sábado, 10 de enero de 2015

Post scriptum: fragmentaria















Aspasia de Éfeso, que lo ha perdido todo menos su vida y su sabiduría, nos recita lo que ella llama fragmentos. Dice que la poesía es como el subsuelo: siempre en ebullición, siempre haciéndose. Lo que se escribe nunca se concluye. El texto que hoy parece cerrado mañana cae para sugerir uno nuevo. De modo tan sorprendente nos habla. No sabe nada de su amante tras la calamidad acontecida en la patria lejana y le invoca en lugar de llorar inútilmente:  

Siento que tus pies se mueven
antes de que te pongas en marcha.
Dime: ¿vienes a por mí?

Nos asombra cómo relaciona sus sentimientos amorosos con la atracción por el universo que la sostiene:

Me reclama el vientre de la tierra.
¿Debo acudir a su llamada?

O bien este otro donde el vínculo es estrecho y enternecedor:

Si duermo y ella se despierta
yo me pongo solícita a su disposición.
Ella es la madre, el amante, el alimento, la voz. 
¿Cómo podría demorar mi presencia con quien me acuna 
y a su vez me muestra sin reservas su lenguaje travieso? 

No dejamos de admirarnos por el ingenio literario de esta mujer experta, conocedora como nadie de las profundidades de la tierra y de los hombres. Aspasia, mujer frágil que responde al misterio extenso de la naturaleza con su peculiar entrega. Solo soy lo que la tierra quiere que sea, afirma convencida y rompedora. 



(Fotografía de Ferdinando Scianna)


8 comentarios:

  1. Bello perfil ...... el de la imagen que las palabras tan primorosamente aderezan.

    ResponderEliminar
  2. La poesía nace de la observación, se alimenta de la luz y de los colores del paisaje oriolano, del dolor y el amor de los hombres y de la intangibilidad de sus sueños. La poesía sale del paisaje y regresa al paisaje. Es como una hoja que después de recibir la savia fresca se seca y cae y forma un sustrato que nutre los árboles del bosque. Se pudre y nutre.
    Si de la metáfora hacemos reflexión -como más de un filósofo romántico ha hecho y también lo hizo más de un pensador neoclásico- podemos concluir que el arte nace de la podredumbre, de algo corrompido, ya que las hojas secas solo sirven de adobo cuando se pudren.
    Ya sea un sustrato podrido de hojas secas o unas verdes arboledas iniciales, la poesía nutre los jardines de flores olorosas y los bosques por donde anduvieron los faunos. A veces se trata de aromas, emanaciones secretas o de efluvios inéditos. Estas sensaciones volátiles se instalan en la pituitaria como un huésped cómodo de quien no conocemos su rostro.
    Con el transcurrir del tiempo, y más allá de las percepciones fugaces, cuando parece que los olores han quedado almacenados para siempre en un estante olvidado del recuerdo, advertimos realidades súbitas que tienen un aroma que, en una primera y superficial impresión parece nuevo, pero cuando en la pituitaria persiste, ya no nos resulta desconocido y entonces, la cara extraña de la realidad nos reporta a un rostro conocido que, sin hacer aspavientos, nos sonríe entre las flores de los jardines de la memoria. La poesía es el poso previo de un recuerdo. Es el plantel de un déjà vu.
    Un abrazo
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me maravilla tu texto y lo releo porque tiene mucho de tratado. Pero no puedo ni sé añadir nada. Sólo mi agradecimiento.

      Eliminar

  3. Bello, tanto que no soy capaz de decirte cuánto lo es.
    Tienes las manos manchadas de belleza y poesía, todas llenas.
    Te agradezco, Fackel, gracias.
    Salud, un abrazo

    m.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ío, me sacas los colores, no es para tanto. El mérito, en todo caso, sería de Safo. Salud siempre. Un abrazo.

      Eliminar