domingo, 18 de febrero de 2018

Sin permiso de Thomas Mitchell



Hijos, no me vengan a estas alturas con esos cuentos. Son creciditos para arreglar sus asuntos por ustedes solos. Todo me pilla ya muy descreído.


Claro que si lo que pretenden es convertirme en cómplice de su ruidoso galimatías no cuenten conmigo. Soy muy mayor para dejarme embrollar. Cansa mucho.


¿Que no les parece bien que quiera permanecer al margen? Créanme, estoy al margen de ustedes, pero no de mí mismo. Solo les pido que no hablen en mi nombre para justificar sus desatinos. Por lo demás, digan de mí lo que les venga en gana. Voy desaprendiendo las palabras y trato de que cada vez me hagan menos daño.




15 comentarios:

  1. Dice Cattiaux que : "las heridas de arma pueden sanar, más la lengua no sanarán jamás"

    Un abrazo

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    1. También las palabras envenenan a quien las emite, sin duda.

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  2. Desaprender y evitar las adhesiones incondicionales -o condicionales-. Si apenas sabemos quiénes somos ni adónde vamos, bastante tenemos con encontrarnos.

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    1. De lo que peor lleva uno es que otros hablen en su nombre. Y mira que es una fea y acendrada costumbre de arrogarse la representación del prójimo. Relativizar y cultivar la prudencia.

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  3. Cuando se quiere ver se aprende a ver y se consigue ver. Y comprender. Sigo noqueada. Nadie, absolutamente nadie, puede ponerle en entredicho. Todo el mundo que le conoce lo sabe. Yo también. Que dije lo que dije para ¿chimcharle? Un poco puede ser. Lo siento muchísimo. Todavía tengo mucho que aprender. Perdóname.

    Deseo que durante el resto de nuestras vidas sea solo maya (ilusión) quien a veces nos confunda.

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    1. Vaya. No va en ninguna dirección personal de nadie esta entrada. Va en la dirección de determinados acontecimientos, determinados personajes que se arrogan la representación de todos, determinados estamentos inútiles que no dan respuestas, etc. Me sorprende, Anónimo, que lo haya interpretado por otro lado. Se ve que mis escrituras crípticas no siempre se entienden, y lo siento, naturalmente.

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    2. Buena respuesta, non frère.

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  4. Detesto esos engreidos que con la excusa de "la gente quiere"o "la mayoría de la gente opina" se arrogan nuestra representación asumiendo que saben lo que de ninguna manera es algo genérico y encima, no nos representa individualmente. Sobran los ejemplos tanto en política como en periodistas y opinólogos.
    Un abrazo
    =)

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    1. Sin ir más lejo, pongo de madrugada la radio para oír noticias (no he aguantado dos minuto) y ya hay un ínclito que me mete a mí y a todos los españoles en que no sé qué letra de un himno nos representa a todos. Y todos los días la misma monserga de esa tradición clerical de la política. Un abrazo, Neo.

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  5. Al margen de todo y de todos.
    Al diablo la sociedad. En algún punto nos equivocamos y nadie quiere ser el primero en volver atrás.

    Saludos,

    J.

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    1. O soy yo la sociedad o al diablo la misma, que diría el ácrata de turno, ¿no? Siempre me queda el consuelo de distinguir entre sociedad y grey o masa, pero tantas veces parece lo mismo...

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  6. Aunque compartamos Kali Yuga, etapa sombría del hombre o era de la  confusión generalizada, como desagravio, quiero regalarle -simbólicamente hablando- uno de los libros más bonitos  que he leído hasta la fecha: "Bomarzo" (Manuel Mujica Láinez). Insisto, como reparación del daño. O como simple regalo. Acéptelo.

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    1. Por supuesto, y además como relectura, no le quepa duda. ¿Lo siente así, Anónimo, como uno de los mejores libros y de género histórico que ha leído? Yo también. Con una experiencia de lectura paralela por parte de otra persona que potenció su relato. Pero hace varias décadas, de ahí que me recuerda sin querer que debería releerlo.

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  7. A propósito de las palabras, Fackel, lanzo esta hermosa audición:

    https://www.youtube.com/watch?v=Vhvi4jfYGfg

    Son buenas tus palabras, aunque transmitan rabia, decepción. A mí me estimulan. Desaprendiendo se aprende, desprendiéndose, también.

    Un poema para el mientras tanto de Szymborska:

    LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

    Cuando pronuncio la palabra Futuro,
    la primera sílaba pertenece ya al pasado.

    Cuando pronuncio la palabra Silencio,
    lo destruyo.

    Cuando pronuncio la palabra Nada,
    creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

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    1. Las palabras de la poeta polaca no tienen vuelta. No sé si me gustan como cordura llana o como poesía, creo que como lo primero.

      Me cojo tu enlace, a ver de qué va.

      Gracias, Tempero.

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