lunes, 14 de agosto de 2023

Velada presencia


 

Fue como una presencia velada. Al principio creyó que se trataba del viento. Le pareció que le rodeaba un movimiento impetuoso. Imaginó una desastrosa ventolera y se levantó para cerrar cualquier ventana y evitar así que los papeles se extendieran desordenados por el piso. O que la impetuosidad de aquel fenómeno imprevisto derramara la copa de vino que solía situar sobre la mesa, entre los libros de consulta. Nada temo más, se dijo, que las manchas de vino sobre el papel. 

No era bebedor de serie, sino escogido. El gusto impersonal de la adicción no le suponía una tentación irrefrenable. Bebía a sorbos, combinándolos al escribir con la elección de las palabras. Como un ritual, más que como una práctica común, paraba con frecuencia el tecleo para sujetar el tallo de la copa y sorber delicadamente. Entre un ejercicio y otro pensaba. O se abstraía, que consideraba una forma diferente de ceder al pensamiento. Pero ante aquella sacudida repentina se había levantado con brusquedad con el fin de detener el presunto caos en ciernes. 

Para su asombro no había nada abierto en aquella habitación extensa. La recorrió a grandes zancadas, buscando la procedencia de una corriente, sin encontrar siquiera una rendija que explicara la sensación percibida. 

Al volver a la mesa observó, alterado y molesto, que unas gotas oscuras se extendían sobre los pliegos escritos a máquina que había ido acumulando a su izquierda, ensuciándolos. Imposible, pensó repasando sus movimientos. Nunca llevo la copa al otro lado. Nunca bebo con nerviosismo ni agito mi mano para que revolotee el vino contra el cristal. Levantó los primeros pliegos y las gotas seguían calando los de más abajo. Se sintió confuso, ridículo. Estoy solo, nadie puede haber movido los papeles mientras he recorrido la habitación, se contrarió dejándose caer con abatimiento en la silla. La botella sigue en su sitio, mi copa permanece fiel a mi derecha, en la mesa no se advierte movimiento alguno. Ni siquiera tengo dado hoy el ventilador de aspas que pende del techo. 

Su esfuerzo en racionalizar el máximo posible sobre la ubicación de los objetos y acerca de su propio comportamiento le estrangulaba. Una nueva y leve oleada de aire a su espalda, desplazándose en torno al cuerpo, le dejó perplejo. Giró la cabeza a un lado y otro. Observó la copa. El vino describía pequeñas ondas, mas el recipiente permanecía inmóvil. Hace un rato que no bebo ni escribo, advirtió con sobresalto. ¿Estoy aquí escribiendo como todas las mañanas o sueño que lo estoy haciendo? Tuvo la sensación de que su amplia camisa de lino blanco era rozada por un elemento invisible cuya procedencia no acertaba a adivinar. 

Hizo todo lo posible por permanecer sereno mas en alerta. Si había aire no se manifestaba. Los papeles, quietos. La pluma de ave antigua que le habían traído de Florencia no movía ni uno solo de sus filamentos. Las hojas del ficus joven se mostraban pasivas. Solo la camisa se le pegaba a la piel. Creyó que una mano oculta presionaba su cintura. Percibió la calidez de un aliento ajeno. Otra vez vuelven mis fantasmas, los recurrentes espectros que me atosigan salvajes, gruñó tratando de familiarizarse con el acontecimiento. No refrenó el impulso de reír, sabiendo además que la risa en solitario puede tomarse la libertad más extensa que es la de no ser reprimida. Entonces escuchó una voz casi velada. Tal vez estés soñando. No distingues ya entre lo que escribes y lo que vives. Y a veces se sueña con risas de complicidad; los sueños son tan traviesos, acarició su oído aquella pronunciación taciturna. 

El vino de la copa había mermado. Olió en su camisa un aroma que no era suyo. El bordado vertical lucía pequeñas lágrimas rojas.




* Fotografía de Eric Kellerman.

20 comentarios:

  1. ¡¡Uff!! aquí puede haber dos cosas, o el personaje se habia bebido un par de copas de más y no se acordaba, o es un principio de demencia.
    Saludos

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    1. Una tercera: las letras escritas hacen vivir vidas arriesgadas.

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  2. Las sombras llaman, invitan, dejarse llevar sería lo ideal, ¿No?.

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    1. Siempre que sean acogedoras.

      ¿Conoces el relato "La maravillosa historia de Peter Schlemihl o El hombre que perdió su sombra"? ¿No? Su autor: Adelbert Von Chamisso

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    2. No, Fackel, vi una película hace muchos años pero dudo que tenga relación.

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    3. Me gustó mucho cuando lo leí hace años.

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  3. Vendrá a visitarte la muerte y tendrá tus ojos, por eso no la verás, pero notarás su presencia.

    VENDRÁ LA MUERTE

    Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
    -esta muerte que nos acompaña
    de la mañana a la noche, insomne,
    sorda, como un viejo remordimiento
    o un vicio absurdo-. Tus ojos
    serán una vana palabra,
    un grito acallado, un silencio.

    Así los ves cada mañana
    cuando sola sobre ti misma te inclinas
    en el espejo. Oh querida esperanza,
    también ese día sabremos nosotros
    que eres la vida y eres la nada.

    Para todos tiene la muerte una mirada.

    Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
    Será como abandonar un vicio,
    como contemplar en el espejo
    el resurgir de un rostro muerto,
    como escuchar unos labios cerrados.

    Mudos, descenderemos en el remolino.

    (Cesare Pavese - 22 marzo 1950)


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    1. Siempre me impresionó este poema de Pavese.

      Como una plegaria podríamos repetir cada mañana, y acaso en la intención ya lo hacemos:

      Oh querida esperanza,
      también ese día sabremos nosotros
      que eres la vida y eres la nada.

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  4. Ás vezes, a solidão fecha-se de tal modo em nós que começamos a duvidar da nossa sanidade....
    Por isso, devemos deixar que os sons do exterior entrem na nossa casa para que se saiba que não se está só....
    Texto interessante como sempre...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Pero nos obligamos a distinguir los sonidos, para no dejarnos arrastrar por cantos de sirenas que nos lleven a abismos insondables y, lo que es peor, insalvables.

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  5. Y digo yo... ¿Y si no era cosa del copeteo...?
    Igual tenía que ver, no con el aire, sino con el humo. Ves a saber que se había fumado el picarón.

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    1. Ya que lo dices me cabe alguna duda de si no sería un clásico de algún...no, mejor no alterar el texto, iría por el lado que no se pretende.

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  6. Todo es posible en una habitación cerrada...

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  7. Una experiencia que descoloca a cualquiera. Igual sí que los fantasmas nos visitan y hacen bromas en habitaciones cerradas, o los sueños se hacen reales.

    Muy intrigante. Un abrazo

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    1. Los fantasmas están siempre cercanos, no hacen falta que vengan de ninguna parte, simplemente nos habitan (cada cual debe saber si quiere darles cobijo)

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  8. Jo visc sola menys els caps de setmana, i a vegades també tinc paranoies! Molt intrigant aquest escrit!

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    1. Tal vez las supuestas paranoias, Helena, sean lugares íntimos de encuentro.

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  9. Fáckel:
    nos fantasmas andan sueltos y los hay de todo tipo.
    Me gustaría ver fantasmas auténticos, y no los fantasmones que aparecen en los medios de comunicación (verbigracia, ése que besuquea a las futbolistas...).
    Salu2 vinícolas (de Rueda, jajaja).
    Ah, los tres comentarios anónimos anteriores son míos.

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    1. Ese fantasmón besucón es un tipo que se arropa en el Poder que le confiere su nombramiento y cargo. Es una mentalidad existente en todos los estamentos, entes, territorios...No tienes más que ver cómo va a pelear por el cargo y por defender su particular honor, que él mismo lo dejó en entredicho. Pero creo, Diego, que el concepto del honor y de la dignidad de cierta gente no es del mismo plano ni se fundamenta en los mismos criterios éticos que el que tenemos otros de abajo.

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