido aquel susurrar ahogado e incluso el aroma inconfundible de hembra en celo que exhalaba. Pero el sol era extremadamente oneroso y el viento permanecía ausente. Fue tan oportuno el repentino chaparrón de estío que ambos corrimos a guarecernos, azorados tal vez por cómo se había desatado nuestra tormenta interior. Cuando cesó el nublado el suelo incombustible de las higueras parecía un hogar. 



(Fotografía de Ferdinando Scianna)