lunes, 14 de diciembre de 2015

Escéptica Jeanne





Lunes 14, después del domingo 13. Sé que estás esperando a que te comente algo, me dice Jeanne. Sólo puedo decirte que los riesgos no se conjuran de un día para otro, y menos porque te tapes la nariz para hacer lo que no deseas hacer. Jeanne siempre habla de modo un tanto críptico cuando no desea dar explicaciones, pero ella sabe que yo hago lo posible por interpretarla. ¿Ves? Yo no me siento aquí incómoda como otros, dice y señala el vagón de metro repleto de mundo. Así es, mundo, y pone voz a mi pensamiento, siempre he entendido que eso abstracto que llamamos mundo es sobre todo humanidad. Das el voto no para procurar que tus ideas sean defendidas, sino para evitar que otros utilicen los resortes de un gobierno para ir a peor. Siempre delegando, un mercadeo como otro cualquier el de elegir lo menos insoportable. Y lo llevo mal. Jeanne calla y mira alrededor. Gente que va al trabajo o deambula sin destino desde ángulos transversales y múltiples de la ciudad, personas de lenguas y facciones variadas y diferentes, miradas escépticas, olores entremezclados, labios silenciosos. Este es el mundo para el que dicen que se vota, me dice Jeanne por lo bajo, pero nadie lo tiene en cuenta. Porte des Lilas está cerca, Jeanne pone su mano cálida sobre la mía, me hace una mueca cariñosa, se dispone a tomar la avanzadilla de la salida en cuanto pare el tren.



(Ilustración de Yslaire para Sambre)


2 comentarios:

  1. Lo malo de los trenes es que nos llevan a todos en una única dirección...

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    1. Tal vez se pueda uno bajar por el camino y seguir andando. Creo que lo importante en la vida de un individuo es que en cuestiones fundamentales no se deja llevar y menos a ninguna parte. Que se pruebe a sí mismo.

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