Las cosas que oye uno que pasan y las bobadas que se dicen y las insensateces que se gastan y las mentiras que se tejen le funden a uno los plomos. Pobre democracia.
En efecto, y así me hice eco en alguna otra ocasión cuando el tema del momento no me inspiraba sino un color. También Malevich pintó uno titulado blanco sobre blanco. Aunque el negro parece agobiar más es el blanco el que trasciende volúmenes y líneas y se proyecta con análogo agobio. Hartura de caminar siempre en el filo de lo incierto. Salud.
Pero ni siquiera eso, Francesc. No hay colores (y no me nombre el amarillo, si us plau, que ciertos patrimonialistas de esencias eternas lo han jodido para siempre) Hay vacío, nada, temor a lo desconocido, a más a más, como decís, o si no, a lo mismo de siempre, que también es intemperie.
¿Sabe alguien cómo hacerlo? Pues le voy a revelar una cosa, Anónimo. Mi modo de reaccionar por la hartura que me suscita lo que cuenta el samizdat es leyendo una novelita del XVIII, una de Jacques Cazotte, El diablo enamorado. Nada como un relato de ¡esoterismo iluminista! con personajes españoles de fondo para compensar la miserable negrura o no menos terrorífica blancura del relato de españoles que nos cuentan los mass media hoy.
Me resulta imposible darle el tratamiento obligado también esta vez. Con el diablillo atrapa usted a su visitante, le da un beso en la mejilla y le hace escuchar el "Hélas! quelle est ma chimère". Che vuoi?
Pero en lo de Yasmina Reza había cortes, ¿no? Mi descubrimiento de la obra de Malevich viene precisamente de Barcelona. En La Pedrera hubo una exposición hace al menos diez o doce años y allí estaban sus cuadrados, sus segadores (los rusos), los obreros vanguardistas...¡y el fabuloso cuadro de la caballería roja!
Sa quedao en blanco...como mi mente al leer las crónicas de los acontecimientos que pasan en el país.
ResponderEliminarLas cosas que oye uno que pasan y las bobadas que se dicen y las insensateces que se gastan y las mentiras que se tejen le funden a uno los plomos. Pobre democracia.
EliminarEl papel activo-decisivo del lector en la contrainformación alternativa frente al interesado interés de la contrainformación estatal.
ResponderEliminarLa ecuación nunca se resuelve en el lugar donde acontecen tan funestas premisas.
EliminarA principios de 1913, hace más de 100 años, Kasimir Malevich pintó el "cuadrado negro". La vigencia es evidente.
ResponderEliminarAbrazos
Francesc Cornadó
En efecto, y así me hice eco en alguna otra ocasión cuando el tema del momento no me inspiraba sino un color. También Malevich pintó uno titulado blanco sobre blanco. Aunque el negro parece agobiar más es el blanco el que trasciende volúmenes y líneas y se proyecta con análogo agobio. Hartura de caminar siempre en el filo de lo incierto. Salud.
EliminarPero ni siquiera eso, Francesc. No hay colores (y no me nombre el amarillo, si us plau, que ciertos patrimonialistas de esencias eternas lo han jodido para siempre) Hay vacío, nada, temor a lo desconocido, a más a más, como decís, o si no, a lo mismo de siempre, que también es intemperie.
EliminarLimpiando el aire y frotando en los lugares exactos hasta que brillen. Así se resuelve la ecuación.
ResponderEliminar¿Sabe alguien cómo hacerlo? Pues le voy a revelar una cosa, Anónimo. Mi modo de reaccionar por la hartura que me suscita lo que cuenta el samizdat es leyendo una novelita del XVIII, una de Jacques Cazotte, El diablo enamorado. Nada como un relato de ¡esoterismo iluminista! con personajes españoles de fondo para compensar la miserable negrura o no menos terrorífica blancura del relato de españoles que nos cuentan los mass media hoy.
EliminarMe resulta imposible darle el tratamiento obligado también esta vez. Con el diablillo atrapa usted a su visitante, le da un beso en la mejilla y le hace escuchar el "Hélas! quelle est ma chimère". Che vuoi?
EliminarEs que Biondetta no es una sílfide cualquiera.
EliminarUy si lo pone de amarillo, Carrizosa le embiste. De blanco ya está bien, parece el cuadro de la obra de teatro ARTE de Yasmina Rezza
ResponderEliminarPero en lo de Yasmina Reza había cortes, ¿no? Mi descubrimiento de la obra de Malevich viene precisamente de Barcelona. En La Pedrera hubo una exposición hace al menos diez o doce años y allí estaban sus cuadrados, sus segadores (los rusos), los obreros vanguardistas...¡y el fabuloso cuadro de la caballería roja!
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