¿En qué río se lavaba los cabellos la muchacha que emulaba a la diosa?
¿Se agitaron las aguas para moldear la extensión de su figura?
¿Qué música respaldó el armónico ejercicio de su danza?
¿Se apartaron los juncales para que el sol secara cada palmo de aquella piel tan alba?
¿Se retorcieron a su paso los olivos que descendían en suave desorden desde las colinas?
¿Turbaron su quietud los zagales ante la visión del contorneo?
¿Para quién perfumaba ella su cuerpo?
¿A qué miradas se ofrecía expansiva y graciosa mientras permanecía agachada?
¿Qué aves canoras revoloteaban dichosas ante los movimientos gráciles de la ninfa?
¿Qué céfiro cesó paralizado por el asombro?
¿Cómo voces intensas se fueron traduciendo en susurros?
¿Detuvo atónito su caminar el transeúnte extranjero?
¿Quedó pasmado el travieso sátiro?
¿Se suscitó la envidia en las otras ninfas?
¿Quedó prendado de ella el dibujante que tomaba apuntes sobre la materia del paisaje?
¿Tañeron melodiosas liras bajo los parrales?
¿Hubo discusión entre todas las deidades de la naturaleza reclamando su pertenencia?
¿Despertó de su sueño algún tallista para eternizar en el mármol la sustancia del goce?
¿Deseó a la bella algún dios desde su prepotente dominio?
Pero Ángel González lo expresa mejor en su poema
Nunca
¿Hemos de sacrificar a la doncella
en el altar de un dios que reclama su sangre
para confirmar su poder sobre nosotros,
y comprobar que su grandeza
no sufre menoscabo con el paso del tiempo?
Rómpase la grandeza del dios en mil pedazos,
que la lepra corroa la púrpura que cubre
su soberbia figura,
y que su eternidad se reduzca a ceniza.
Y prevalezca la sencilla gracia
de la doncella viva, fugaz, irrepetible,
su sonrisa tan clara,
su alegría
que ella no sabe efímera, y por tanto
es en su ser presente inmortal un instante.
*Escultura de Afrodita en el Museo Arqueológico de Rodas.
Desde mi educacación eminentemente machista, soy nacido en los 50, pese a tener dos hijas y alguna nieta que me han moderado mucho, me custa trabajo hablar de feminismo y de feminidades, se me suele escapar la malaeducación y me lo recuerdan, lo reconozco, asi lo evito la proxima vez.
ResponderEliminarEs igual, la escultura de la joven estimula muchas interrogaciones.
EliminarQuizás debamos ser machistas, aunque sea sin ejercer demasiado, o porque no podemos ser de otra manera.
ResponderEliminarTal vez, pero ¿a que el poema de González es magnífico?
EliminarUnas miradas enturbiadas por la corrección imperante.
ResponderEliminarSolo sé que una escultura como esta puede suscitar preguntas sin fin.
Eliminar¿Hay respuestas?, quizás, pero las interrogantes es seguro que continuarán siempre a más.
ResponderEliminarPor supuesto. Es lo que sugieren las apariciones deslumbrantes, digamos.
EliminarHá muitas interpretações...O desejo, a sedução, o erotismo, a paixão, o bem estar interior...
ResponderEliminarInúmeras perguntas, inúmeras respostas e todas fazem sentido...
Beijos e abraços
Marta
Acaso en las preguntas se encuentran implícitas las respuestas. Boa segunda-feira.
EliminarUn dios que exige sacrificios no es un dios, es un psicópata. No sólo eso es algo que olvidamos, es que además , coreamos sus nombres y les damos nuestros votos.. poco nos pasa, ¿verdad?
ResponderEliminarAcabas de definir el ente fantástico que tienen las religiones en adoración. No sé si ese está fabricado observando a los grandes reyes y magnates, ya en la Antigüedad sucedía, o los de ahora con votos o sin votos reproducen aquellos otros de las mitologías religiosas. Lo que me parece es que ha pasado mucho, que la humanidad ha sufrido constante y contundentemente, y no solo por la naturaleza. Además culpamos -algunos la culpan para librarse de responsabilidades- a los fenómenos naturales olvidando que se vive a espaldas de ellos y de que no se ejerce control debido (tema dana valenciana, p.e.) No nos libramos de responsabilidades nadie.
EliminarTu texto y la escultura de Afrodita me trajo a la memoria el baño de Artemisia bajo la mirada pasmada y subyugada de Acteón. Caro le costó al mancebo robarle esos deliciosos instante a la diosa, que al percatarse de su presencia lo convirtió en un ciervo blanco, para ser devorado a continuación por sus perros que no lo reconocieron. Ay! la mirada de Acteón, Ay! la mirada de los hombres. Bernardi Roig inmortalizó esta escena en una soberbia escultura.
ResponderEliminarAy, de la mirada de los hombres. ¿Irá siempre y en todos en la misma dirección...única?
EliminarNo recuerdo ahora la escultura de Roig, del que tengo un gratísimo recuerdo cuando expuso en mi ciudad en un diálogo con esculturas del pasado en el Museo. Voy a buscarla.
Cuántas preguntas podrían hacerse a la belleza, pero también a toda visión masculina sobre la mujer.
ResponderEliminarAnder
Muchas preguntas, pero sobre todo las fundamentales. pero ¿acaso están los hombres por la labor? Cada cual sabe y debe intentar encontrar respuestas. Gracias, Ander.
Eliminar¡Maldito el que destruyere la belleza!
ResponderEliminarSalu2.
Cuando los del ISIS destruyeron Palmira vomité.
EliminarCuando me informé de la destrucción de obras clásicas por los cristianos de los primeros siglos me horroricé también. Duda siempre de las sectas, hermano, me dije, aunque luego se llamen iglesias.
EliminarPor desgracia, todo el que va llegando destruye lo anterior.
EliminarSalu2.
¿Se mantienen entonces solamente pequeños recuerdos históricos? ¿Como los cerros testigo tras las grandes erosiones geológicas de eras pasadas? (Es que por esta zona hayinfinidad de ellos)
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