jueves, 12 de abril de 2018

Deriva del aislamiento
















LA OSCURIDAD esconde voces y dispersa sonidos. Es la hora en que la tierra no se ve. Lo que se siente tampoco es tierra. Rugido de la piedra herida en la base del acantilado. La linterna del faro y su baile nocturno. La borrasca compone una sonata para el hombre en su aislamiento. En la casa cerrada se concentra el último vaho de los poseídos. Qué tormenta prefieres, se interroga el atormentado. Todo cuanto tiene nombre lo pierde en ese momento. Categorías, registros, datos, procesos, herramientas. Se desproveen de identidad ante la galerna. El hombre sube al mirador y contempla las bofetadas de lluvia sobre la vidriera. Está turbado. La edad no garantiza seguridad; proporciona mayor temor.  Lo conocido sigue siendo lo desconocido, medita. No ve sino el sudor del mar. Vigía de las tinieblas, intuye el océano pero no podría describirlo. La banda de luz rota cadenciosa sobre su cabeza; converge cómplice con la línea invisible del horizonte. Al otro lado, ¿qué hay? Qué esperas.



(Kazimir Malévich pintó el cuadrado)


4 comentarios:

  1. La galerna le da al faro la elección de una tormenta pero lo mas probable, en ese momento en el que todo pierde su nombre, es que sea del azar el que decida la forma de atormentarlo.
    Gracias por dejarnos disfrutar de estos preciosos textos

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    1. El azar decide a pesar de los planes de los atormentados humanos. No solo el azar, sino la falta de previsión, el error de cálculo, la alegría al elegir. Por eso el océano y su cómplice noche saben poner a los individuos en su sitio. Gracias a ti por comentar.

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  2. En medio de esas palabras se encuentra este instante en el que escribo.

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    1. Hay una dinámica de los instantes, navegamos por un océano y también oscurece.

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