"El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?"
Luis Cernuda, de Lamento y esperanza.
Luis Cernuda, de Lamento y esperanza.
¿Cuánto de nosotros muere cada vez que el otro, al que alguna vez hemos tratado, muere? (Frase tópico que suele repetirse con pretendida frecuencia salvadora) ¿Cuánto sigue muriendo en nosotros cada vez que nos enteramos de las muertes anónimas, espantosamente crecientes, que nos comunican a todas horas por los medios de comunicación? ¿Quiebra nuestro pensamiento cada vez que sabemos del fin de otros? ¿Arrojamos nuestras ridículas e incompetentes ideas al basurero de los detritos? ¿Regeneramos nuestra imaginación? ¿Abandonamos nuestra cómoda instalación personal cuando se nos dice de los desplazamientos de millones de individuos hacia las encerronas? ¿Seríamos capaces de cambiar nuestra ubicación por la de un moribundo, de aquel más íntimo del que incluso decimos que le queremos tanto? Nadie rescata a los muertos, ni siquiera la memoria. El ejercicio de ésta se desvirtúa poco a poco y se traiciona. No es cómodo reivindicarla en su manifestación más aproximada posible, se prefiere fantasear con ella. Se delega en los textos, en las imágenes, en los juegos pseudointeligentes. El hecho de la vida está anclado en cualquier punto de la alta e inextricable mar que es el caos. Los vivos, justificándose en sus ideas y en sus obras, permanecemos al pairo y no nos damos cuenta. Me pregunto si la muerte no será simplemente sino la propia mala conciencia. La inefable seguridad de que se ha vivido como nube, y el sueño ha sustituido al pensamiento. Probablemente Cernuda conociera los versos del poeta árabe Ibn al-Mu’tazz: "¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve?". Creemos aprehender lo inaprensible. A la ficción que generamos le llamamos vivir. Que no nos sorprendan ni nos cojan desprevenidos los episodios que vamos escribiendo día a día. Un cierto grado de insolencia con la vida no viene mal.
(Composición fotográfica de Francis Bruguière)