viernes, 9 de enero de 2015

Post scriptum: la fugitiva















Llegan hasta nosotros confusas noticias de sucesos extraños. Algunos mercaderes que no han podido desembarcar en puertos orientales hablan de la venganza de la tierra. Han recogido a náufragos que se muestran aturdidos cuando no perturbados. Relatan intensas sacudidas a lo largo de la costa de aquel continente y cómo pueblos enteros han desaparecido. Muchos de los supervivientes han huido hacia el interior, territorio ignoto para ellos mismos. Se evoca por doquier la ira de los dioses sin que nadie acierte a comprender qué daño se ha causado a las divinidades que pudiera provocar semejante desgracia. Solamente vivíamos del ganado y de los pobres cultivos, y algunos de una artesanía tosca que apenas servía para procurarnos modestos bienes. Eso dicen los desarrapados que han llegado a Mitilene. Los más pudientes pudieron zarpar en naves siempre dispuestas, como si hubieran obtenido un trato de favor de los dioses. Entre los despavoridos fugitivos sin patria ha llegado una mujer de edad madura que dice no creer en la intervención de ninguna deidad. De esta manera natural y nada temerosa ha hablado: ni los dioses ni sus mensajeros ni intermediario mortal alguno hacen nada a favor ni en contra de los hombres. No parecía preocuparle la mirada sorprendida de cuantos la escuchaban. Ha continuado explicándose: Mis antepasados ya conocieron en tiempos lejanos estas convulsiones de la tierra. Yo misma he observado durante años los más pequeños temblores. Los he registrado, he seguido su curso por regiones donde se habían manifestado. Incluso he descendido a través de fisuras producidas al escindirse el terreno. Si tenía que tirarme al suelo, como los perros, para percibir el más ligero rumor, me tiraba. Necesitaba escuchar con la mayor claridad posible la voz de las entrañas de la tierra. 

No sé si el comentario que me hizo Icteo el otro día tiene algo que ver. Si era premonición o azar. Pero esta mujer sabe más de lo que dice. Al menos sabe más que cualquiera, simplemente porque no da pábulo a las creencias engendradas por los miedos. 



(Fotografía de Lucien Cleargue)


2 comentarios:

  1. Es muy impresionante tu entrada. Me voy pensando en si los dioses sentirán ira.
    Fackel, te deseo de todo corazón que este año sea muy generoso en cosas buenas para ti... Buenaventura y un abrazo anisado.

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    1. Lo peor son las uvas de la ira que a veces nos comemos los humanos y que se nos atragantan...y así nos va.

      Gracias por tus deseos de generosidad, que tú también la percibas y te beneficies de ella.

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