viernes, 30 de enero de 2015

Post scriptum: la adivina















Nadie sabe cómo vive la adivina. Nadie la ha visto la cara a plena luz del día. Al oscurecer, una sombra se proyecta en el fondo de la cueva, alentada por el fuego de un hogar. Se dice que vive con modestia, que es frugal y que carece de aspiraciones. Tal vez los que concurren a su sede no obtengan las revelaciones que desearían, pero han salido más animosos. Dicen que es sabia pero humilde. Que es sagaz pero no burlona. Que aparenta dureza pero es sensible. Que es exigente pero también comprensiva. Ella responde a las cuitas detrás de un recodo de la gruta. De ahí que muchos aseguren que hay un santuario dentro del santuario. Un espacio a medida de la pitia, dentro de la roca madre. A veces penetran en su recinto otras mujeres de las que se se comenta que aprenden el oficio. Si bien hay quien considera que su moradora las ofrece cobijo y las protege del mal que otras mujeres u hombres osen cometer con ellas. Es considerada un médium con las divinidades. Pero también que con sus palabras tiende puentes a las discordias y las confusiones de cuantos acuden a que se les resuelva lo que ellos no son capaces de solventar o simplemente de decidir. 

Muchas veces me he preguntado por qué los hombres, algunos llegados desde extremos lejanos de la isla, recurren a las ciegas profecías de la adivina. Me he preguntado qué clase de convencimiento guía a quienes deben acometer una aventura, emprender un negocio, gobernar una ciudad o tomar una resolución sobre un nuevo vínculo en sus vidas. Por qué necesitan que alguien les dé respuestas contundentes, como si estuvieran ya decididas de antemano. ¿Qué reciben cuantos se acercan a la pitonisa? Signos: escuetas palabras indescifrables. No siempre las señales tienen voz. A veces impera el silencio. Pero éste ¿es desconocimiento del oráculo? ¿Y si solamente se trata de prudencia?

Sé que lo que yo pienso no es lo que opina la mayoría. Por eso no suelo explayarme mucho en este tema, y únicamente lo hago con los íntimos para no suscitar recelos. No me cabe duda de que Safo conoce bastante sobre el trasmundo de los oráculos. Pero calla de modo muy discreto. ¿Por miedo a que si habla se acerque a una transgresión?



(Fotografía de Lee Jeffries)


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