martes, 22 de diciembre de 2015

Niebla: sólo pasado, sólo presente
















Imposibilidad de huir del pasado. También, ¿o acaso sobre todo?, es nuestra casa. Seguimos ocupando espacios que se sobreponen, se cruzan, nos rozan, nos engullen. Nos acercamos a una estación de ferrocarril obsoleta y vacía, pero recorremos su ajetreo. Nos pegamos al decrépito caserón, cerrado a cal y canto, y escuchamos las voces del vecindario. Paseamos junto a los muros de una antigua fábrica azucarera abandonada y nos llega estridente el sonido agudo y continuo de la maquinaria y padecemos el trasiego de tractores que van depositando ordenadamente la remolacha embarrada salida de la tierra. Empujamos la puerta de un café a punto de demolerse y nos sumamos a la tertulia de fantasmas. Miramos fijamente la maleta de cartón que vende un chamarilero y nos vemos sujetándola para un viaje de noche. Estancias múltiples, lejanas, que se activan a golpe de memoria. ¿Será que volvemos a habitarlas? 



4 comentarios:

  1. Nunca están del todo abandonadas. Siempre están llenas de esos fantasmas. Excelente texto.

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    1. Ya te digo: seguimos habitando estancias e instancias que fueron y las llenamos de vida con nuestros recuerdos.

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  2. la memoria no habita en nosotros, nosotros la habitamos
    me gustó, saludos

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    1. Cuando desaparezcan esos testigos físicos nuestra memoria se abstraerá del todo y otros nos tomarán por fantasmas del pasado.

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