TRANSPARENCIA por las calles del barrio antiguo. ¿Sirve de algo situar miradas sobre la acera, a la puerta de una tienda, en el ábside de una iglesia...retrotrayendo el pensamiento décadas? Esas reconstrucciones que habilitas para que se ponga el hombre mismo a prueba es un ejercicio silencioso. Nada de contar a nadie, salvo que otro te diga que él lo hace también. Sombras que se reivindican más nítidas, efigies inciertas, cuerpos borrosos, personajes vagos que de pronto se muestran diáfanos. El repertorio de individualidades resucita para tu contemplación. ¿Se encarnan por tu voluntad o son espectros benéficos que se te aparecen? Repoblados en sus sonrosadas carnes, activos en gestos, expresivos en sus peculiares tonos de voz, característicos en sus andares, parecen deseosos de esperarte. ¡Y tú les hablas! ¿Quién dijo que la trascendencia no existe? Mientras un solo tipo como tú luche por la supervivencia también sobreviven aquellos seres desaparecidos. Don imaginativo, hazte cuerpo y sangre para comprenderlos. Compensa ahora la cuenta que quedó abierta con ellos mientras estaban vivos.
(Ilustración de Frédéric Pajak)
Pregúntales, Don soñador. Pregúntales si andan con Dios por ahí o si sus espíritus errabundos solo descansan cómodamente en tu sonrisa breve y en tu cicatrizado ser.
ResponderEliminarIntuyo que en la segunda ubicación, pero ya se sabe que los espectros son muy autónomos e incluso zascandiles.
EliminarYa quisiera yo poder verlos!... los recuerdo, sí, cuando atravieso lugares, pero son recuerdos de situaciones, de lugares que persisten, pero nunca caras, nunca...
ResponderEliminarLlegará un día en que por casualidad se te muestren. Y si los has mejorado, no importa, a tu libre albedrío imaginativo.
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