Amó sus recovecos, amó su palabra abierta, amó sus abismos profundos, amó su etereidad, amó su nuca al huir de ella, amó sus exploraciones arriesgadas, amó su luz, amó sus recorridos tenaces, amó su humor alterno, amó su temperamento de fuego, amó su armonía de lluvia, amó sus caídas recurrentes, amó sus devaneos instintivos, amó sus distancias, amó sus derivas, amó sus ensoñaciones, amó sus desvaríos, amó su perfil alzado tras la entrega, amó sus cóleras pasajeras, amó sus desgarros, amó su olor a tierra fecunda, amó sus abandonos repentinos, amó su disposición a la sorpresa, amó su arrojo, amó su introversión, amó sus dedos alargados, amó sus palmas prospectivas, amó sus flaquezas, amó sus extravíos, amó su crin de adolescente rebelde, amó sus reencuentros, amó su sensatez, amó su pulso con el mundo, amó sus obsesiones, amó su solicitud, amó sus transgresiones osadas, amó su tiento justiciero, amó su sonrisa liviana, amó la generosidad de sus brazos, amó sus posturas de súplica, amó su fugacidad, amó sus prontos de locura, amó la danza de su imaginación, amó su tolerancia, amó sus noches de desasosiego, amó su imagen durmiente, amó su despertar apacible, amó su piel rugosa, amó sus caprichos, amó su capacidad de volar, amó sus vibraciones, amó sus euforias, amó sus hundimientos, amó su alegría improvisada, amó la senda de niebla que atravesaba, amó su rigor exigente, amó su sinceridad no siempre comprensible, amó sus letras, amó su desinhibición, amó las entonaciones de su lectura, amó sus dudas atormentadas, amó su escepticismo calmo, amó su espalda de gigante adormecido, amó sus búsquedas, amó sus invocaciones, amó su fruto deseable, amó la sustancia de su disolución, amó cada paso de él mismo, amó cada desprovisión de sí mismo, amó sus silencios rendidos, amó su encogimiento, amó su cuenta atrás, amó cada rictus de dolor, amó la perplejidad de su mirada, la mujer amó de él todo...todo menos su regreso a la nada.
(Foto de Mona Kuhn)