En la habitación en penumbra hay un hombre desnudo que se parece a mí. Pero solo está desnuda la mitad de su cuerpo. La otra mitad la cubre el rayo de añicos en que ha quedado destrozado el espejo. Son amargos los cortes que detecto sobre un lado de mi abdomen. Cuando paso la mano por el borde de las heridas me salpico.
Una cosa es la apariencia, otra la realidad. Aunque la realidad a veces aparenta. Pero en las palabras está condensado el fondo de la cuestión.
ResponderEliminarSalut
Apariencias reales, no por ser apariencia es menos realidad, ¿no? La apariencia siempre es una desfiguración, pero también dice de quien la ejecuta. Un abrazo.
EliminarEsta mitad hecha añicos.
ResponderEliminarY la otra que se hiere porque el roce hace la herida, antes incluso que el cariño...
Somos seres demediados, otros dicen incompletos, prefiero pensar que estamos siempre haciéndonos (y deshaciéndonos) El cariño tiene bastante de herida, también, no pensemos que sólo es bálsamo...
EliminarDeberías reunir una selección e intentar publicarla un día, o presentarla a concursos poéticos.
ResponderEliminarMuchas de estas parecen provenir de sueños, o al menos en fase REM despierto, y sus símbolos e imágenes son muy potentes en ambigüedad y exuberante polisemia, como los sueños.
Una navegación interior poderosa, en fin.
Uf, eso de concurrir...bastante tengo con correr delante de mí mismo...Sí, hay mucho onírico en todo esto, poco racional, excesiva polisemia a la fuerza porque, ¿cómo trasladar lo soñado, lo deseado, lo intuido sino con voces plurales?
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