viernes, 16 de diciembre de 2022

Miedo. Recuerdos

 



















Los recuerdos son cómodos. La memoria es una cuna donde vuelve a crecer lo perdido. Te refugias en la comodidad que su ejercicio proporciona para paliar los miedos del presente. ¿Que sumergirse en el recuerdo es ambivalente? Por supuesto, permite perspectiva y acaso una valoración de los viejos acontecimientos que antes no había sido posible. Pero también es abrigo donde ponerse a salvo de responsabilidades que no se quieren asumir. 

Max es contundente cuando tras una noche insomne combina cansancio con una dosis de creciente adrenalina. 

No responsabilizarse uno de las cosas del día a día, se tenga la edad que se tenga, ¿no es acaso una huida?, le replico con suavidad. Tal vez, dice. Ahí radica la cuestión. El monstruo acecha y sucede que todo aquello que nos debería dar más seguridad, porque sabemos más, porque hemos velado muchas armas, porque creemos distinguir el bien del mal, porque presumimos de conocernos con cierta profundidad los unos a los otros, se torna asustadizo. Hay días, amigo mío, que no solo se teme a lo imprevisto sino también a las circunstancias a las que nos hemos acostumbrado pero que, sin saber por qué, se vuelven desasosegantes, cuando no obsesivas.

Entiendo por lo tanto que recurras a los recuerdos para sortear los miedos, infundados o no, le comento con prudencia. Tú también practicas el ejercicio de fuga al pasado, me contesta Max airado e implacable. Que no quieras aceptarlo es otro tema. Pero es allá atrás donde buscamos consuelo. Es en los tiempos redivivos de la inexperiencia donde nos bañamos para purificarnos del pánico y la inseguridad que sentimos cada jornada al despertar. Es en la lejanía pretérita, que nos cuesta cada vez más reconstruir mentalmente, donde nos convertimos en eremitas de nuestros fracasos. Esta última opinión me altera, no puedo dejar de objetarla. ¿Crees que no ser capaces de superar los miedos es un fracaso? Por supuesto, insiste. Pero no se admite. Es una especie de ingrediente sustancial de la soledad. Algo que se oculta ante los demás para no parecer más frágiles de lo que somos.



(Pintura de Peter Birkhäuser)

38 comentarios:

  1. Yo uso los recuerdos, los propios y los impostados, y están ahí, siempre.

    Un abrazo

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    1. Como debe ser. ¿Y quién no? Otra cosa es matizar ese uso, pero que quede en el secreto personal de cada cual.

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  2. De hecho, nos pasamos la vida huyendo, y por ello no conseguimos superar nuestros miedos.

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    1. E incluso los alimentamos. Y, ojo, que con la edad se agravan o pueden agravarse más. Ahí lo dejo.

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  3. Creo, Fáckel, que los recuerdos, los buenos, claro está, deberían ser como el espejo retrovisor de los coches: que nos sirvan para conducir mejor hacia el futuro. Lo malo es que a veces esos recuerdos, sobre todo los malos, nos adelantan por la izquierda y, muchas veces, por la derecha, con lo que eso supone de aturdimiento y peligro.
    Muy conductor estoy yo hoy, jajaja.
    Un saludo y gracias por tus comentarios.
    Te voy leyendo poco a poco, aunque no siempre puedo escribir. Me resulta estimulante tu blog.
    Gracias.

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    1. Recordar sobre episodios favorables o desdichados es siempre interesante y constructivo. De todo se sacan conclusiones, ¿no? Lo importante es saber si las situaciones que llamamos malas o desagradables se superaron o arrinconaron sin mayor afectación en el devenir de la edad. Y ese es el misterio. Que a veces nos damos cuenta tras décadas que ciertas cuestiones no se han salvado y de algún modo en nuestro sustrato aún nos martirizan de alguna manera. Así que te he quitado el volante por un momento y ya puedes seguir conduciendo tú solito, jaj.

      Tranquilo, lee lo que quieras, cuando y sin dependencias, como hago yo. Un abrazo.

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  4. As memórias podem ser uma faca de dois gumes... Há as que nos ferem profundamente e há as que nos são confortáveis... É a forma como lidamos com elas que definem como vivemos...Ou presos ao passado ou a avançar no futuro.
    Um tema interessante para reflectir...
    Beijos e abraços...
    Marta

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    1. En efecto, unos nos hieren y otros nos agradan, pero siempre recurrimos a bañarnos otra vez en el mismo río que no en las mismas aguas, que diría Heráclito. Recordar el pasado es refugio, pero si solo uno se refugia en él desatendemos la vida cotidiana. Naturalmente, para muchos, por edad o desgaste, el día a día es de difícil llevar y entonces se busca la comodidad y el consuelo del recuerdo. Tema serio y muy emotivo sobre el que podríamos hablar largamente.

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  5. Hay miedos incapacitantes, dependiendo de como sea el miedo y cuando te lo inoculan, pueden superarlo o no, las "casas de salud", antes "manicomios", están llenas de estas personas..

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    1. Y no solo en manicomios, Emilio, claro, supongo que todo depende de la intensidad y la capacidad de hacer frente al monstruo.

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  6. Es verdad que los recuerdos son cómodos, pero no tanto porque con ellos se eluda la realidad -me temo que no es posible hacer eso, porque ella se impone- lo son, porque en nuestra mente los reelaboramos a nuestro gusto. Hacemos desaparecer lo que nos es incómodo y magnificamos lo que nos gusta, que es donde nos acurrucamos. No creo que los recuerdos nos ayuden a superar el miedo, si acaso ayudan a tomar aire en momentos puntuales, pero con la obligación de salir y encarar ese miedo. Si no somos capaces de salir de esos recuerdos mullidos y confortables, dejamos de vivir y no hay nada más imperdonable…ni más cobarde. Porque sí, sin ninguna duda, el mayor fracaso es no ser capaces de superar los miedos que nos acechan…ahí estamos todos cada día que empieza con el casco puesto dispuestos a… vencer o morir… ; )

    La fragilidad es tan consustancial al ser humano, que no admitirla es de tontos.

    Lo siento, me ha salido un comentario que parece un reproche y nada más lejos, perdón. De hecho me ha parecido una reflexión preciosa la tuya.

    Un abrazo

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    1. En efecto: hay reelaboración de los recuerdos, o simplemente búsqueda de "paraísos" perdidos, aunque fueran instantes. Me gustan los matices que utilizas: reelaboración, tomar aire, incomodidad y magnificación...Cada cual somos únicos, y aunque las emociones sean análogas y frecuentadas por todos resulta que cada uno tenemos nuestra propia reconducción de las mismas, ¿no?

      Para mí no es ningún reproche tu comentario, qué va, los personajes del coloquio se lo montan como pueden y saben, tras los sueños intranquilos de la noche, pero no son insectos monstruosos. Mas los miedos están cual compañeros de viaje, como ya se expresó en otra entrada que llevaba una pintura del mismo autor.

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  7. Dice la primera frase: "Los recuerdos son cómodos". A partir de aquí considero que son cómodos si nos los acomodamos. Creo que todos somos prisioneros de nuestros recuerdos y que los malos son los que nos asaltan primero. Claro que los hay buenos, pero nadie es dueño de los pensamientos, y en ellos están los recuerdos.
    Vale más estar alerta, no siempre son cómodos.
    Salut

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    1. Pues no sé si hay un orden de prioridades en los recuerdos, eso debe ser en función de la vivencia padecida por cada cual en el pasado. Pues mira, creo que sean jodidos o maravillosos (voy a ser tosco en estas expresiones) los recuerdos del tiempo alejado, a ciertas edades son refugio, incluso anhelo, porque en la utopía soñada de la ancianidad se está dispuesto a repetir lo que sea del pasado si eso supone -previo pacto con el diablo- recuperar edad, salud, juventud y posibilidades.

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  8. "previo pacto con el diablo"....jajajaja, nuestro viejo amigo siempre merodeando, es que él sabe más por viejo que por diablo, claro.
    Salut

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    1. Es la metáfora -Goethe también por medio- no ninguna creencia, y, sobre todo, un gran refrán como el que citas. De todos modos, ya que me brindas la ocasión, me parece que nadie garantiza recuperar lo perdido. Pero no sigo, que tontería hay mucha y se reviste de pontifical.

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  9. Los recuerdos son cómodos porque ya sabes como acaba. No creo que produzcan miedo, quizás desasosiego y tampoco hsy que regocijarse. Si buenos , no tan buenos como cuando ocurrieron, si malos,¿ para qué recordarlos? Es como ver Casablanca, no es como la primera vez (esto último es carnaza,eh? a ver si te lanzas...
    )
    Abrazoo

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    1. Lo que o donde se produce miedo es en el presente y, sobre todo en eso desconocido y siempre inexistente llamado futuro, y me limito a lo personal. El pasado nos puede compensar, a pesar de que ha habido experiencias de todo tipo, porque también somos capaces de manipularlo en nuestra mente, ¿no? Tendemos a justificar nuestras maneras de ser y actuar de adultos en base a las inexperiencias primigenias, a los primeros andares del razonamiento a trompicones, a nuestro propio desconocimiento de nosotros mismos en el pasado, aunque estoy que digo es relativo, porque siempre nos hemos conocido algo, o hemos creído conocernos, ¿o es que acaso las edades avanzadas son la garantía de saber mucho más de nosotros? Quién sabe.

      Curioso lo que podemos reflexionar sobre Casablanca. Es de 1942 y entonces se estaba muy lejos de saber qué desenlace tendría la monstruosa guerra mundial. ¿Podía apostar Curtiz por otro final, que algunos lo ven flojo pero que no tiene otra opción posibilista? En cierto modo hay mucha Casablanca en las vidas de cada uno de nosotros, ¿sabemos acaso cuánta película nos queda y con qué episodios?

      No soy el nadador de Paestum, pero me he lanzado.

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  10. Creo que los recuerdos los reelaboramos a nuestra conveniencia y entonces salimos mejor parados de lo real.
    Superar los miedos en base a recuerdos, no es un buen oficio, mejo afrontemos la situación con las armas presentes en el momento.
    Interesante reflexión la tuya.

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    1. Hay sin duda un rescate de recuerdos, acaso lineal si la memoria más o menos precisa lo permite, pero hay una utilización de ellos, no siempre consciente, porque Heráclito siempre está presente con aquel fragmento que no me harto de repetir: el de las aguas del río que no transcurren dos veces.

      Por supuesto que hay que afrontar las situaciones a cualquier edad, pero las emociones son caballos desbocados y dentro de ellas el sentir miedo medra y se agazapa. ¿Por qué no recurrir a la vieja memoria, dual y contradictoria, para paliar algo las dificultades presentes? Otros siguen recurriendo al mecanismo religioso, pero ahí no voy a meterme, aunque eso sí, siempre tengo presente aquella cita de Sartres: Dios es la soledad de los hombres (no es baladí ni simple la expresión, a mí siempre me hizo pensar)

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  11. No sé... tengo mis dudas sobre que los recuerdos, el contemplarlos, sea una forma de huida. ¿Sabes? Creo que son de los poco activos que tenemos. Son lo vivido, que al fin y al cabo, vida es lo único que tenemos. No nos los vamos a llevar a sitio alguno. Asi que pienso que mejor es deleitarse con ellos, emocionarse con ellos, revivir con ellos. Ese revivir, aquí y ahora, es lo más parecido a una reencarnación; la otra, la que hablan, es un cuento. Y ese cuento, sí me parece una huida, un "consolatorum" inútil, un escapar de realidades.

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    1. Y tanto que son activos, cotizan en la más importante de las bolsas: nuestra propia existencia. Tienen subidas y caídas, pero seguimos haciendo inversión, simplemente para garantizarnos un colchón nada crematístico y sí muy beneficioso que es proporcionarnos cierta tranquilidad, cierta sensación de que vivir está mereciendo la pena. Así que coincido contigo. Y mira, chico, ni reencarnación ni vida eterna, porque somos físis, que dirían los de la Hélade, y como tal materia en desgaste y desaparición, llegado el momento. No hay otro misterio. Es la naturaleza, amigo, es la física impecable aunque nos parezca implacable, pues la estupidez simplona de los humanos nos ha hecho creer en una supuesta eternidad que, en fin, un gran cuento, como bien dices.

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  12. Es cierto eso de que volver al pasado a través del recuerdo nos sirve de refugio ante la incertidumbre de los problemas del presente. El recuerdo es un recurso que nos brinda la sensación de contención con la que compensamos la angustia de lo cotidiano. A medida que nos pasan los años la fuga hacia esa otra dimensión del recuerdo suele ser más frecuente y sanadora. Un abrazo

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    1. Y diría que no solo es recurso o consolación, y malo que solo fuera eso, es una llamada a seguir indagando en nuestras experiencias, en las vivencias propias y del entorno, es un reclamo para buscar claves de situaciones y maneras de ser de personas -o personajes- que habitaron con nosotros, y para ir más lejos, a intentar explicarnos las épocas que dejamos atrás, harto complejas pero que nos absorbieron (como hoy día lo siguen haciendo)

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  13. Lo que más se me ha quedado de tu escrito es la observación de que creemos distinguir el bien del mal. Es un tema profundo y complejo porque yo creo que creamos categorías cómodas para definir uno y otro lado, pero en realidad cada uno contiene al otro. Nos gusta calificar dualmente: esto es el bien, esto es el mal. Es muy cómodo intelectualmente.

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    1. Totalmente de acuerdo. Históricamente nos persigue esa fijación, en parte ética, en parte útil, de distinguir el bien y el mal, y partimos de que sobre ambos conceptos no es fácil ponerse de acuerdo siempre. A veces el acuerdo solo se queda en dos palabras. Ahora mismo presenciamos un tema político y constitucional sumamente delicado. ¿No hay ahí también un combate entre el mal y el bien? ¿Quién encarna cada posición? ¿Puede ser concretada objetivamente? Yo pienso que sí, pero no voy a ir más allá. Que cada cual piense, eso sí con honradez y conocimiento, y sin mala voluntad, pues de esta estamos sobrados.

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  14. La pena es que los recuerdos no son valorados hasta que pasan, como el vehículo de Dyhego. Me temo que prefiero vivir el presente que no es sino la consecuencia del pasado. Lo que más me gusta de la película es considerar el tiempo como falacia. Eso sí que cambia todo el panorama que nos lleva y nos trae.
    Una tal Jane Roberts ya se “chivó “ hará como más de medio siglo al respecto. Lo cierto es que entonces me costaba mucho entenderlo , ahora ya voy “entrando en vereda”. Pensarlo e imaginarlo, precisamente porque vivimos encadenados al tiempo, puede resultar tan terrible como inefable a eso que uno
    juegue a discernirse lo más fríamente que pueda.

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    1. El tiempo como falacia, qué interesante, me apunto la idea para otro devaneo.

      Lo de Jane Roberts no lo pillo, no leí nunca nada de esa autora.

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    2. Es norteamericana y sus legajos guardados en algún lugar de la administración norteamericana. Hace muchas décadas, antes de la actual censura, fue barra libre para muchos curios@s. En este país cada vez menos la conocen, no te extrañe. De complicada lectura y muy magufa.

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    3. Hubo algo suyo publicado en España, pero ignoro de qué va su obra. Los títulos de sus libros son raros.

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  15. Un texto profundo, para reflexionar. A veces creo que no superamos los miedos porque no los identificamos. Creemos que tememos la agresividad del otro, pero esa agresividad no es más que el reflejo de nuestra agresividad mal gestionada. O que tememos la traición de los demás y... Sí, es terrible pasar por ese proceso. Mas esa traición es siempre una lección para ser más independientes y selectivos. A veces la vida es como una partida de ajedrez en la que simplemente jugamos mal y perdemos. Otras veces jugamos bien y ganamos, pero dentro de ese buen juego hay pérdidas porque para que el trayecto evolutivo del alma sea más fuerte que las trampas del ego tiene que haber pérdidas significativas que son las que nos enseñan a ser plenamente humanos, pese a las cicatrices de las experiencias dolorosas.

    Recordamos lo que nos hace felices y olvidamos lo que nos perturba. Esta es una especie de amnesia perversa que nos mantiene sumidos en la inconsciencia.

    Otras veces recordamos lo terrible y olvidamos lo hermoso. Aquí nos convertimos en víctimas del destino.

    Si recordamos todo quizás podamos aprender algo.

    Cuando todo lo vamos olvidando nos adentramos en la noche de la desmemoria que puede llegar a ser patológica.

    Si supiéramos gestionar los recuerdos y los olvidos evolucionaríamos como especie. Conoceríamos la historia y tenderíamos a no repetirla.

    Dado que no sabemos gestionar los recuerdos y el olvido somos una especie caótica, en peligro de extinción.

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    1. Tu texto es un post en el que bien podrían haber hablado Max y su amigo.

      Yo sí que creo que los individuos hayan sabido gestionar no solo recuerdos sino el día a día, pero este es sumamente complejo. De todos modos hoy hablamos de estos temas gracias al medio de blogs u otras redes, antes como mucho en tertulias y de un modo mucho más contenido o reservado. Me pregunto si antes, y acaso hasta hace poco, la gente manifestaría como ahora sus pensamientos e inquietudes personales o lo haría de modo muy exclusivo, reservado.

      La especie no ha dejado de evolucionar desde el principio, lo cual no me vuelve tan pesimista como tú lo planteas. Otra cosa es que conocer la historia no haya sido muy objetivo precisamente. La historia, la narración del pasado, siempre la escribieron vencedores, dominadores, y aunque había una historia o fragmentos de ella paralela y subterránea, la de los vencidos, los sometidos, no es no muy recientemente cuando se ha asentado su conocimiento como una disciplina de estudio, investigación, ciencia. Pero...en parte ese conocimiento hay que divulgarlo, y ¿acaso están por la labor muchos mass media que sirven las voces de sus amos, por ejemplo? ¿Hasta qué punto las universidades utilizan canales de llegar a la sociedad con los conocimientos más avanzados del pasado? En fin, es un tema que nos llevaría por sendas complicadas y habría que dedicar tiempo.

      Dices: "Recordamos lo que nos hace felices y olvidamos lo que nos perturba. Esta es una especie de amnesia perversa que nos mantiene sumidos en la inconsciencia". Mi experiencia me dice que no olvidé jamás ni lo bueno ni lo malo, por utilizar términos simples. Pero estoy contento de que lo que en otras épocas de mi vida me pareció fatal o sublime lo esté revisando porque ahora tengo más perspectiva y conocimiento para distinguir. El pasado ya no se toca ni se cambia, pero lo vivido si sabemos digerirlo y entenderlo ayuda al presente, en ese sentido puede haber amnesias, no sé, pero no una amnesia que elige maniqueamente.

      No quiero aburrir, y menos corregir, solo exponer puntos de vista con sumo placer y aproximación, espero lo entiendas. En otro momento seguiré. Gracias por tu jugoso punto de vista, Ana.

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  16. Bella e interesante contestación la que me regalas. Estas cuestiones de la memoria son resbaladizas. Hoy, estas últimas semanas, estoy pesimista. Mi ánimo es sombrío. Así que mis opiniones son sombrías. Seguramente escribiría otras cosas si atravesara un momento vital mejor. De tu escrito aprendo. Por cierto...he leído todos los comentarios que te han dejado tus lectores. Son apasionantes.

    Gracias
    Seguiré leyendo otras entradas de tu blog.
    Abrazos

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    1. Es que un tema como el tratado superficialmente es apasionante. Los que escriben tienen todos su criterio y eso me parece lo más importante. Lástima que en temas que exigen honda profundización no podamos extendernos en un blog. Y son temas que están ahí, acompañándonos siempre. Lamento ese tiempo sombrío que dices atravesar, pero se sale siempre. Ánimo, gracias a ti.

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  17. Em quedo amb "La memoria es una cuna donde vuelve a crecer lo perdido". M'agrada molt!

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    1. En la cuna empezamos a crecer, ¿no? Y al poco, a perder.

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  18. Me parece muy interesante cómo volvemos a elaborar los recuerdos a medida que vamos cumpliendo años. Vamos interpretando los sucesos ya vividos de un modo algo diferente. Por ello vivimos muchas vidas. Lo que fue y las múltiples interpretaciones de lo que fue. Somos como un caleidoscopio en cuanto a la memoria de los acontecimientos...

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    1. Por supuesto, tienes razón. La única vida vivida y en directo fue una vez, aquella del pasado. Las posteriores vidas que obtenemos al recordar son recreaciones, necesidades de revivirlas con el aspecto positivo de intentar interpretar el pasado o al menos consolarnos, aunque la interpretación pueda estar equivocada. Caleidoscópico abrazo.

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