jueves, 29 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Amaneceres)

 



Lento el vuelo y el instinto aún turbio
             fue el sueño claro, como la luz del día
mas al abrir los ojos la confusión persiste
cenáculo de pensamientos sin sosiego

adviene un ingrávido bostezo
             os saludáis el otro y tú
en un balbuceo de palabras 
frente a un espejo de dudas compartido

el instante te lleva a recrear su antítesis
             no es algo mórbido sino solo juego: 
no despertar ya nunca
el hombre juega a morir desde que nace

apartas la tristeza del vacío
            para qué poner rostro al borrado de la vida
y un vaho débil escupes al cristal 
buscando recuperar inciertos sueños

una instantánea serenidad te alivia  
             escuchando al filósofo de Samos: 
mientras vives no existe lo que temes
y cuando exista no estarás para temerlo

la luz se crece y reclamas su despliegue
             elevando un brindis sarcástico a las horas





*Dibujo de Inés González Soria

martes, 27 de febrero de 2024

El selfi impúdico de las vencedoras

 


Dime, dónde vas morena, dime, dónde vas salada...decía la vieja canción. Y ahí las tenéis, empoderadas ante la destrucción en la que han sido causantes y copartícipes. Se trata de mujeres soldado del Tzáhal, el devastador Ejército israelí, cuyo afán de victoria a sangre y fuego lo están registrando entre las ruinas de Gaza, se supone que para el álbum de su historia personal y familiar. Son sus días de gloria miserable.

Son las vencedoras -nada que objetar porque sean también mujeres y no solo hombres los que están arrasando Gaza- y como tales vencedoras se consideran con derecho de pernada sobre la dignidad de los palestinos expulsados y masacrados. Están haciendo pagar el precio del dolor, de la privación, del destierro y de la muerte a la población civil. 

El gesto divertido, lúdico, riendo a mandíbula batiente, eso de qué bien lo pasamos, al fotografiarse ante la destrucción de una ciudad denigra a estas soldados, no las hace muy dignas que digamos. Por lo menos ante el pensamiento y la sensibilidad de quienes aborrecen del mal. ¿La ética? Las guerras acabaron con ella hace tiempo. Y la política está prostituida allí por un gobierno extremista y violento. 

En fin, ¿cuántas fotografías se habrán hecho mujeres y hombres soldados ante ruinas o ante prisioneros o ante cadáveres del enemigo para exhibirlas en sus redes sociales? Que venga Yahvé y lo interprete. Claro que ya cuentan los llamados libros sagrados que aquel todopoderoso suyo es colérico, vengativo, exclusivista y lo permite todo cuando se trata de proteger a los suyos, a los elegidos. Y los colonos ilegales se encargan de rematar la tarea.




*Fotografía de Tsafrir Abayov para APLaPresse

sábado, 24 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Crepitación)

 





esta luz sin tus manos 
            no sería luz 
ni alumbraría los secretos anhelos

yo te nombro 
            silábico susurro
y me prendo en su llama

            lento crepita el silencio



                                                 
   
* Fotografía de Mona Kuhn

jueves, 22 de febrero de 2024

Antonio Machado: "Estos días azules y este sol de la infancia"

 




"Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa. 
Adivínala".



Canciones, Antonio Machado


miércoles, 21 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Necesidad)

 


El viajero lo encontró en el árido camino. 
Ese árbol agostado, dijo al nativo, es un capricho. 

El hombre de la tierra no torció su rostro 
ni hizo mueca alguna. Secamente habló: 
este árbol es la necesidad.

¿Quién lo necesita en estos parajes desolados?
preguntó con insolencia el visitante.
El suelo que lo sustenta y cuanto hay debajo,
no dudó en responder el lugareño.
No será la sombra del bosque que usted sueña
pero es testigo de otro mundo que jamás conocimos.

El otro no cejaba. Es un árbol viejo,
y poca vida puede consumar ya
salvo esperar paciente su exterminio.

Imperturbable el indígena, le atajó.
Lo viejo no es la muerte, señor,
y enarcó manso su arrugada frente.
Esta especie tiene hambre y sed de vivir,
no como muchos hombres que no aprecian los días. 
 
No está el venerable arraigado en el sendero 
para la mirada del turista ni para desprecio 
de los buscadores de tesoros menos dignos.
 
Por sus raíces y sus ramas corren misterios
que el sol y la ventisca respetan.
¿Acaso usted y yo sabemos de los secretos
que nutren su resistente feracidad?






*Fotografía de Juan Carlos Gargiulo

lunes, 19 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Fugacidad)

 


Una vez pregunté al poeta paseante: 
¿hacia dónde diriges la vista cuando escribes,
a lo que has perdido o hacia lo que buscas? 

Me respondió: yo no miro nunca al horizonte
y doy la espalda a lo que hubo antes.

Pero si no sabes a dónde vas
ni te interesa el recuerdo, me indigné,
¿sobre qué puedes hablar en tus poemas?

El poeta paseante rio 
contemplándome con mirada aviesa.

Mis poemas son el instante volátil, proclamó
ufano y prominente.
Solo sé de la fugacidad y de la posesión temblorosa.
Cualquier otro interés sobre la poesía
sería una banalidad para mí.

Le dejé registrando el viento del Este
sobre su pedestal de carne flaca,
despreciando mi presencia.





sábado, 17 de febrero de 2024

Bertolt Brecht lo tenía claro: A los que vendrán después

 




Esta entrada con el poema de Bertolt Brecht es en memoria del asesinado líder opositor ruso Alekséi Navalny.


A los que vendrán después

I

Realmente vivo en tiempos sombríos.
La inocencia es locura. Una frente sin arrugas
denota insensibilidad. El que ríe
es porque todavía no ha oído
la terrible noticia.

¡Qué tiempos son estos, en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque implica silenciar tanta injusticia!
Ese, que cruza tranquilamente la calle,
¿será encontrado cuando los amigos
necesiten su ayuda?

Es verdad que todavía me gano el sustento,
pero creedme: es por casualidad.
Nada de lo que hago justifica
que yo pueda comer hasta hartarme.
Las cosas todavía me van bien
(si la suerte me abandonase, estaría perdido).

Me dicen: “Come, bebe, alégrate por lo que tienes!
Pero… ¿cómo puedo comer y beber
si estoy arrebatando al hambriento su comida,
y mi vaso de agua le falta al sediento?
Y sin embargo continúo comiendo y bebiendo.

Me gustaría también ser sabio.
Los libros antiguos nos hablan de la sabiduría:
consiste en apartarse de los problemas del mundo
y, sin temores,
dejar que transcurra tranquilamente
el tiempo de nuestra breve vida en la tierra,
pagar el mal con el bien,
no satisfacer nuestros deseos, sino desecharlos.
He aquí lo que llaman sabiduría.
Pero yo no consigo hacer tales cosas.
Verdaderamente vivo en tiempos sombríos.

II

Llegué a las ciudades en tiempos conflictivos
cuando reinaba el hambre,
me mezclé entre los hombres en época turbulenta
y me rebelé con ellos.

Así fue transcurriendo el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Comí mi pan en medio de batallas,
dormía entre asesinos,
traté despreocupadamente los asuntos amorosos,
y fui impaciente con la naturaleza.

Así fue transcurriendo el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mi época todos los caminos conducían al fango,
mis palabras me traicionaban ante el verdugo,
yo era poca cosa. Pero pienso que los gobernantes
se sentían más seguros sin mí.

Así fue transcurriendo el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Nuestras fuerzas eran escasas, la meta
se hallaba distante
y aunque podía distinguirse claramente, me parecía
que yo tal vez no la alcanzaría.
Así fue transcurriendo el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

III

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en que nosotros nos hemos hundido,
acordaos también,
cuando habléis de nuestras flaquezas,
de los tiempos sombríos
de los que os habéis librado.
Cambiábamos más frecuentemente de país
que de zapatos,
a través de las guerras de clases, desesperados,
porque reinaba la injusticia y nadie se indignaba.

Bien sabemos que el odio contra la ruindad
deforma el rostro
y la rabia contra la injusticia
enronquece la voz. ¡Ah!, nosotros,
que queríamos preparar el terreno para la bondad
no pudimos ser bondadosos.

Pero vosotros, cuando llegue el momento
en que el hombre sea bueno para el hombre,
acordaos de nosotros con comprensión.


(De Bertold Brecht, Poemas – 1913–1956, 1986) Traducción: A. Marcos (Tomado del blog https://paulatinygriego.wordpress.com/)




El vídeo -se puede poner en castellano- está tomado del medio disidente ruso Novaya Gazeta. Con manifestación espontánea, controlada y disuadida por la policía, de disidentes a la Piedra Solovetsky, símbolo de la represión del Gulag, en una plaza de Moscú.  


jueves, 15 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Palpación)

 





Tu nombre se hace cuerpo 
tu cuerpo se hace sueño 

Manos peregrinas en la extensión de la piel

                         Mi tacto confluye 
con tu tacto 
ambos abandonándose a un roce
                         donde trazan signos inciertos

                         Desordenada escritura
sobre la tibia superficie de las indecisiones

                         La ausencia no es olvido





*Fotografía de Mona Kuhn

lunes, 12 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (a Nausícaa)






El advenedizo contempla absorto 
desde su desazonada orilla
                   el movimiento de espuma de tu cuerpo 
                    
Albergas al hombre en estancias amables
¿sabe agradecer tus cuidados?

                   No esperes de un recién llegado que se ancle en ti
con la delicada compañía de los afectos
te expones a que te engulla una evanescente fantasía

                   Ni tampoco olvides que no es el argonauta
que anunció el oráculo ni aquel otro osado 
que pretende volver a su origen lejano tras una arriesgada travesía

                   sino solo un náufrago cualquiera que un día apareció
varado en tu costa

                   y de cuya indefensión te compadeciste






*Fotografía de Jason Eskenazi

sábado, 10 de febrero de 2024

La clase muerta, de Tadeusz Kantor, y una conversación mañanera con mi amigo Max

 


¿Morimos cuando dejamos atrás los pupitres, querido amigo?, me interrumpe Max. En cierto modo, le digo, pero no del todo, porque, ¿no es en la edad provecta cuando más rememoramos aquella etapa? Cierto, cierto, me replica. Max viene hoy sereno. Su tono es constructivo, se podría decir que estoico si no fuese porque no le gusta sentirse estoico. La actitud estoica solo sirve para resignarse y entregarse a los oportunistas, me ha repetido más de una vez. Continua su mirada analítica de esta mañana fría. Suele criticarse de mala manera a los ancianos por hablar con frecuencia de sus tiempos de infancia o juventud, ya sabes, acusándoles alevosamente de ser nostálgicos. ¿Desde cuándo la nostalgia es un vicio, un delito o un comportamiento destructivo? No tengo a estas  horas ganas de polemizar pero lo aclaro. Siempre que se tengan claro los límites la nostalgia no perjudica. Ya sé, dice Max. Te refieres a no traspasar el ejercicio regocijante de la memoria para caer en la melancolía. Exacto. Mira, Max, los humanos llevamos a cuestas, como una mochila en la espalda, al niño que fuimos, al escolar que se pasó horas repitiendo infinidad de términos inútiles y algunos pocos interesantes. Y estos decisivos, masculla mi amigo. Pero trasportamos también o sobre todo en esa mochila las emociones, los sentimientos, el instinto de curiosidad que cada cual sabe si los ha desarrollado y qué importancia han tenido en su vida adulta. Max, asiente. Me gusta su tranquilidad reflexiva. De hecho, matiza, conozco mucha gente mayor que ha sido dura y adusta toda su vida y que en la etapa final se tornan más sentimentales y afectuosos, por no decir desbordantes de cariño, que nunca. Debe ser el peso o, mejor dicho, el bagaje de la mochila, que nunca se lo quitaron de encima, ¿no crees, Max?





miércoles, 7 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Mirada)

 



Me asomo al aire 
                         donde habita todo
y no sé nombrar cuanto veo

ni el paisaje visible ni las entrañas de la tierra
                         han necesitado de los nombres
para vivir sus metamorfosis

Vano empeño humano
                         narrar repetidamente los surcos de la historia
como si fueran los frutos del suelo





*Fotografía de un paisaje agrario desde las murallas de Urueña.
                          

lunes, 5 de febrero de 2024

Crímenes contra la humanidad

 


A estos los abandonó el mundo, es decir Occidente, sus potencias supuestamente democráticas.

(Fotografía en campo de exterminio nazi. Segunda Guerra Mundial)



A estos los abandonó el mundo, es decir Occidente, es decir el Oriente árabe, sus potencias supuestamente democráticas y las falsamente democráticas.

(Fotografía de muerte y destrucción por mano israelí en la ciudad de Khan Younis, Gaza. Actualidad)


Algún día pagaremos cara la pasividad.


sábado, 3 de febrero de 2024

Un hombre pequeño tras una boca enorme

 



"...porque en esto que todos llaman el gran teatro del mundo, a menudo vale más la representación, la máscara y el ruido vacío que la verdadera sustancia de la realidad. Quiera el cielo que en cuestiones de armas, de violencias y guerras, valga, de todos modos, siempre la ficción".

Vincenzo Consolo, Retablo.



Oh, vosotros los que...

(la voz se precipitó sobre el auditorio; el silencio se impuso; un sobrecogimiento colectivo se extendió con un tono de culpabilidad expectante)

...vosotros los que habéis nacido para llevar una vida pacífica y sin embargo os abandonáis a que otros os sojuzguen...

(los rostros del público se contuvieron; al veterano centurión lisiado que tenía al lado se le cayó el bastón, pero nadie se esforzó en recuperarlo; la meretriz culta que me había presentado Catulo cubrió con la gasa de su vestido el perfil dionisíaco de sus labios; el carnicero de mi barrio se miraba nerviosamente las manos como si de ellas se desprendieran rastros de su oficio)

...porque no llegasteis de la nada a través de designio alguno, ni los dedos ungidos de una divinidad os proporcionó el lugar que ocupáis...

(a medida que la voz se iba elevando, ampliada como si aquella boca fuese la entrada a una caverna, la concurrencia se paralizó aún más; ni una tos, ni el carraspeo de un gargajo forzoso al ser tragado, ni un pataleo, si bien la desazón era latente)

...y ya que estáis estrenando las nuevas calendas, advertid, quienes pretendéis que vuestro tiempo es vuestro y suponéis también eterno, advertid, digo, todas las señales alarmantes y oscuras que agitan nuestros días...

(los espectadores se movieron inquietos en las gradas; las palabras de aquel desmesurado hocico rebotaban en el teatro; yo permanecí cual estatua yerta; la frialdad del asiento era mi propia frialdad; es temible vivir pendiente de las voces del más allá, aun sabiendo de sobra que esto es una farsa, pensé con pensamiento no menos pétreo)

...¿no habéis comprobado nunca que la comodidad de estar dominados tiene un precio, que reduce la capacidad de vuestros cuerpos, que nubla vuestra inteligencia hasta anularla y aleja los anhelos que no cesáis de perseguir...?

(aquellas palabras brotadas de la entraña de la tierra golpeaban a los que estábamos presenciando el espectáculo; empecé a ver huecos en el graderío; no parecía que nadie se hubiera movido y sin embargo la masa asistente iba mermando; el tribuno que se había sentado delante de mí de pronto había desaparecido; tampoco veía ya al prestigioso Vatinio, que está pintando los frescos en la villa del recaudador Curio Licinio; ni al senador Celio Calvo, de visita estos días en casa de uno de los príncipes de la ciudad; el decurión recién retornado de campaña, con el que había estado hablando a la entrada, también había abandonado su asiento; yo mismo palpé con disimulo mi túnica ceñida para asegurarme de que seguía allí)

...mas no debéis desalentaros cuando ya casi nada esperéis ni os parezca que no hay nadie en quien confiar, pues es sabido que no obstante el vacío que os amenaza mientras haya un ciudadano ímprobo y sobre todo ingenioso...

(me sentía huérfano, de acompañantes y de fortaleza; al entrar había sido golpeado por el agobio de la masa; ahora la vaciedad del teatro me asustaba; se suponía que aquella farsa debía ser divertida, pero el público no reía; no me atrevía a preguntar; no debía moverme; no sabía separar mi mirada de aquella máscara, cada vez más hipnótica; ni lograba cerrar mis oídos al tronante actor que desde un oscuro espacio había convertido al público en una asistencia invisible) 

...dejad, pues, conciudadanos, que la nueva calenda decida por vosotros, que la palabra profética os indique el camino, que el sonido de las trompetas anuncien liberación y no derrumbe...

(me resultó desagradable la mención de las trompetas, porque estas ¿qué suelen traer? ¿victoria o sometimiento?; me descompuse: ¿acabaría yo también fuera de la grada?; el espanto me tenía aturdido; a cada momento captaba menos el eco desgañitado de un indescifrable personaje oculto tras la careta; no lograba entender el argumento de su actuación, ni si se trataba de un episodio de ficción o de un sermón colérico que nos predisponía ante mayores males; de repente este intérprete fatídico enmudeció; el actor y su máscara fueron retrocediendo del proscenio; la grotesca máscara se desplomó; quedó en el suelo dirigiendo su gesto inalterable al cielo; logré otear que al fondo, medio caído junto a la fachada de la escena, un hombre pequeño y sudoroso hacía un corte de mangas dirigido a la cávea, quejoso de que nadie le aplaudiera) 




* Máscara de una exposición en el Museo Ara Pacis, de Roma.

jueves, 1 de febrero de 2024

Ejercicios de instinto (Crepuscular)




El argentado crepúsculo ya estaba allí 
cuando aún te llevaban de la mano

¿Está lejos el sol? preguntabas
con el candor de quien iba percibiendo la luz
y los nacientes paisajes que después se extenderían
innumerables y pausados ante tus ojos

Está lejos y está cerca, te replicaban
para impedir nuevas preguntas
que a ellos les exigiera viejas respuestas

¿Por eso se va y luego viene?, insistías
desde el enjambre curioso de tu mente

Alguien que sujetaba tu mano chica
acertó a satisfacer el natural instinto: siempre está ahí
somos nosotros quienes nos vamos un poco cada día

Solo un poco
dijiste consolándote del enigma
y aquella mano grande añadió: pero volvemos

Hoy te estremeces al medir la distancia recorrida
la lenta e inexorable huida entre dos soles
cada vez más acortada y ya sin vuelta