miércoles, 30 de diciembre de 2015

Niebla: sólo calma, sólo distensión















Ha de llegar un tiempo en que sobren las palabras, las discusiones se abandonen y donde hubo intransigencia se instale una calma amable, leo -oigo decir- a Chantal Maillard. Algo así como el resultado del curso natural de la vida, al que con frecuencia se le aplica -la poeta lo impone- el término vejez. No podía ser antes, hemos estado ocupados en excesivas fantasías. Demasiadas aspiraciones (reducidas a cenizas), demasiados deseos (que no han cuajado), demasiadas vanidades (que han resultado fútiles), demasiadas tensiones (que han demolido edificios de convivencia), demasiado despilfarro del tiempo (fracaso de las presuntas responsabilidades) Aunque el nomenclátor de la existencia nos encajone a los vivientes en ciclos, uno vive también fronterizo. En ese espacio en el que se resiste a reconocerse más allá de sus anteriores posibilidades. Ese espacio al que se aferra porque no quiere oír hablar todavía de ciertas renuncias, de algunas incapacidades, de muchas carencias. Esa leve superficie que sabe pasajera e inestable pero en la que oscila entre las últimas tentativas del hombre que ya no es y la necesidad de una distensión que le aporte  temperancia.



(Fotografía de Mimmo Jodice)


martes, 29 de diciembre de 2015

Niebla: sólo borroso, sólo vengativo
















La niebla del tiempo transcurrido se instala implacable y probablemente persistente. Aunque perduren edificios (ya no los mismos) o sobrevivan espacios singulares (no con anteriores características) o nos encontremos con conocidos de toda la vida (supervivientes ya deteriorados) se alza de por medio una especie de borrosidad. La relación que establecemos con todo lo que hay fuera de nosotros -espacial y temporalmente- se convierte paulatina e imperceptiblemente en distancia. Nos esforzamos por dotar de escenas vivas al paisaje de la orilla de un río o a unas naves fabriles abandonadas, pero nos rendimos ante su evanescencia. Ponemos empeño en una conversación con antiguos vecinos que rehabilite vivencias, pero acabamos evocando lugares comunes, mientras observamos con prudencia el estado de conservación de los otros cuerpos. El transcurso del tiempo es vengativo. Nos devuelve un reconocimiento de personas y objetos cada vez más deleble. Siempre podemos reincidir en pensamientos melancólicos, tratando de aprehender con la fantasía lo desaparecido. Pero es efecto de la niebla. La antesala del olvido.






domingo, 27 de diciembre de 2015

Niebla: sólo leve, sólo angosto






















¿Y si al final, lo que queda es la levedad y su hondura? Una hoja que al caer roza mis hombros, las hormigas que suben por mi zapato, la sonrisa de un niño y mi reflejo, la mirada en tránsito que me busca como si me viera perdido. Si suple o releva los angostos discursos de los hombres, no lo sé. Pero tal vez lo leve esté ahí, para rehacer el sentido de las palabras. Para evitar su disolución.



sábado, 26 de diciembre de 2015

Qué paz en qué tierra para qué hombres y con qué voluntad




No es una geometría de Malevich o de El Lissitzky. Tampoco es un espacio sideral fantaseado para un film galáctico tan en boga. Aunque el trazo circular se alimente del cielo -intensidad de la luna u ocaso del sol- lo que achata la belleza del paisaje es la mancha negra. Flota en el océano como desprendimiento que es de otra mancha superior de la que se sigue desgajando día a día en tierra firme, más al oriente. Extraño navío de sombras, ahíto de miedo, alentado por una ciega esperanza. Quién iba a decirnos a estas alturas que las antiguas migraciones por los mares y las tierras de Ulises iban a repetirse más allá del relato de lo homérico. La mancha oscura va en busca de una Ítaca en otra parte porque ha perdido la Ítaca propia. Los viajeros del desarraigo navegan a la deriva aunque lleguen a una costa en cuyos territorios seguirán estando al pairo. La tierra original les ha sido negada y las nuevas tierras no les garantizan su afirmación.

Yannis Behrakis, de Reuters, desplegó su ojo heterotópico para captar una embarcación de exiliados sirios bajo el signo de esa marca sanguina. El lema paz en la tierra es puesto en cuestión una vez más por los navegantes forzosos. A este lado del océano serán considerados osados por unos, insolentes por otros, desgraciados por los más. La Europa tibia y confusa se hizo algún día de modo análogo, con el trasiego y el cruce de hombres dispares y de origen lejano, aunque entonces no tuviera nombre ni los mitos hubieran inventado todavía el toro de que se disfrazó Zeus para raptar a la mujer.



(Yannis Behrakis, considerado el mejor fotógrafo del año por The Guardian)




viernes, 25 de diciembre de 2015

Niebla: sólo cuentos, sólo hacedores
















En medio de un mundo de mitos obsoletos y de cuentos nefastos, subsiste el hombre hacedor. Nunca fue tan necesario que se reivindicara en su desnudez.  



(Fotografía de Toni Catany)


jueves, 24 de diciembre de 2015

Niebla: sólo buche, sólo vaciedad

















Los centros comerciales, los mercados y la calle exhiben estos días un trajín desquiciador. Como si estuviera a punto de decretarse el estado de la carencia, las gentes hacen acopio de lo necesario y de lo superfluo, de lo útil y de lo baldío, de lo sencillo y de lo aberrante. Mentalidad de un tiempo de vacas gordas, pero no aseguradas. No para todos, por supuesto. Obsesión por cargarse de objetos que sustituyan al sujeto.  Si nos coge el fin del mundo, que sea con el buche lleno, parecen decidir muchos. Sin embargo uno observa más ansiedad que distensión, más preocupación silenciosa que alegría explícita, más conducta de autómatas que de fraternidad, más inseguridad que fortaleza. Eso sí, hay un cierto ruido y ajetreo que pretenden rellenar los vacíos individuales y ocultar los temores colectivos. Ni siquiera la política, o acaso ésta menos que nadie, lo cual es bochornoso, proporciona márgenes de claridad mientras las sombras de sospecha entre tirios y troyanos pueden estar incubándose de modo abstruso. Al final, todo se reduce a las cuentas que salgan de lo que unos gastan y lo que otros se embolsan.  La euforia que los biempensantes se obstinan en proclamar no arranca. Tal vez eso sea bueno. La euforia suele tapar las miserias como un anestésico. Más letal.

(Mientras, me acuerdo cada año por estas fechas de lo que escribió Pasolini sobre ellas. No se anduvo con zarandajas: al pan, pan y al vino, vino, y el dedo en la llaga del mito adulterado al máximo) 




(Dibujo de Oleksiy Chekal para Gargantúa y Pantagruel)


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Diario del subconsciente





















Veintitrés de diciembre. Ayer mi madre estuvo toda la mañana con la radio puesta. A mí me aburría la tonadilla de esos niños huérfanos que cantan los números. Los días pasados mi padre había intercambiado participaciones de lotería con familiares y amigos. Las escribió a mano, con esa caligrafía que yo no logro imitar aunque él se empeña. Sería ingrato no reconocer las satisfacciones que me invaden. No ir a la escuela sobre todo, pero también la fantasía seductora de mi madre para estas fechas. Hoy me comprarán el extra del TBO y eso me tiene excitado. Ha dicho mi padre que será cuando salga de trabajar, entonces nos acercaremos al quiosco de la plaza. Mis padres creen que el tebeo es solo para entretenerme, pero yo intuyo que me enseña tanto como ellos y como algunos maestros. Es el tebeo el que me hace ver con claridad lo fantástico que fue aprender a leer. Naturalmente, mi madre y mi padre me ayudan a interpretar lo que no entiendo, e incluso tampoco a ellos siempre les entiendo. Pero les digo que sí, porque la frontera entre las buenas maneras y los toques de atención es muy borrosa. Mi madre, tan entregada en sus afectos hacia mí, es también algo misteriosa. Todos los días me habla de la caridad que propugna su religión, y no sé hasta qué punto incuba en mí un sentimiento de pena. Es muy religiosa, pero eso no quita que muchas noches busque en la radio la onda de una radio prohibida, la sintonice muy bajito y escuche con atención morbosa lo que comentan contra los que mandan en el país. No entiendo bien por qué lo hace, me desconcierta mi madre, pero no me inquieta. Cosas así van haciéndose también parte de mí. Mientras espero el TBO apuro algunos deberes, para camelar a mis padres y que se sientan cómodos conmigo. Algo me entusiasma de mí mismo, que jamás me aburro, aunque me dejen solo. Hay tantos personajes que me acompañan...




martes, 22 de diciembre de 2015

Niebla: sólo pasado, sólo presente
















Imposibilidad de huir del pasado. También, ¿o acaso sobre todo?, es nuestra casa. Seguimos ocupando espacios que se sobreponen, se cruzan, nos rozan, nos engullen. Nos acercamos a una estación de ferrocarril obsoleta y vacía, pero recorremos su ajetreo. Nos pegamos al decrépito caserón, cerrado a cal y canto, y escuchamos las voces del vecindario. Paseamos junto a los muros de una antigua fábrica azucarera abandonada y nos llega estridente el sonido agudo y continuo de la maquinaria y padecemos el trasiego de tractores que van depositando ordenadamente la remolacha embarrada salida de la tierra. Empujamos la puerta de un café a punto de demolerse y nos sumamos a la tertulia de fantasmas. Miramos fijamente la maleta de cartón que vende un chamarilero y nos vemos sujetándola para un viaje de noche. Estancias múltiples, lejanas, que se activan a golpe de memoria. ¿Será que volvemos a habitarlas? 



lunes, 21 de diciembre de 2015

Sombras del Ruedo Ibérico más que Luces de Bohemia





Sánchez-Ostiz nos recuerda en uno de sus artículos recientes un diálogo entre sepultureros en Luces de bohemia, de Valle Inclán.

"UN SEPULTURERO: Ese sujeto era un hombre de pluma. 

OTRO SEPULTURERO: ¡Pobre entierro ha tenido!

UN SEPULTURERO: Los papeles lo ponen por hombre de mérito. 

OTRO SEPULTURERO: En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo."

Visto el resultado electoral de ayer, hay siete millones ciento ochenta y dos mil tres españoles que, perdonando la corrupción y todo tipo de medidas antisociales de quienes han gobernado estos últimos cuatro años, siguen premiando al partido de los más mediocres y exterminadores. Complicidades. Ellos sabrán por qué.



(Ilustración de Cachondo de Jahvé)


Niebla: sólo solsticio, sólo renovación
















Le llaman solsticio, pero aquí es niebla. Ese episodio que parece incierto pero resulta firme. También es un signo. Pasa página el acabamiento de un ciclo. Comienza a incubarse uno nuevo. El florecimiento aún está oculto, sin exhibirse, haciéndose. Es una marca callada que se irá revelando en pequeños indicios. La naturaleza nos ofrece más o menos puntual su eterno acontecer. ¿Y los hombres? Aquí, entre la niebla, todo inseguro. Aunque a algunos les brillen los ojos por sus golpes de vanidosa euforia, las certezas parciales tienen también un rostro de incertidumbre. Se busca superar lo mortecino y uno quisiera que lo vivificante encontrara el camino de manifestarse. ¿Será posible, más allá de los comportamientos emocionales del momento? Ojalá (lenguaje de esperanza) Pero no sé (lenguaje de incrédulo)




domingo, 20 de diciembre de 2015

Niebla: sólo sed, sólo fecundidad
















Al abrir la ventana huelo a tierra húmeda, lejana. El día trae lluvia, muy fina, un calabobos. Lo que tiene esta clase de lluvia es que no es ruidosa ni demoledora. Es persistente, entra en los cuerpos sin que apenas se perciba. Pero impregna. Hoy, por lo tanto, es un día de lluvia generosa. Criadora, que dicen los campesinos. ¿Lo será a todos los efectos? Bienvenido todo aguacero fecundo que venza al desierto inhóspito. Aunque no sé.




sábado, 19 de diciembre de 2015

Niebla: sólo blablablá, sólo ayayay














Ese lúcido Octavio Paz diciendo "deberíamos someter el lenguaje a un régimen de pan y agua, si queremos que no se corrompa y nos corrompa" es la cita para mi día de reflexión. Ah, no, todos los días son de reflexión y de irreflexión, pues nos concentramos y nos catapultamos cotidianamente como usuarios del tópico y de la mentira. Que a mayores haya en ciernes un suceso periódico, como el de elegir una cámara de representantes del Estado, no nos vuelve más juiciosos. El peso del mundo de ilusiones y fantasías, hoy actualizado por el derroche inapelable de la influencia mediática, se impone especialmente al razonamiento coherente, a la prudencia del pensamiento, a la visión cavilosa. El juego está abierto, nuestra sociedad es una mezcla de casino, partida de cartas y juegos de chapas. Una y diversa en el espectáculo. No va más.     

(Seguiré dejándome influir por Octavio)



(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)



viernes, 18 de diciembre de 2015

Niebla: sólo niños, sólo libres













Los niños no son propiedad de nadie. De nadie. (No deberían ser) Pero muchos individuos y entes se erigen en sus propietarios. Padres, maestros, religiosos, partidos, el Estado, el mercado. A los niños se les invoca y se les mima para que sean medio y fin de los objetivos de una sociedad que no crece saludable. Ellos deben ser obedientes, aplicados, condescendientes, ordenados. Porque ellos son el futuro, dicen. Se necesita niños sumisos hoy para ser buenos productores, consumidores o parados mañana. Nadie proclama la enseñanza de la libertad en el niño. Aunque ¿se enseña la libertad? Acaso si se enseñara a los niños la libertad cabría la sospecha. Porque hoy todo el mundo habla de libertad prostituyendo el concepto y devaluando el término. Eclesiásticos, padres guay, grandes almacenes, el negocio del deporte, los juegos electrónicos, la publicidad. Sí confío en que alguien benévolo y con buen ojo, en una familia o en una escuela, les transmita mínimos. Sentido del respeto a los demás, tolerancia con la opinión del otro por muy opuesta que sea, afán por la actividad en equipo, iniciativa de búsqueda. No es fácil, pero es la única manera de sembrar para que más adelante exista otro tipo de individuos adultos. Acaso caigo en la absurda utopía.





jueves, 17 de diciembre de 2015

Niebla: sólo noche, sólo descontento












Dormir se convierte a cierta edad en algo peculiar y diferente, si no irritante. Pero ¿acaso no es distinto a su vez el acontecer de las horas conscientes? Yo unas noches duermo con largura, otras escasamente, otras me despierto y vuelvo a dormir de modo alterno, otras me desvelo con harto desasosiego, otras sueño con gran alboroto y olvido, otras me azuzan pesadillas que logro recordar después, otras son de tiempo que transcurre calmo, otras deambulo entre pensamientos, otras soy asaltado por ese estado que la testosterona produce en uno sin saber por qué, sin incentivo ni deseo alguno, y que me trae a mal traer en esas horas intempestivas. En fin, dormir y soñar, se convierte cada noche en una experiencia novedosa, extraña, entrañable, revoltosa, deudora. Y de pronto, al despertar, me siento ángel, probablemente caído, y me digo: he visto amanecer otro día sin otoño, tampoco invierno, sólo el de nuestro descontento (no sé si esto último lo dice Shakespeare en alguna obra)   


(Fotografía de Joseph Saudek)


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Niebla: sólo uno, sólo vida











La pequeña muerte es lo opuesto. A diferencia de la muerte grande, la definitiva, en el instante único, insustituible, que arrebata al individuo tras sacudir el placer todos sus sentidos, algo nos deshabita y a la vez nos habita. Los franceses debieron darle un toque literario antónimo, pero nada hay más apartado de la muerte que la posesión de nuestra desposesión. ¿Podríamos llamar al instante simplemente desprendimiento? Dimensión intemporal, rompimiento, reconstrucción, ausencia. Parece que no estuviéramos, pero nunca estuvimos tanto dentro de nosotros. Libres de compromisos, obligaciones, responsabilidades, vínculos, males y dolores, somos nosotros en vida. Ni siquiera formamos parte del otro con quien retozamos, o acaso somos el verdadero otro que habita dentro de cada uno, el otro postergado, ignorado, desconsiderado, incluso marchito, que queda en segundo plano en nuestro interior y que no sale a relucir todos los días. El otro que grita al silencio, que se revuelve en las mazmorras de nuestras emociones, que se amputa en la parálisis de la condescendencia con la vida social. La llamada pequeña muerte es el triunfo del yo recóndito. Desaparecen memorias, desiertos, abismos, oscuridades. Sólo acampa el eco del placer por sí mismo. La manifestación donde se libera el ser, se vindica la materia de hombre, se reclama de su autenticidad. Se explaya total desde su singular clamor. En la pequeña muerte también estamos solos. Una soledad nutriente, dual, confirmante, que nos disuelve y nos rearma. Duele nombrar a semejante belleza como pequeña muerte. Es la gran vida. Un reflejo posible de una eternidad no medible.



(Fotografía de Jacob Aue Sobol)


martes, 15 de diciembre de 2015

Niebla: sólo mano, sólo sujeción















Una cara crece cuando una mano la sostiene. La turbación del roce da paso a la aceptación de la caricia. Una caricia tiene que sujetar, de lo contrario no pasaría de manifestar sino la levedad de una carantoña. Aunque en ambos casos sea la solicitud de algo y de alguien lo que centra la acción, hay un componente arquitectónico en la verdadera caricia. Dos individuos se conceden un tiempo de sí mismos. Se intercambian. Ceden a todo lo superfluo y se ponen en el lugar opuesto. Todo se detiene ante la mano que acaricia y ante el rostro que se deja acariciar. Incluso las palabras cesan, las miradas pueden ser prescindibles, la luz no es necesaria. Las fuerzas más imprecisas de dos cuerpos se ponen a prueba. Uno descarga sobre el otro su abandono. El otro se erige en equilibrio de una emoción compartida. La construcción es dual. La llama arde en cualquiera de los dos sentidos. La quietud iguala la intrascendencia de los géneros. Una mano crece cuando una cara se deja apuntalar.




(Fotografía de Jacob Aue Sobol)  


lunes, 14 de diciembre de 2015

Escéptica Jeanne





Lunes 14, después del domingo 13. Sé que estás esperando a que te comente algo, me dice Jeanne. Sólo puedo decirte que los riesgos no se conjuran de un día para otro, y menos porque te tapes la nariz para hacer lo que no deseas hacer. Jeanne siempre habla de modo un tanto críptico cuando no desea dar explicaciones, pero ella sabe que yo hago lo posible por interpretarla. ¿Ves? Yo no me siento aquí incómoda como otros, dice y señala el vagón de metro repleto de mundo. Así es, mundo, y pone voz a mi pensamiento, siempre he entendido que eso abstracto que llamamos mundo es sobre todo humanidad. Das el voto no para procurar que tus ideas sean defendidas, sino para evitar que otros utilicen los resortes de un gobierno para ir a peor. Siempre delegando, un mercadeo como otro cualquier el de elegir lo menos insoportable. Y lo llevo mal. Jeanne calla y mira alrededor. Gente que va al trabajo o deambula sin destino desde ángulos transversales y múltiples de la ciudad, personas de lenguas y facciones variadas y diferentes, miradas escépticas, olores entremezclados, labios silenciosos. Este es el mundo para el que dicen que se vota, me dice Jeanne por lo bajo, pero nadie lo tiene en cuenta. Porte des Lilas está cerca, Jeanne pone su mano cálida sobre la mía, me hace una mueca cariñosa, se dispone a tomar la avanzadilla de la salida en cuanto pare el tren.



(Ilustración de Yslaire para Sambre)


domingo, 13 de diciembre de 2015

El clima, pendiente del modo condicional y no del futuro.




Oh, la belleza y la fealdad recónditas de los modos y tiempos verbales. Oh, los errores casuales o intencionados. Oh, y lo que es peor, las correcciones que precisan pero oscurecen el panorama. Cómo se agarran a las formas verbales, cuando interesa, los grandes figurones de la política mundial. ¿Fue equivocación la forma de conjugación deberán en lugar de deberían que figuró al principio en el documento a firmar en la cumbre del clima de París ? Algo así debió aparecer primero: "Las partes que son países desarrollados deberán seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de emisiones para el conjunto de la economía. Cada firmante deberá preparar, comunicar y mantener sus planes de recorte de emisiones de dióxido de carbono", según informa El País. No coló. El futuro simple fue corregido por el condicional. Como si no hubiera distancia entre proponer y conjugar usando un modo u otro. Como si el condicional fuera lo suficientemente fiable. Pero los chinos y los yanquis anduvieron listos matizando sus compromisos y obligando, por lo tanto, a cambiar el deberán por el deberían. Si el clima del planeta no queda acreditado en el modo futuro de verbo y va a depender sólo del condicional, ¿no cabe la sospecha de que no hay garantías definitivas para cumplir lo pactado en cuanto a no sobrepasar el 2% de la emisión de gases? Naturalmente, ¿quién soy yo para objetar a las grandes potencias desde mi defensa insignificante de los verbos? Me asaltan manías, dudas e incredulidad. El clima del futuro sigue siendo una incógnita, sospecho que su salvaguarda no está garantizada.



(Ilustración de Manel Vizoso, http://cachondodejahve.blogspot.com.es/ )



sábado, 12 de diciembre de 2015

Niebla: sólo eclipse, sólo invisibilidad












Cuánta sombra hay en un beso. Dos rostros, como dos planetas que se atraen pero se desconocen, proyectan opacidad el uno en el otro. En ese instante el eclipse hace desaparecer a los amantes en otras instancias de sus cuerpos. Ellos se pretenden totalidad y en el encuentro de las bocas dan lugar a una partenogénesis emocional donde también se relegan otras motivaciones. A partir de esa fusión ellos mismos han generado nuevos seres, no se sabe si más avezados o más retraídos, más plurales o más restringidos, pues toda aproximación nueva puede dar lugar a reacciones imprevistas e incluso contrarias a lo esperado. Pero el comportamiento de los cuerpos celestes es caprichoso. Pretenden obtener una luz única desde un apagamiento. Es fulgor, exhalación, deslumbramiento. Invisibilidad. 



(Fotografía de Anders Petersen)


viernes, 11 de diciembre de 2015

Niebla: sólo esfuerzo, sólo paso















Lejano queda el bosque, desenredada la maraña, desbrozadas las sendas, rebajadas las pendientes, sorteados los riscos, salvadas las nieblas, recogida la majada, completados los libros contables, mezclados todos los tintes, agostadas las jornadas, apagadas las ascuas. Tanto carácter y tanto esfuerzo derrochado para acabar llegando al no lugar del que nada se sabe, pero desde el que se viene.



miércoles, 9 de diciembre de 2015

Niebla: sólo poesía, sólo ebriedad















"Hay un poeta frustrado en cada hombre", hace decir Malcolm Lowry al beodo cónsul Geoffrey Firmin. Puede ser, pero, aparte de que la frase quede bonita, no lo interpreto. ¿Se frustra el poeta porque el hombre se frustra o porque el mismo hombre es extraordinariamente feliz? ¿O son los hombres frustrados precisamente los que sacan el poeta que tienen dentro para apaciguar su dolor? Estúpidas preguntas sofistas. Pero si uno no conjura sus quebraduras con el lenguaje de la poesía, ¿que otro exorcismo podría utilizar antes de entrar en choque con los elementos de la naturaleza? Parco o embriagado, el escribiente de nuestros días sale de sí para reclamar testigos o verse a sí mismo desde otra perspectiva. Hay más yoes frustrados de lo que parece en cada hombre, yoes sin rostro, sin definición, sin rumbo. Sin poesía.



(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)


martes, 8 de diciembre de 2015

Lo mejor del debate




A estos no les superan ni los cool, ni los modernos, ni los guay, ni los hipster, ni los crack, ni los corruptos, ni los aprendices de brujo, ni los carapintadas. Están magníficos en cada una de sus intervenciones y, en lugar de prometer cosas irrisorias y falsas, nos conceden bienestar emocional y garantizan relajación física. No como los figuras de ciertas tribus del Gran Circo Ibérico, que quieren hacernos creer que son diferentes y, lejos de aliviarnos, estomagan. Para mí lo mejor del anunciado show al que llamaron debate fue aprovechar mi tiempo para ver de nuevo un par de películas de estos verdaderos fenómenos del cambio. Los que salgan elegidos en el show electoral no les llegarán a la suela de los zapatos a estos magos del humor sincero.



Niebla: sólo gestos, sólo ocultación















Si me dieran a elegir entre una mirada torva o una mirada de sonrisa forzada, no sé con cuál me quedaría. En ocasiones hay más sinceridad en la primera y con frecuencia bastante decepción emana de la otra. Por supuesto, se despliega todo un abanico de gestualidad no solo en los demás, sino en mi propio ropero. Lo importante acaso es no convertir en crónico lo que puede ser agudo pero pasajero. Mientras, transcurrimos los días tratando de traducir los rostros y las palabras del prójimo. Y enarcando o distendiendo nuestras propias cejas. Al final, ¿sabemos algo del otro por el semblante que nos muestra? ¿O simplemente entramos en un juego de mohínes? Atracción y rechazo. Acercamiento y distancia. El torvo puede dejarse tomar por nosotros y el sonriente puede mantenernos a raya. Un ensayo de ocultaciones.  



(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)


lunes, 7 de diciembre de 2015

Mi amiga de ojos enrojecidos











Lunes 7, después del domingo 6. La vida tiembla cada día a nuestro lado. La tierra misma es vida y lo hace continuamente. ¿Por qué no habría de hacerlo cada expresión humana?, me dice mi amiga Jeanne. Está abstraída, me busca, se aproxima a ratos y a la vez me rehuye. No sabe cómo estar. Yo sé que está sobre todo en sí misma. Ensimismada estoy, sí, dice como si tradujera mis pensamientos. Lo difícil es entender el movimiento de los temblores, en la corteza terrestre y entre los humanos, le digo para apaciguar su nerviosismo. Ella estalla con una catarata de improperios. La gente es pusilánime, no sé si eso la vuelve más hipócrita. Disfraza su inhibición de crítica abstracta, qué digo crítica, ni siquiera eso, de queja, simple queja. No digo que la queja no esté justificada, pero quejarse y quedarse parado es ir contra la ley del temblor. Quejarse y dejar que otros enarbolen soluciones que no son es una trampa. El triunfo no es sólo de quienes aprovechan la indiferencia o la confusión o el error o la falta de decisión de todos. El triunfo es sobre todo el del accidente mismo, nuestra incapacidad para controlarlo, para modificar a tiempo un simple vector que puede llevarnos al desastre. Jeanne calla, me da la espalda. No sé qué decirle. Ahora comprendo, susurra, y añade: sólo cuando se tropieza y se cae y no se ven perspectivas de alzarse es cuando se comprende. ¿Demasiado tarde?

(El sol que entra por la mansarda de Jeanne es también tímido, pero dejamos que nos invada)


(Ilustración de Yslaire para su serie de cómic Sambre)  



sábado, 5 de diciembre de 2015

Niebla: sólo reconocimiento, sólo aliciente















No suelo prestar atención a ese tipo de individuos que creen saber todo y que dicen no sorprenderse por nada. En realidad les zahiere su cansina renuncia a saber más y a un jubiloso sentido de la admiración. Si se rasca la capa exterior de su insólita presuntuosidad, se advierte en ellos una envidia hiriente y un grado de frustración que les perturba. El asombro es la puerta de la admiración y ambas actitudes nos conducen al reconocimiento del valor de las cosas. Busquemos, pues, sin alharacas. Sin duda nos procuraremos así la pequeña sabiduría del goce. ¿No es suficiente aliciente durante la permanencia? 



(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)


viernes, 4 de diciembre de 2015

Niebla: sólo rescoldos, sólo permanencia















Tiempos de voces interiores más que de manifestaciones de exhibición. Ya no somos aquellos jóvenes lenguaraces que tratábamos de transmitir, con cierta euforia, nuestros asombrosos descubrimientos del mundo. O mejor dicho, nuestras particulares maneras de interpretar cada revelación. No tenemos ganas ya de hacer de misioneros en los hallazgos que aún se producen ante nuestras miradas personales. Y no porque éstos sean menos importantes, sino porque no buscamos tanto el deslumbramiento como la pequeña verdad de los rescoldos que contengan luz y calor. Más allá sólo sabemos desear permanencia y disposición. Sentirnos inmanentes con la vida amplia, esa físis que contiene la esencia de lo que somos nosotros, si somos.

    

(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)


jueves, 3 de diciembre de 2015

Niebla: sólo trampa, sólo repetición















Una partida que comienza, nada nueva, aunque lo parezca. Viejos y nuevos tahúres, unos fulleros y otros medianamente ingenuos, acaso nadie inocente, se reparten las cartas en busca de ases. Pero la trampa es parte de la geometría de la mesa de juego, donde las reglas están establecidas para que ganen los viejos jugadores de siempre. Hay cartas nuevas, pero con valores antiguos. Los naipes están marcados para que siga corriendo el mismo negocio y se produzca análoga defección. Es tan sonoro como evidente el ruido de la mentira que resulta incomprensible que muchos vuelvan a sumarse al juego dando apoyo a los más granujas. Pero es lo que da de sí esta sala de juego que habitamos. El humo palabrero de la velada invadirá el antro tabernario y ocultará una vez más la realidad a nuestros ojos torpes. Picas, corazones, tréboles y diamantes...¿o prefieren oros, copas, bastos y espadas, por eso de ser tan nuestras? Sea cual sea el palo nada en el fondo queda al azar en esta partida de necios. Otros seremos los perdedores.



(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Más allá de las aguas. Sohrab Sepehrí





Cuando moraba
                     el saber a la orilla del agua,
el hombre,
      en la pereza tierna de los prados
                                                   gozaba de azules filosofías.
Su pensamiento seguía el trazo del ave.
Su pulso latía con el pulso del árbol,
y él estaba sometido a la ley de la amapola.
El denso sentido del río
                     se agitaba en las profundidades de su verbo.
El hombre
            dormía
                     en lo hondo de los elementos.
Antes que el alba del miedo
                                                                        se despertaba.

Pero a veces
la extraña canción del crecimiento
                 envolvía las frágiles articulaciones
                                                                              del placer.
La rodilla de la ascensión
                 se hincaba en el polvo.
El dedo
de la evolución, entonces,
                 se quedaba solo
                        en la exacta geometría de la pena.




Me apetecía adjuntar este poema del persa Sohrab Sepehrí (Kashan 1928-Teherán 1980) Lo he extraído del libro Todo nada, todo mirada, publicado por Ediciones de Oriente y del Mediterráneo.



(Fotografía de Angèle Etoundi Essamba)


martes, 1 de diciembre de 2015

Niebla: sólo verborrea, sólo ignorancia



"En la fiebre de la palabras, bebamos el agua del saber", canta el poeta persa Sohrab Sepehrí. Si más allá de la enfebrecida bocanada de verborrea no percibimos un punto de verdad, ¿dónde hallaremos el conocimiento elemental de la palabra válida que nos permita, si no comprender todo, al menos distinguir lo suficiente? 



(Dibujo de Sohrab Sepehrí)