Mi querido niño. Desde que he leído tu carta soy presa de estupefacción. ¿Porque después de tanto tiempo te hayas acordado de mí? ¿Por tu decisión de venir a verme? Que un guerrero avezado, al que supongo también fiero, recabe el reencuentro con una amiga de infancia me honra. Mas ¿eres consciente del tiempo transcurrido? ¿Me imaginas como entonces o dibujas a Sabina con el realismo de la edad, ajada y desproporcionada? ¿Acaso has sabido algo de mi vida durante estos años? Sin embargo, junto a la perplejidad por tu aparición de nuevo me invade una mezcla de curiosidad y ternura. ¿Puedo pronunciar para ti estos términos o a los militares curtidos no se os permite un lenguaje que acaso consideráis pusilánime? Mira que yo no he cambiado y sigo mostrándome zalamera y obsequiosa con aquellos que alguna vez me han aportado algo más que bienes, posición o servicios. Cuanto tú eras púber y te acercabas a mí buscabas mi tutela. Pero la protección te la podían brindar otras. ¿Qué veías en la mujer que se iba haciendo dentro de mí para que no obstante mis bromas e incluso desaires, que provocaban risas entre las chicas de mi misma edad, no me rechazaras?
Aún me acuerdo de cuando delante de todas afirmabas con tesón: de mayor serás mi esposa. ¿Eran solo cosas que se decían gratuitamente como parte del juego de la edad? ¿Se trataba de la sinceridad que lleva consigo la inocencia? Me daba cuenta de que cuando te sentaba sobre mis muslos vibrabas de un modo especial. El calor te invadía. Te sujetabas a mis hombros, dejándote caer en una mezcla de sopor y apaciguamiento sobre mi torso creciente. Eran manifestaciones de tus emociones. El niño siente. Es el impulso natural. Con los afectos y con los sentidos. Estabas a caballo entre la madre que ya no te procuraba mimos y la niña algo mayor que no quería ser madre, pero podía simularlo. Aquel juego no era torticero. Yo te recibía con agrado aunque hiciera guiños al resto de niñas. Ya sabes. Nosotras siempre íbamos por delante en materia de sentimientos y modos de expresarlos si no de ocultarlos. Tantas veces hemos jugado a dos cartas, haciendo parecer a los demás que sentíamos lo opuesto de lo que mostrábamos.
Probablemente hoy no quisieras sentarte como antaño sobre mí. Mis carnes débiles y esta artrosis traicionera no podrían permitirse convertirte de nuevo en el niño que fuiste. Tampoco creo que ahora se te ocurra representar las atracciones de la edad de la inocencia. ¿Imaginas por un momento que a nuestra edad juegos menos ingenuos suplieran a aquellos? No sería lo mismo. Pero, ¿iban a ser peores? ¿No tendrían un sentido acorde con la edad? ¿No es el destino de los humanos seguir intentando juegos que compensen los sinsabores? Nuestro cuerpo nunca permanece igual, pero quienes tratamos de regirlo o nos dejamos llevar por sus veleidades, ese cuerpo ¿no está acaso exigiendo que se responda a sus reclamos cambiantes? Ya ves que estoy siendo franca contigo. No propongo nada, solo trato de ver si es posible dotar de otros recursos a aquella atracción oscura que nos conectó en nuestra adolescencia. ¿Soy osada simplemente porque no me resigno al avance de la edad provecta? Si retornas a Pompeya no será solo para recordar o visitar a los amigos que vivan todavía. Tendrás que observar si tienes afectos pendientes que quedaron por el camino y si aquella persona que tanto te estrechó cariñosamente es capaz todavía de proporcionarte consuelo. ¿Conoces otra manera de conjurar al destino?
Ansío saber qué satisfacciones te ha proporcionado el azar. No dudes en relatarme las desventuras que has vivido. A estas alturas una no quiere escuchar una parte demediada de la existencia de un amigo y mucho menos soportar falsedades. Conmigo no tendrás necesidad ni de fingir ni de sublimar. Si has obrado perversamente quiero saberlo. Si la bondad te ha guiado me enterneceré una vez más. Si has naufragado en los errores veré en ti al hombre honesto. Si la confusión te ha vuelto frágil no debes esperar de mí signo alguno de desprecio. Y si te has convertido en un perdedor por defender los principios de justicia que no son fácilmente aceptados yo te haré triunfar con mi acogimiento. Tal vez imagino vanas ilusiones. Intuyo que tu presencia me sacará, siquiera temporalmente, del sopor de la vida rutinaria, cuando no mediocre, que aquí llevamos. Asumir la edad no significa renunciar. Y menos cuando una ausencia se va a convertir en presencia. Cuántas veces damos por hecho que el pasado no vuelve. Pero ¿y si los dioses quieren que el pasado se reencarne con los mismos o diferentes personajes? Porque nosotros pareceremos ser los mismos que una vez convivimos. Mantenemos nuestros nombres, nos reclamamos de las mismas familias pretéritas, tenemos como referencia la urbe en que crecimos. Pero todo ello solo es una parte de nosotros. La otra parte es la que estando o no prevista nos cambió. ¿O crees que yo misma, por seguir viviendo en Pompeya, pienso, hablo y actúo como en el tiempo de la fruta verde?
Mi apreciado niño. Me siento rendida de cansancio. Continuaré mañana la carta. El día se va apagando en medio de una calidez densa. Ha sido una jornada extraña, como si el mundo se estuviera parando. Como si no fuese a haber un mañana. Ya ves qué ocurrencias tengo. ¿Será por la desazón que me causa tu noticia de que vas a venir?
* Este capítulo conecta con otro de hace unos días:
ResponderEliminarQué pena que esa mañana no les llegara. Ese encuentro prometía un hermoso desenlace. Una amistad así, ese sentimiento sincero y auténtico, esa complicidad, es un gran privilegio tan difícil de disfrutar...
Buenas noches.
Pues sí, habrá que quedarse imaginando cómo sería el reencuentro. Cada lector del texto puede poner de su cosecha lo que podría ser y no fue, vivencias pretéritas tenemos todos. Salud para el día.
EliminarDebido a la bella narración se me antoja que no exista otra tumba que la del recuerdo. Duele pensar que algo inserto en una de mota de polvo universal (léase planeta tierra) disponga de recuerdos, y que ello, a su vez, se convierta en una especie de realidad virtual. Tremendo.
ResponderEliminarEn efecto, la del recuerdo y la de los deseos no satisfechos. Todo es vida. Somos propietarios de lo que tenemos alguna vez y de lo que tenemos nunca.
Eliminarsin vivencias la parca del destino me suelto
ResponderEliminarHazlo pues con la imagination.
EliminarMejor dejar todo como está. La idealización forma parte de como pudiera haber sido y no fue.
ResponderEliminarMejor así.
Lo demás es querer retocar la historia.
salut
Solo que la idealización forma parte también de nosotros. Lo importante es no esclavizarnos ni de lo logrado ni de lo insatisfecho.
EliminarToda carta es un fragmento de vida que nos permite llegar a ese momento. Cuando se entrelazan, uno tiene la sensación de haber querido estar allí, en ese reencuentro. A veces, es mejor que todo quede suspenso en esa última carta que no tuvo respuesta...
ResponderEliminarY me has hecho reflexionar: ¿cuánto no hay en la vida de cada uno de suspenso?
EliminarUna pena que después de la franqueza y cariño con el que se tratan, ese encuentro no suceda. Quizá, de producirse, sean mayores las expectativas que el resultado. Con el tiempo tendemos a idealizarlo todo y la realidad nos defrauda.
ResponderEliminarUn saludo.
Primera idea disparada (que no necesariamente disparatada) de lo que dices: en aquel tiempo, los de la primitiva secta cristiana ¿irían pregonando que el encuentro importante está en la otra vida? Nunca sabremos si fueron mayores las expectativas entre Sabina y el tribuno que el resultado. Me preocupa que los lares no pusieran demasiado de su parte y se lo dejaran todo a los manes.
EliminarTenemos tantas veces que idealizar, es un impulso natural, aunque ello implique desfigurar, pero es que la realidad contundente es tan quebradiza...
Vale.
Perguntas válidas e provavelmente não serão respondidas na totalidade.
ResponderEliminarPorque, às vezes, o que se encontra é completamente diferente do que se espera. As pessoas mudam, encontram um outro caminho que nunca foi considerado.
Interessante o texto.
Beijos e abraços
Marta
Así es o parece ser. No estamos libres de imaginar y de desear, pero debemos contar siempre con el efecto opuesto. Siquiera para no hacernos demasiadas ilusiones en lo perseguido. Salud para el día, Marta.
EliminarLa sinceridad que lleva consigo la inocencia... cuánto encierra esta frase... y esos juegos no torticeros... tesoros de la primera juventud... ¡Qué pena que se vaya perdiendo el arte de escribir cartas... esta es una joya!
ResponderEliminarLa sinceridad también tenía un precio en la infancia. Pues sí, tiene mucha razón, los epistolarios se van perdiendo. Los correos fáciles y rápidos de móviles parecen reflejos, pero no siempre son sinceros ni auténticos. No dan margen al pensamiento, a exponer sentimientos desarrollados, a crear un argumentario que estreche relaciones. Pero muchos lo aceptan. O tempora, o mores, dirían los clásicos con pesadumbre.
EliminarFáckel:
ResponderEliminares una carta tierna y sensible, que no sensiblera. La de una mujer sabia, por la edad y por su inteligencia, que contempla la vejez con serenidad, con melancolía, pero sin miedo.
Supongo que la erupción del Vesubio impidió ese encuentro. Una lástima.
Salu2.
El monte acabaría con lo real y lo posible. Suerte la de aquel al que le pilló fuera de la zona. Y cada vez que pienso que aquella tragedia ha proporcionado una fuente de información enorme para nuestros tiempos y la interpretación el pasado...Paradojas.
EliminarSim, o significado de " óbvio" em português também é esse - evidente, claro. Estou no meio de uma guerra, estou a ficar cansada e o óbvio seria desistir. Mas eu posso achar que devo lutar contra o fim.
ResponderEliminarEspero ter respondido à tua questão.
Beijos e abraços
Marta
Tienes las opciones abiertas. Es fácil recomendar luchar hasta el final, pero tú misma tienes que evaluar las posibilidades. Suerte.
EliminarMe encanta ese ida y vuelta entre personajes que se entrelazan a través de acrtas.
ResponderEliminarSobre el peso de los años, cabe destacar la disparidad con que la edad nos condiciona. A las mujeres, la madurez de la preadolescencia nos llega antes que a los varones. Más tarde, la diferencia de edad se empareja, bien puede sostenerse por un tiempo una pareja en donde la mujer es mayor, pero en los años previos a la vejez, el desgaste del cuerpo de la mujer suele ser más evidente y por lo tanto el desfasaje de edad entre ambos, más notorio. La 'pareja"se despareja a lo largo de los años.
Siempre es un placer leerte
La 'pareja"se despareja a lo largo de los años. Frase antológica, con varia lectura.
EliminarNo sé en qué momento los aprendizajes del hombre y de la mujer confluyen o se equilibran, si es que eso se da de manera plena, supongo que no, que lo antes aprendido pesa más a largo plazo que los que van corriendo y llegan tarde y mal, por ejemplo.
Gracias, Neo, saluda al Paraná.
"Vell és tan bell", canta Lluís Llach... Sap més el dimoni per vell que per dimoni. No canvio una persona d'edat que tingui delicadesa per un jove cregut i desmenjat per atractiu que sigui.
ResponderEliminarTienes un interesante punto de vista. Pero a veces uno se sorprende. No todo viejo es más sabio por ser viejo. También los hay imprudentes y con escasa delicadeza y sensibilidad.
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