lunes, 21 de octubre de 2019

Postal de Naida (y una llamada de Emina)





He recibido una postal de Naida. No te veré hasta dentro de cuatro o cinco días. Me han ofrecido un trabajo en Tuzla y quiero saber de qué va. Esta postal que te envío nada más llegar es también para decirte que me gustaría recurrir aquí a nuestros paseos de las horas libres. Aunque estoy sola y no me arredro ni ante los perros ni ante los hombres, disfrutaré de los recorridos imaginando que paseas a mi lado. Me basta el placer del recuerdo. Así que si te suena el oído es porque te voy contando lo que veo. Cuatro días pasan pronto. No malgastes tu soledad sin Naida. Siempre tan sorprendente esta mujer. Pero ¿por qué dirá que no malgaste mis días sin ella? ¿Temerá mi soledad realmente o acaso los riesgos de la suya? A veces tengo la sensación de que va un paso por delante de mí. Como si me conociera más que lo que uno se conoce o que intuyera mis comportamientos antes de descubrirlos yo mismo. Sabe que mi estancia en Sarajevo implica explorar, mirar con proyección multiplicada cuanto hay entre el monte y el río, observar las casas que visito no solo como continentes acogedores sino para pulsar el tono con que se fortalecen las vidas. En este sentido qué provechoso es para mí escuchar cuanto narran sus habitantes sobre los pasados generosos y los pasados desgarradores. Estar en esta ciudad es como ir experimentando otras formas de crecimiento. En ideas, en visiones generales y concretas, en emociones, en reflexiones que cierren el círculo de lo que se me ofrece. Hasta en gustos. Y ahí el animal que late dentro de mí también crece, y todo crecimiento lleva consigo más necesidad nutriente y, por lo tanto, más hambre y más sed, es inevitable. Admito que no me falta capacidad de resistencia para no ceder a todas las tentaciones que me agitan. Al precio de no verme nunca satisfecho. Cuando Naida deja caer alguna frase enigmática me inquieto. Así que ¿cómo le digo que hoy me ha buscado Emina para comer juntos? Conozco a Naida, es tolerante, pero tiene accesos a veces un poco tensos. Además Emina y ella son amigas. Soy consciente de que desde que aparecí se está trabando una amistad triangular, y no por ello preveo nada más. Pero Emina es tan apasionada y vehemente. Tiene una manera natural, en ocasiones selvática, de enfrentarse a las circunstancias y a los individuos. En su manera de encarar el mundo Emina y Naida se parecen, son energías con expresiones diferentes.  A veces me pregunto si la rudeza y decisión que Emina manifiesta al tratar la piedra y parir de ella un ingenio que solo se fecunda en su mente se desarrollarán también en las demás situaciones de su vivir cotidiano. La he visto mostrarse exigente, disconforme, alejada de condescendencias fútiles.  Como si ella misma fuera una roca. Me intriga que hoy me haya dicho que va a descansar de su último trabajo, que prefiere la distensión en torno a una mesa. Ni debo ni quiero negarme. Tal vez la conversación me haga conocerla mejor y, de paso, saber algo más sobre Naida. Pero esto, ¿tiene interés? ¿Desde cuándo indago o recabo informaciones sobre personas por las que siento afecto? ¿Acaso debo saber de aquellos con los que me vinculo para estar a gusto y sin compromisos ni negocios que aten lo que no escuche de sus propias bocas?

Es lo que pensaba antes. Uno aquí cambia. ¿Se trata de una transformación ordinaria, que se habría producido en cualquier otro lugar, o es sobre todo una metamorfosis? Supongo que la respuesta no la puedo tener hasta el final. Pero el final ¿de qué? Pase lo que pase, con Naida y con Emina, sólo sé que debo mantenerme equilibrado en mi navegación, no obstante esta se muestre insegura. Me apetece seguir viviendo el tránsito ordinario, silencioso, sin importarme llegar a parte alguna, aceptando mi fragilidad en medio de un todo que nadie controla. Si soy aceptado con mis flaquezas e inseguridades el descubrimiento de mí mismo no tendrá fin. Además por nada del mundo se me ocurriría hacer dejación de mi arriesgada personalidad, en la que me reconozco. Simplemente porque si lo hiciera estaría muerto.




(Fotografía de Inés González)

12 comentarios:

  1. ¿Naida o Emina? Esa es la cuestión. Ya nos contarás...

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    1. No me veo en plan Shakespeare, aunque conjuras y traiciones hay hasta en los espacios más íntimos.

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  2. "Uno aquí cambia". Los viajes sacan de nosotros facetas desconocidas, impulsos dormidos. Nada mejor que conocer gentes y lugares. Nos hacen más comprensivos y humanos porque vemos las cosas con una perspectiva cercana y no desde la distancia. Siempre se dijo que la lectura y los viajes nos curan de los nacionalismos y de las xenofobias. Nos hacen más abiertos, menos provincianos, más empáticos.
    Un saludo, Fackel.

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    1. A veces incluso los viajes sin viajar nos cambian, es decir que las diferentes etapas de edad ya son viajes en sí mismos, verdaderos viajes, no solo desplazamientos e incursiones. Así que ahora mismo veo o me parece ver las cosas de manera más razonada, con mayor perspectiva y con cierta templanza (la crispación ambiente no siempre lo permite) que hace unas décadas. Pero ya que citas nacionalismos, xenofobias y recuperaciones turbias del pasado me parece que a muchos ni la edad les cambia, así que acumulan más cerrilismo. No obstante, todo viaje exterior y circunstancial viene bien, las lecturas son viajes de gran proyección, pero mira hay mucho culto por ahí que está enrocado en supremacismos de mala salidad y de creciente enfrentamiento cívico. Saludos.

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  3. Abandonar la evolución, suponiendo que la hubiere, bien sea propia o ajena me parece irrenunciable
    Igualmente me parece que tiene cuenta elegir condicionantes, ya que seguramente seamos producto de ellos. Sin remedio, puesto que negarse a uno mismo conociéndose a fondo tras amplio recorrido vital implicaría cosas terribles que desembocarían en dolorosa disipación. Se lo deseo a los protagonistas de tu historia cuanto menos. Al ser ficción lo conseguirán.
    Me planteo cuanto de ficción tiene la realidad que la cultura y los medios nos venden como tal. Todo, me respondo, y la disipación asoma de nuevo.
    Como verás se ratifica tu última aserción.

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    1. Que hay evolución -y desde otro punto de vista involuciones- no te quepa duda. Tener conciencia de ella ayuda, para el propio interior y para las relaciones ajenas. Los condicionantes explican pero no siempre son determinantes. Los condicionantes del pasado -personal y colectivo- se pueden quebrar, siempre hasta cierto punto. También hay que hacer el esfuerzo de intentarlo, para lo cual es imprescindible sentir la necesidad de hacerlo. Y mira, lo que nos venden los medios mejor que no nos seduzcan, porque esas ficciones si las tomamos como referentes y pautas para vivir estamos perdidos. Creo que no es ni tu caso ni el mío en que poco a poco hemos ido vendiendo ya la cebada y sabemos de qué pie cojea cada mercachifle.

      Sobre el relato, ni sé de un día a otro qué camino va a tomar, al fin y al cabo en la invención, por muy modesta que sea, ya está la pizca cambiante y evolutiva que a uno le gusta tomar como lúdica. Desde la fría noche mesetaria.

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    2. Al hilo de tu comentario sobre “personajes de relatos” : Hace unas tres décadas escribí una novela y sus personajes “camparon por sus respetos”, se desarrollaban al margen de mi voluntad. Ahora, y han pasado unos 30 años, puedo verificarlos como productos de mi pasado inconsciente y encima premonitorio el “condenao”. Ahora todo cambió y tras reconocimiento y comprobación de ese inconsciente ha caído aquella venda protectora y un terrible cambio más o menos reciente, inducido seguramente por el envejecimiento, se ha producido, aunque me consta que no le ocurre a todas las personas.
      Sería una buena razón por la que me inclino por aspectos de la vida simplemente relacionados con cuestiones científicas. Todo un reto para mi pobre “coco” basado en la relativa simpleza de la materia física, y me temo que los retos aún mantienen la cohesión de mi naturaleza. Como dejé de ser así ..... malo.

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    3. También se puede enfocar y perseguir lo relacionado con conductas y psicologías humanas con criterios científicos, no lo olvides. Buscar interpretaciones -no tanto devaneos- es una mina sin fin. Valora de nuevo, con nuevos ojos, aquello que escribiste entonces.

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    4. Lo hice y no solo con ese material sino todo lo escrito desde la más tierna infancia, es decir toda una vida.Ufff, la primera vez me hinché a llorar, luego hurgue por entre los arquetipos y comprendí algo, poco a poco más y no resultó en absoluto halagüeño, menos mal que el aspecto científico se abrió camino.
      Me hace gracia la petulancia psicológica de “ir hacia luz”, más válido podría ser: “toma luz y verás qué tostadit@ acabas”. (arder en el infierno?) Es lo malo de pertenecer a una petulante sociedad a media cocción, sin desmerecer la dualidad imperante (sistema binario) positiva de todo aspecto.

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    5. Lo de "ir hacia la luz" se parece a lo de "buscar la verdad". Son eufemismos. Naturalmente luz y verdad suelen identificarse, al menos en los sistemas ideológicos, desde las religiones hasta las ideologías políticas y los presupuestos filosóficos. Hoy se lleva mucho entre los esoterismos de autoayuda, nuevas maneras de satisfacer la banalidad que llevamos dentro.

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  4. Emina representa la escultura de la piedra y Nadia el recuerdo de un Sarajevo en la piel. Tal vez la triangulación sería posible.

    Ambas son fascinantes. Un abrazo

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    1. Depende la capacidad de catalizar elementos diferentes que tenga el hombre, supongo. Gracias, Albada.

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