viernes, 30 de diciembre de 2022
Zambullida entre dos aguas
miércoles, 28 de diciembre de 2022
Crónica de un jugador de tlachtli
lunes, 26 de diciembre de 2022
Lo que va de ayer a hoy
viernes, 23 de diciembre de 2022
Yo fui tú, tal vez tú nunca seas yo
No se aburre, sino que recuerda. Le dan ganas de contárselo. ¿Sabes que una vez yo fui tú? Aunque se lo dijera el niño no le va a entender. El niño está a lo que está. Inquieto y confuso. Expectante y temeroso. Es 1953 y las cosas no están boyantes en casa pero hay que tener entretenido al chico. Edward, llévale a que vea al tío John ganándose una extra a las puertas del gran almacén. Al fin y al cabo no le va a reconocer envuelto en su disfraz. Procura que no se acerque mucho para que no note el aliento a alcohol barato del tío John. Ah, Edward, ponle el abrigo elegante, el de los domingos, que no nos sobra pero no hay que causar la impresión de que estamos peor que otros. Y de camino le puedes prevenir de que no se haga ilusiones, que no le van a regalar ningún juguete de lo que exponen allí. Que aquello está de adorno. La tarde hastía al tío John. No faltan niños pero recitar la misma cantinela con cada uno y sin poder echar un bendito trago es agotador. Menos mal que este trabajo dura dos días, piensa el actor. Se apoya en su codo y le pregunta a la criatura su nombre. ¿Cómo te llamas? El niño duda, se traba, se paraliza. Ya sé, exclama con voz aguardentosa la humanidad del tío John revestido de personaje de cuento. Te llamas Jim. El niño se sorprende, incluso se asusta. ¿Cómo lo sabrá? ¿Lo sabrá todo sobre mí? Luego afirma con la cabecita y tentado está de echar a correr. Si sabe mi nombre sabe más de mi casa. De las broncas entre mis padres. De los trabajos de mierda que a veces consiguen y en los que apenas duran. De lo ebrio que llega el tío John un día sí y otro también. De que le siso a mi madre algunos peniques para dulces. De que si no pagamos el alquiler nos echarán de la casa de Clerkenwell y tendremos que cambiar de barrio. Ahora me preguntará cuántos años tengo y qué quiero pedir. El viejo se lo pregunta. Jim calla y se queda con ganas de responder que si lo sabe todo sobre él mejor será que le evite respuestas tontas. Mira las barbas desastradas de aquel personaje, su gordura excesiva, la pose campechana, la ahíta indolencia con que recibe a toda la fila. Y ahora saldrá con aquello de que si he sido bueno y si voy a seguir siéndolo. Lo de siempre. Se lo espera, preferiría que no le chantajease, pero no hay pregunta comprometedora. Dile a tu tío John que se porte bien y que eche una mano a tus padres, dice de pronto el longevo supuestamente llegado de no se sabe bien qué país del frío. Jim se queda en blanco. Mudo, desasosegado, su rostro es el del espanto. Vámonos, me da miedo, dice a su padre que le observa a distancia. Sale de la fila dejando plantado al ilustre. Su padre respira hondo, pensando que qué bien, que tendrá tiempo todavía de pasar por la taberna de Chuck antes de llegar a casa. Si te parece compramos un trozo de plum kake y nos lo comemos mientras paseamos. ¿De muchas frutas?, salta el niño. El que más confitado tenga, responde Edward.
(Fotografía de John Chillingworth, 1953)
miércoles, 21 de diciembre de 2022
Va de cuento inacabado que se puede leer como si no lo fuese
En un país multicolor...¿se acuerdan de la canción? Algunos se empeñaban en que aquel país fuera de un solo color, como ya anteriormente lo había sido para desgracia y perdición de sus pobladores. ¿Lo querían blanco, azul, verde, naranja, morado, amarillo...? La paleta plástica es tan inmensa como deslumbrante y creativa...¡Qué va! Concentraban todos sus esfuerzos en que fuera negro, simplemente negro, totalmente negro. Negro de oscuridad de ideas. Negro de atropello. Negro de uniformidad. Negro de indefensión. Negro de perspectivas. Negro de corrupción. Negro de enfrentamiento. Utilizaban todos los recursos a mano para que sus peones colocaran palos en las ruedas de la evolución. ¡Como si los cambios y las transformaciones se pudieran parar! Querían ser fieles herederos de una trayectoria histórica egotista y propietaria. Y mientras, las ratas pululaban por aquí y por allá. Eso sí, resultaba que las ratas eran pardas, muy pardas. A ver, ¿a qué me recuerda eso?, se preguntaban muchos ciudadanos.
domingo, 18 de diciembre de 2022
El día que Wolf Erlbruch dejó de ser pato
viernes, 16 de diciembre de 2022
Miedo. Recuerdos
Los recuerdos son cómodos. La memoria es una cuna donde vuelve a crecer lo perdido. Te refugias en la comodidad que su ejercicio proporciona para paliar los miedos del presente. ¿Que sumergirse en el recuerdo es ambivalente? Por supuesto, permite perspectiva y acaso una valoración de los viejos acontecimientos que antes no había sido posible. Pero también es abrigo donde ponerse a salvo de responsabilidades que no se quieren asumir.
Max es contundente cuando tras una noche insomne combina cansancio con una dosis de creciente adrenalina.
No responsabilizarse uno de las cosas del día a día, se tenga la edad que se tenga, ¿no es acaso una huida?, le replico con suavidad. Tal vez, dice. Ahí radica la cuestión. El monstruo acecha y sucede que todo aquello que nos debería dar más seguridad, porque sabemos más, porque hemos velado muchas armas, porque creemos distinguir el bien del mal, porque presumimos de conocernos con cierta profundidad los unos a los otros, se torna asustadizo. Hay días, amigo mío, que no solo se teme a lo imprevisto sino también a las circunstancias a las que nos hemos acostumbrado pero que, sin saber por qué, se vuelven desasosegantes, cuando no obsesivas.
Entiendo por lo tanto que recurras a los recuerdos para sortear los miedos, infundados o no, le comento con prudencia. Tú también practicas el ejercicio de fuga al pasado, me contesta Max airado e implacable. Que no quieras aceptarlo es otro tema. Pero es allá atrás donde buscamos consuelo. Es en los tiempos redivivos de la inexperiencia donde nos bañamos para purificarnos del pánico y la inseguridad que sentimos cada jornada al despertar. Es en la lejanía pretérita, que nos cuesta cada vez más reconstruir mentalmente, donde nos convertimos en eremitas de nuestros fracasos. Esta última opinión me altera, no puedo dejar de objetarla. ¿Crees que no ser capaces de superar los miedos es un fracaso? Por supuesto, insiste. Pero no se admite. Es una especie de ingrediente sustancial de la soledad. Algo que se oculta ante los demás para no parecer más frágiles de lo que somos.
(Pintura de Peter Birkhäuser)
martes, 13 de diciembre de 2022
Rescate y presencia, ahí Pompeya
Me ha pasado una cosa curiosa, puramente instintiva, con esta fotografía. Por un momento he pensado que la persona agachada estaba incorporada de alguna manera a los estucos pintados. No sé por qué. Acaso la trenza, el pañuelo en diadema, la camisa aligerada, la hechura equilibrada del cuerpo y algo que sujeta en la mano esta restauradora, como si se tratara de una oferente, me ha provocado una asociación de ideas subconsciente que me ha trasladado al imperio romano.
Podría limitarme a admitir que tengo ya un nivel de despiste elevado, o de desconcentración o de miopía avanzada, o simplemente que la visión cinematográfica se mezcla con la real en mi mente, pero prefiero orientar la explicación de otra manera.
Como se trata de la poderosa Casa dei Vetti de Pompeya, que van a inaugurar para la visita del público dentro de unos días, creo que por un instante me han abducido sus paredes de color almagre y me he hallado sumergido en aquel ámbito dedicado al dios de la prosperidad, Príapo. Sí, el de monumental falo en permanente erección, que se hacía contrapesar en uno de los platillos de la balanza con el otro platillo donde se representaba la riqueza, y por lo tanto, el bienestar. Bueno, esta fue la idea vengativa y con sarcasmo de los propietarios encumbrados de aquella finca, como respuesta a la envidia que habían suscitado.
Hasta qué punto la influencia de lo que consideramos inmóvil y desaparecido -siglos de ruina y ocultación bajo tierra y lava- sitúa nuevas miradas y nos arrastra a un pasado sobre el que nuestra curiosidad no renuncia. En alguna ocasión se lo tendré que preguntar al espíritu de Winckelman.
Leído en la web archeologiavocidalpassato:
domingo, 11 de diciembre de 2022
El instante intenso en que Ingrid Bergman se apodera de Ilsa Lund
viernes, 9 de diciembre de 2022
Cosas de Neo, la ingeniosa
martes, 6 de diciembre de 2022
Tarde de día festivo con Giacomo Casanova
Me he pasado la tarde leyendo algunos episodios de la vida de Giacomo Casanova, y me lo he pasado en grande. No solo por los episodios en sí, sino por sus reflexiones. Y como no se me ocurre nada que escribir hoy de mi propia cosecha no me resisto a copiar y pegar aquí una parrafada del veneciano, que es más jugosa que mis ocurrencias. Está tomada de Mi fuga de las prisiones de Venecia.
"Quienes sostienen que los sufrimientos morales son más graves que los males físicos que afligen a nuestro cuerpo se equivocan por completo, pues las enfermedades del espíritu solo atacan al espíritu mientras que las del cuerpo minan lo físico y destruyen lo moral. El verdadero sapiens, el sabio, es siempre y en todas partes más feliz que todos los reyes de la tierra, nisi quum pituita molesta est *. Por lo demás, no es posible vivir mucho tiempo sin que nuestros órganos se consuman; creo incluso que si se mantuviesen exentos de todo deterioro, sentiríamos el golpe de la muerte con mucha mayor fuerza, pues la materia no puede resistir el paso del tiempo sin perder su forma: singula de nobis anni praedantur euntes**. La vida es como una amante a la que queremos demasiado y a la cual siempre terminamos por dar todo lo que nos pide con tal de que no nos abandone. Desvarían quienes han dicho que hay que despreciarla; es a la muerte a la que hay que desdeñar y no a la vida. No es lo mismo. Son dos ideas completamente diferentes: amando a la vida me amo a mí mismo y odio a la muerte porque es su verdugo. El sabio, sin embargo, debe limitarse a despreciarla porque el odio es un sentimiento que incomoda. Quienes la temen son un poco necios, pues es inevitable; y quienes la desean son cobardes, pues todo el mundo puede procurársela cuando quiera".
* Salvo cuando la pituitaria me atormenta (Horacio)
** Cada año que pasa nos roba a todos alguna cosa (Horacio)
Independientemente de los conceptos y de la visión de las cosas que tenía Casanova hace doscientos treinta años largos, pues al fin y al cabo era hijo de su tiempo, creo que no eran nimiedades lo que pensaba. Y en cierto modo no hacía sino repetir lo que los clásicos ya concluían dos milenios antes.
La cita está tomada de la edición de la Editorial Valdemar.
lunes, 5 de diciembre de 2022
Ante el 6 de Diciembre: Aquel Juan Genovés que muchos llevamos dentro y nunca debemos olvidar
Del distanciamiento...
viernes, 2 de diciembre de 2022
Nunca quedó París
Dime que no me la vas a jugar otra vez, volviendo a abandonarme. Bien sabes que nuestro amor será eterno, querido. La eternidad dura tan poco. Pero es eterna mientras permanece. No me basta. Tampoco podemos cambiar el destino, mi cómplice. Un destino que hemos elegido, ¿no crees? Solo en parte, querida, solo en parte, aquella que creemos controlar. Tú lo dices bien, y nuestro margen es reducido, tanto en tiempo como en capricho. ¿Piensas que amarse es un capricho? Por supuesto en cierto modo, un capricho adaptado a la necesidad. Pero la necesidad es maleable y cambiante. De ahí que siempre debemos considerar la aproximación de dos personas como algo efímero o, si prefieres, circunstancial. Habría que ser extremadamente frío para verlo de esa manera y tú mismo, aunque lo dices no lo eres. Pero es así. Cada individuo evoluciona en sus propio territorio, aunque comparta ideas, afectos y obligaciones con otros. ¿Por qué en el amor iba a ser de otra manera? Te falta decir que el amor es como cualquier otro negocio. Me da apuro reconocerlo, pero ¿acaso no lo es? O como los pensamientos que uno tiene, que mutan y se alteran, a veces renovándose, en ocasiones aferrándose a planteamientos sin salida. Pero los afectos tienen salida, querido. Y a veces son callejones contra una pared, o como dicen en París, cul-de-sac. Tal vez cuando alguien se da cuenta de que todo se ha estancado haya que utilizar otros recursos. ¿Como el alejamiento mutuo, por ejemplo? O simplemente un escape temporal. Si lo vivido entre ambos fue profundo y nos ha marcado es parte de nuestra continuidad en la vida, estemos con quien estemos. No me es suficiente. Pero se puede vivir con ello y resulta incluso estimulante. Ya, entiendo, eso de llevar cada uno en la memoria y el deseo propios al otro, pero sin tocarse. Es que la caricia es una losa si no hierve el anhelo y se dota de cierta estabilidad. ¿Si te dijera que incluso en el tiempo que estuvimos apartado el uno del otro seguí acariciándote? ¿Si te dijera que yo lo intuía y que me dejaba? El problema es que ya no podremos volver nunca a París y me temo que estoy harto de seguir en Casablanca. Entonces hagamos del día una eternidad reencontrada. Y también de la noche.
(Ambos ríen estruendosamente mientras el coche acelera hacia el reencuentro del calor)