miércoles, 13 de enero de 2016

Desnudeces. Cañaveral



















Somos el entorno. El cañaveral. Nos adornamos con la esbeltez ajena. Nos desgastamos con el influjo adocenado que nos llega. Pasan los días sin fecha. Nos refugiamos en lo hondo de la cavidad. Dejamos que penetre la luz mínima pero selecta. La imprescindible. Somos una permanencia a la intemperie.



6 comentarios:

  1. Mientras tanto, el Campo Grande sigue siendo una isla en medio del tráfico.

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    1. En medio de la nada, a veces. Entrar allí es sentir otros mundos.

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  2. Ello sucede cuando nos encontramos a nosotros mismos, cuando no, la intemperie es luz cegadora, la hondura un infierno y los días la vejez
    un abrazo

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    1. Cuánta razón tienes, Omar. Habrá que procurar hallar los pequeños encuentros en lo más íntimo de nosotros. Un abrazo.

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  3. Sí, amigo Fackel, somos el entorno tanto en cuanto al espacio como en el tiempo. Y somos la circunstancia cada vez más extensa, que alcanza desde Hospitalet hasta Valladolid, desde Bujaraloz a Singapur, a Helsinki a Santiago de Chile y a Singapur. Si hay una caverna donde cobijarnos ésta se encuentra entre las suites de Bach o los versos de la Commedia.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Por eso mismo últimamente desconfío como nunca del show de la mercadotecnia aplicada a la política, la gestión cultural, el arte-precio. ¿Cómo va a ser lugar de cobijo el circo de los Diputados? Y sin embargo allí decidirán, harán y desharán, tocando la vida de los indefensos que todos dirán defender. Refugio, busco refugio.

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