domingo, 20 de abril de 2014

Imaginario, 7.




El umbral de la cueva me transmitía una humedad antigua. Los ojos empezaban a ver a través del olor de la profundidad. Allí dentro se derramaban por la piedra de leche chorros de toda clase de coloraciones. Sentí mucha alegría y creo que la roca también. El silencio de los humanos no es el silencio de toda la naturaleza, y llegaban voces muy apagadas de minúsculos seres. Arrodillado ante las charcas inmóviles de la caliza les imploraba que se me revelasen. 



4 comentarios:

  1. Cristo ha resucitado de entre los muertos;
    con la muerte ha derrotado a la muerte
    y a quéllos que yacían en los sepulcros
    les ha dado vida.


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  2. Respuestas
    1. Suele pasar inadvertido a muchos, pero las cuevas ni son tan blancas ni son tan negras. Como el resto de las vidas.

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