lunes, 19 de febrero de 2018

El falócrata
















Hay imágenes a las que cuesta añadir palabras, simplemente porque ya lo dicen todo, porque han nacido sin ellas. Porque la expresión reside en los objetos que se ven sin más, que balbucean, hablan y cantan por sí mismos. En algunos casos supondríamos que las palabras serían la antítesis de la imagen. Podrían haber sido matadas o, mejor dicho, se trataría de palabras nonatas, abortadas en su inicial fase de primigenia concepción. Pero la única verdad ante la pose del falócrata es que cualquier palabra sobra, simplemente porque nunca ha existido vocablo alguno ante un calibre, un cargador, una mira telescópica, un gatillo, una velocidad de salida de la bala. Aquel honrado ciudadano, cumplidor con sus impuestos y de moral supuestamente íntegra, se levantaba y se acostaba pasando revista a cada una de sus amantes de culata adaptable y cañón seductor. Sabia alternar tanta poligamia no solo con sus intenciones prácticas sino también con sus fantasías. Este rifle para el sábado, destino los ciervos. Aquel otro, más liviano, para los patos. Aquel tan voluble como preciso para las aves en tránsito. Ese tan sofisticado para los concursos de tiro del municipio. El más corto y de menor peso para enseñar a mi hijo de diez años su manejo. El recortado lo llevo en el coche para cuando los amigotes salimos de fiesta. Naturalmente, alguna de estas armas son mero coleccionismo, su belleza exige ser contemplada más que gastada. ¿Y este M-16?, le preguntaba uno de sus amigos falócratas. De momento en reserva ante el enemigo mayor, que siempre es el desconocido, el que menos te esperas. ¿Sabes que el desconocido puede ser tu propio vecino?, le sugería otro de sus próximos de análoga afición.  Es una probabilidad, respondía ufano y seguro de sí, pero controlo la situación. Paso revista todos los días a cada una de mis mejores amantes, las que de verdad me hacen sentirme seguro y me garantizan fidelidad. Las trato bien, las pongo a punto, las acaricio, las proporciono la satisfacción que ellas piden. Ellas me devuelven el ciento por uno, nunca me dejan insatisfecho. Su amigo le mira con cierta envidia, el pobre tiene que conformarse con poco, su economía no le da para más, y se basta con tener un par de amantes de esa clase, una como repuesto de la otra. Te devora mucho más a ti que a mí la erótica de las armas, suele decirle al otro. Cuestión seminal que abunda en uno y no le merma, le responde el falócrata mayor entre carcajadas, extensión de pelvis y lingotazos de un buen whisky de Tennessee. 
  


(Fotografía tomada de El País)



16 comentarios:

  1. Me dan verdadero yu-yu. No me gustan las armas ni los porteadores de las mismas.
    salut

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    1. Yuyu es poco, dan pánico, y ante una imagen como ésta uno imagina un poco lo que tuvo que ser el exterminio de todos los indios asentados desde Alaska a Florida y desde Maine hasta California en la llamada conquista del Oeste. Por no citar la visceralidad que desataron en Vietnam. Pues el amor a las armas es la razón de Estado que impera allá.¿Que exagero? Lo dicho antes, las imágenes se quedaron sin palabras hace mucho tiempo. Las imágenes y la barbarie ejercida, por supuesto.

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  2. Viendo la pose y la expresión del retratado creo sin temor a equivocarme que este "buen hombre" -como tantos otros- encuentran en las armas la forma explicita de reforzar su virilidad y autoestima, las que, por otra parte, me imagino muy necesitadas de consideración.
    Un abrazo, que tengas una muy buena semana.

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    1. Como decimos aquí este tipo va de chulo. Se siente respaldado no tanto por las armas como por la Ley que le permite tenerlas con facilidad y usarlas a placer. Y yo le veo igual que tú, se ratifica en un concepto de virilidad avasallador y adolescente que proyecta con esa cohorte de armas. Penoso. Habría que considerar, por supuesto, otros temas relacionados con la religión, la ideología dominante en los USA y el mercado accesible (verdadera religión de estos tiempos) que les hace mantener esa doble moral a la que nos tienen acostumbrados cuando intervienen por el mundo para salvarlo.

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  3. Te equivocas. Con todos mis respetos, te equivocas, amigo. Aquí no cuenta más la imagen que las palabras porque leyéndote nos previenes contra los impresentables, criminales, arsenales y polvorines del mundo.

    Te cuento una historia, pequeño Fackel. Relatas de forma magistral y espléndida y por eso te la escribo:  Cuando tenía muy pocos años me quedé sin padre y dejé de hablar. Me recuperé, pero durante mucho tiempo esperé que viniera a recogerme a la salida del colegio. Nunca vino.

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    1. No sé qué decirte. Sólo te escucho. Pero entiendo que portaste su imagen durante mucho tiempo como si se tratara de presencia.

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  4. Quien tiene en su mente un martillo... pero quien tiene en su mente un arma de fuego y aún no sabe que las armas no tienen amigos, pasea con la muerte como si fuese a perdonarlo.

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    1. Así es, y si fuera un juego de la muerte para él y su club tendría menos importancia, pero esta gente altanera y belicosa traslada a otros espacios y otras personas y colectividades que nada tienen que ver con su mundo los riesgos y peligros. Lo que está pasando habitualmente.

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  5. Sí, un chulo paleto americano que se cree superior, una forma de vivir y ser que no somos capaces de entender, al menos yo. Tal vez, con las manifestaciones de los jóvenes después de la última matanza, cambie, un poquito, y estos arsenales vayan desapareciendo de las casas.
    Un abrazo Fackel

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    1. No sé si Charlton Heston o su sucesor, apadrinados por el number one, lo permitirán. Tengo mis dudas de que cambie el sistema, aunque hay quien dirá que lo mismo podría pensarse hace décadas de la integración de los negros y mira. Aunque el tema es complejo arriesgo dos opiniones. Una, que es una cultura instalada en las armas desde su primitivo nacimiento como nación, tanto para sus conquistas interiores como las aventuras imperialistas externas. Las armas no sólo en manos del Estado como podría suceder en otros países sino además en manos de individuos concretos, de colectividades diversas. Es la historia del mito del pueblo americano labrado además de por el desarrollo del capitalismo industrial por el reforzamiento y la fe en las armas. Y por otra parte, a veces parece que muchos cerebros viven en una mentalidad virtual más que real y asequible para la convivencia. Cuando se vive tanta virtualidad y no te digo ahora tanta post verdad pues los valores, los objetivos constructivos y de relaciones humanas se alteran hacia caminos aún inescrutables, o previsibles, ve a saber. Ojo, que puede pasar a todas las sociedades, pero la USA siempre es mater et magistra en las pautas que luego sigue el resto del mundo. No sé, habría que conocer más de esa idiosincrasia del miedo y la inseguridad que les posee y que les lleva a un bucle permanente de temores para los cuales ellos mismos se recetan la misma medicina que les envenena. De todos modos, es alentador ver manifestarse a jóvenes contra un mal endémico y a ver las próximas semanas o meses. Pero no olvidemos que la industria de armas es poderosísima como grupo de presión y de chantaje. Un abrazo, Bara.

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  6. Disculpa, Luis Antonio, pero he eliminado sin querer tu comment y no puedo recuperarlo. Mira a ver si puedes tú.

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    1. Luis Antonio ha dejado un nuevo comentario en la entrada "El falócrata":

      La cultura y la Constitución de EEUU no dejan de sorprenderme. Exigen 21 años para ejercer el derecho a voto, pero sólo 18 para adquirir armas...Y pobre del que se atreva a cuerstionarlo.

      Saludos

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    2. Luis Antonio, el negocio va por delante de la política, sin duda. Asombroso que aparezca tu comment bajo la referencia de Bara, y yo no he sido, eh. El sistma y sus caprichos, supongo. Gracias.

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  7. No mi amigo, yo copie y pegué al leer que lo habías eliminado y no podías recuperarlo. Estoy suscrita a los comentarios, es un placer leerte.

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    1. Ah, pues gracias por echar una mano. Estuviste al tanto. Buena noche.

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